Valores y políticas educativas
"Tenemos frente a nosotros una oportunidad para el ejercicio democrático de diálogo que informe el diseño y elaboración de dichas políticas. Este cambio social es fundamental para un futuro donde el respeto y la paz primen".
Victoria Valdebenito es Socióloga. Profesora Escuela Psicología Universidad Adolfo Ibáñez
El estudio sobre discriminación en base al color de piel en el sistema educativo chileno, a cargo del sociólogo Mauricio Salgado nos muestra una vez más una faceta que mucho evitan: segregación y distancias en un sistema en crisis, donde la diversidad es un desafío más. La discriminación es una forma de violencia, que hace patente su normalización y legitimidad, no tan solo física, sino también verbal, psicológica, social y simbólica, enraizada en nuestra sociedad, expresándose en prácticas cotidianas y en las formas en que nos relacionamos. Se trata de un problema complejo y que a nivel nacional tiene raíces profundas, inclusive anteriores a las luchas por la independencia.
Dicha investigación apunta también a los efectos de la última violenta dictadura sobre la equidad en el sistema. Fue durante ese periodo que se estableció el marco legislativo y operativo del sistema educativo chileno. Las estructuras sociales heredadas de esta etapa y vigentes aún reproducen estos antivalores. Específicamente, los impactos de la ideología neoliberal impuesta en dictadura en el campo de educación se traducen no solo en los resultados educativos de baja calidad, como la evidencia empírica ha demostrado, sino también en los valores que éste promueve. Como lo señalan autores como Simbürger y Donoso en su trabajo del 2018, el discurso neoliberal se ha naturalizado en el sector de la educación. Valores como el individualismo, la competencia, el culto al dinero y la pérdida del respeto por el ser humano prevalecen en este contexto. En esa lógica, el otro se vuelve el enemigo.
La fotografía entregada por este estudio nos permite reflexionar acerca de la pertinencia de realizar cambios en las estructuras educativas y en sus contenidos. No basta solo una ley de inclusión. Las leyes no cambian automáticamente pautas culturales y comportamientos. Como sociedad necesitamos la apertura de espacios de diálogo para, en primer lugar, reconocer y nombrar las ideologías en práctica, sacando el concepto de la academia, y luego consensuar los valores que necesitamos para construir un Chile donde los valores como el respeto, la diversidad, la paz, la integración, la aceptación, es decir la equidad, sean una realidad. Pareciese que nuestros gobernantes han olvidado mirar esto. Desde ahí se puede elaborar políticas públicas en educación que hagan el ejercicio de reconocer y trabajar la historia, removiendo los cimientos de la violencia para impulsar cambios culturales. En esto, ciertas investigaciones en el Chile ya han señalado la necesidad de incluir aspectos éticos en políticas públicas educativas (Leihy y Salazar, 2017).
Tenemos frente a nosotros una oportunidad para el ejercicio democrático de diálogo que informe el diseño y elaboración de dichas políticas. Este cambio social es fundamental para un futuro donde el respeto y la paz primen.