Centro Educacional San Antonio de Talca aplica sistema de trabajo colaborativo para un aprendizaje más activo
Cada curso se organiza dentro del aula en equipos, con cinco o seis integrantes que cumplen distintos roles, promoviendo así el trabajo en equipo y la colaboración con los estudiantes como protagonistas.
Metodología de Aprendizaje Activo, Creativo y Colaborativo (MAACC), es lo que aplica el Centro Educacional San Antonio de Talca desde 2012. Se trata de un sistema de trabajo al interior de las salas de clases donde los estudiantes, desde prekínder a octavo básico, trabajan en mesas de cinco o seis alumnos, donde realizan juego de roles con el apoyo de los docentes, siendo los protagonistas de su aprendizaje.
“Esta modalidad busca que el aprendizaje sea más activo, además de que desarrollen habilidades sociales y mejore la convivencia”, explicó a EL DINAMO Horacio Pozo, coordinador académico del Centro Educacional San Antonio.
Esta iniciativa nació de una conversación entre los profesores, quienes coincidieron en que los valores no se transmiten hablando, sino que se ponen en práctica. “La colaboración, el respeto y la buena convivencia no se logran mirando las cabezas de los compañeros, sino con la interacción y el trabajo en equipo. Así surgió esta innovación donde los estudiantes cumplen un rol diario y rotativo”, puntualizó.
¿Cómo funciona?
Para comenzar la clase, el docente pide la atención de los equipos compuestos por seis alumnos sentados en la misma mesa para comenzar con la activación. Allí el profesor enseña de manera tradicional. Luego de la introducción del contenido nuevo, viene el desarrollo de éste donde cada integrante del equipo asume su rol de ese día.
Los roles son: coordinador, encargado de recursos, comunicador, encargado de higiene y seguridad, y dos colaboradores que reemplazan a cualquier estudiante que hubiese faltado.
“El coordinador es quien recibe la guía de autoaprendizaje, la lee y se preocupa de que los demás compañeros completen lo que ahí se indica. El encargado de recursos es el que tiene la responsabilidad de organizar y conseguir los recursos con anterioridad. Mientras que el comunicador es el que da cuenta de las cosas que han hecho, por ejemplo, cómo trabajaron hoy, qué cosas encontraron positivas, qué les costó, por qué, cómo se organizaron, y cuál es el resultado de ese trabajo”, señaló Horacio Pozo.
Este sistema de trabajo colaborativo ha sido reconocido por la Agencia de Calidad del Ministerio de Educación, que la ha considerado como una experiencia educativa exitosa y de alto impacto y es parte del libro “Se Puede, quince prácticas de gestión curricular, estrategias de aula y educación integral”, publicado el año 2019.
Para evaluar sus conocimientos, existen pruebas individuales, evaluaciones en equipo y la autoevaluación. Asimismo, “hacemos encuestas de satisfacción y les preguntamos eso: ¿Cuál es la forma en que más les gusta aprender? Y el 100% contesta que les gusta esta modalidad, porque están acostumbrados a trabajar en equipo”, comentó el coordinador académico.
A su vez, mencionó que en los niveles de séptimo y octavo básico se comienza a combinar el MAACC con la metodología tradicional para que al llegar a la educación media se puedan incorporar al trabajo individual.
Al mismo tiempo que logran una enseñanza satisfactoria y atractiva para los estudiantes, han logrado mejorar la convivencia. Pozo explicó que mientras en otros colegios se vivía una oleada de violencia física y bullying al inicio de la vuelta a clases presenciales, en el Centro Educacional San Antonio no existió ninguno de esos casos. “Esta metodología disminuye las diferencias entre los estudiantes, porque trabajar en equipo es aprender a respetarse, a tolerarse y eso baja el nivel de estrés y fortalece el compañerismo”, expresó.
Programas de mejoramiento de lectura y matemáticas
Otras prácticas para destacar son el Programa de Mejoramiento de Lectura (Promelec) y el Programa de Mejoramiento en Matemáticas (Promemat) donde se realiza un diagnóstico a los estudiantes a través de su velocidad lectora y fluidez de cálculo mental para asignarlos a un nivel. Posteriormente, se trabaja de forma personalizada con ellos y con tareas a trabajar con sus apoderados, con la idea de que superen su marca personal y reciban cesarines.
“Los cesarines son monedas adhesivas que se pegan en una libreta de ahorro y cada cierto tiempo hacemos un bazar promelec y promemat donde canjean sus por libros y útiles escolares”, indicó Pozo.
Este programa ha resultado ser efectivo, ya que el último año fueron muy pocos los alumnos que quedaron en el nivel más bajo a la hora del diagnóstico. Además, los niños y jóvenes “lo ven como un juego, en el cual juntan sus cesarines con entusiasmo y superan sus marcas. Es un programa simple, pero potente”, concluyó Horacio Pozo.