La educación rural: una lucha hacia la inclusión
"Todos los niños y niñas tienen derecho educarse, y esto no quiere decir que solo aprendan a leer y escribir, sino que reciban una educación que sea la base de su desarrollo personal, con la cual adquieran las herramientas necesarias para una vida digna".
Nicole Del Río es Especialista en sensibilización y políticas de Infancia de América Solidaria Chile
Antes de llegar a San Juan de la Costa no podía imaginarme que esta comuna -perteneciente a la Provincia de Osorno- era tan aislada, y a su vez el hogar de personas tan acogedoras, resilientes y con una identidad Huilliche – Mapuche tan valiosa. En San Juan, la pobreza muldimensional llega al 63,2% (Casen 2015) y el índice de vulnerabilidad escolar alcanza el 96%, es decir, sus estudiantes viven en situación de pobreza extrema y en riesgo de fracaso escolar (Junaeb, 2016). Por lo que una vez en el Colegio Técnico Profesional Misión San Juan, me encontré con niños y niñas que se enfrentan a la inequidad desde que nacen, y luchan contra una discriminación silenciosa y una exclusión profunda.
Allí conocí a Antonella, una niña de cuatro años que me enseñó que la solidaridad es jugar con todos los compañeros y compañeras sin distinción; conversé con dos jovencitas de octavo básico que perdieron el último bus que las llevaba a su pueblo y estaban preocupadas por no poder alimentar a sus animales; compartí con Sandra, abuela de Jadiel y Tatiana, que me contó que el viaje para llegar a la escuela consistía en cruzar el Río Rahue en un bote a remo, caminar y tomar un bus; me entrevistó un educador que ejercía el periodismo dentro de la escuela y mantenía informado a todos los/as estudiantes a través de un semanario; y también presencié una reunión del Centro de Estudiantes, donde los/as jóvenes discutían temas tan importantes como la prevención del suicidio y el abuso.
Cada historia, cada niño/a me fue mostrando cómo es la educación rural en San Juan, y ahora sé que es diversa en todo el sentido de la palabra; preocupada de promover la participación, el trabajo en equipo y la creatividad; y que fomenta la cultura local y su identidad. Sin embargo, también me di cuenta que tienen bajos recursos porque la subvención depende de la asistencia, y no consideran las problemáticas locales como los temporales; que deben contar con un internado porque algunos niños y niñas muy viven lejos; que no tienen suficientes redes para generar espacios de aprendizajes más ricos; que el equipo docente tiene la disposición y las ganas de seguir buscando estrategias de motivación escolar, desde la vinculación afectiva; y que los apoderados/as viven lejos del colegio, por ende más difícil el acompañamiento.
Todos los niños y niñas tienen derecho educarse, y esto no quiere decir que solo aprendan a leer y escribir, sino que reciban una educación que sea la base de su desarrollo personal, con la cual adquieran las herramientas necesarias para una vida digna. Por eso, debemos enfrentarnos a esta realidad con urgencia, para que logremos no solo reconocerlos/as públicamente como sujetos de derecho, sino entendamos que esto significa que tienen derecho a crecer y desarrollarse plenamente, expandir sus potencialidades y contribuir a la sociedad independientemente de su contexto. Es necesario que los consideremos como seres integrales, que demandan acciones por parte de todos los actores sociales en materia de políticas y programas.
En América Solidaria trabajamos para que todos los niños y niñas tengan las mismas oportunidades, y estamos en el colegio de San Juan con tres profesionales voluntarios/as con el fin de que los/as estudiantes fortalezcan sus habilidades para la vida, cumplan sus sueños y sean felices. Pero, ¿es suficiente? Sabemos que existe una discriminación hacia la ruralidad, pues la ignoramos e invisibilizamos por el centralismo y el individualismo, y nuestra invitación es a voltear esta situación y que todos/as y todas encontremos nuestro papel en la vida de estos niños y niñas.