Especial Cine 2010, por Christian Ramírez
Ganadores
Ganadores
- Huacho: La que podría haber terminado como mejor filme chileno de 2009, acabó como uno de los grandes estrenos cinematográficos de 2010, en cualquier formato. Y deberíamos estar agradecidos: vaya cómo costó que el debut en el largometraje de Alejandro Fernández Almendras pudiera llegar a pantalla grande (lo mismo que ha costado rastrearla en DVD). ¿Por qué, si se trata de un documento esencial acerca de cómo somos y vivimos al final de esta primera década del nuevo siglo? Huacho debería haberse mostrado en televisión hace rato. La película ya ganó su lugar, nosotros fuimos los que perdimos.
- Matías Bize: El director de La vida de los peces lo hizo casi todo bien: se tomó tiempo para dar forma a su película, se jugó por estrenarla en el Cine Arte Alameda -donde permaneció varios meses-, asegurando espacio en pantalla una vez que fue sacada de los multicines, hizo de Santiago Cabrera un actor chileno de tomo y lomo, fue designado por el Consejo de Cultura para competir por el Oscar y, sobre todo, consiguió su filme más equilibrado. Aplausos.
- Ojos Rojos: Si a principios de año me hubieran dicho que un documental iba a ser el éxito chileno del año lo habría descartado como una alucinación; pero aquí estamos en diciembre y Ojos Rojos dejó su huella en la taquilla (119 mil espectadores) y va en vías de convertirse en uno de los documentos más interesantes de la era Bielsa. No sólo porque captó el fenómeno al tiempo que se desarrollaba en las calles, sino porque hoy parece tan lejano como esos días de mundial, Sudáfrica y la Roja.
- Fuguet y Velódromo: Cambia todo cambia. Hace cinco años, Alberto Fuguet estrenó Se arrienda en salas, con copia en 35 milímetros y agresiva campaña de avisos. Con Velódromo ocurrió lo contrario: hecha en digital, exhibida en universidades y festivales y cero promoción. Y dio lo mismo: puede que por ahora Velódromo sea difícil de ubicar, pero se siente mejor película y -en estos días de archivos comprimidos- con seguridad tendrá más vida en los discos duros de quienes decidan descargarla. Un punto más a favor de la reconversión de nuestros hábitos audiovisuales.
- Festivales de Valdivia, Fidocs, In-Edit: ¿Dónde se vio el mejor cine del año? No cabe duda: en este trío de festivales. Y no estoy hablando de películas extranjeras (esas por último se descargan) sino de un buen número de producciones nacionales, varias de las cuales todavía están bajo el radar (Lucía, de Niles Atallah, por ejemplo). Felicitaciones a los respectivos programadores, pero sobre todo al público que año a año le entrega su confianza a estos tres eventos que no han parado de crecer.
Perdedores
- El otro cine chileno: Si bien ya no hay obstáculos para que una película nacional “exista” aunque no se estrene en salas como el Hoyts o Cinemark, aún estamos muy lejos de asegurar el futuro de las películas chilenas que circulan bajo el radar comercial. ¿Cómo aumentar su difusión? ¿Con cuotas de pantalla? ¿A través de la TV on demand? ¿O dejando que el mercado decida? Algo me dice si que el mercado no se detiene a observarlas el Consejo de la Cultura tampoco lo va a hacer… Qué ganas de estar equivocado al respecto.
- Mandrill, Ernesto Díaz y Marko Zaror: Cuesta explicarse cómo uno de los filmes chilenos más anticipados del año apenas metió a 12 mil espectadores. ¿Qué le pasó a Díaz y Zaror? ¿Se equivocaron en el marketing? ¿La gente no entendió que era una parodia de los filmes de espías (de la misma forma en que Mirageman lo era de las cintas de superhéroes)? ¿Somos malos para hacer filmes de género? Injusto destino el de Mandrill.
- El sueño de la superproducción: ¿Se acuerdan de la película sobre La Esmeralda? ¿No? No importa, con toda seguridad se la encontrarán en algún canal abierto el próximo 21 de mayo, o el siguiente; y puede que hasta le vaya mejor que en el cine (47 mil espectadores) , donde fue incapaz de estar a la altura del modelo de superproducción nacional para el cual estaba diseñada. Si tal como se publicitó su costo fue cercano a los 10 millones de dólares, vaya magro resultado. Así no se puede.
- Mitos y leyendas: Un ejemplo de cómo el timing equivocado, la mala suerte (por la quiebra de Salo), la confusión del público respecto del producto y el acostumbramiento a ver esta clase de material pero en versión made in Hollywood configuraron uno de los grandes fracasos del año (menos de 10 mil espectadores). Un caso a estudiar.
- La cartelera de cine: Para qué hacerse mala sangre. Nuestra cartelera es lo que es: la porción del león está destinada a lucrativos filmes infantiles, blockbusters y material desechable. Lo que sobra, para el cine chileno (menos del 10%) y estrenos de segunda mano comprados en paquete por las distribuidoras. Claro que hubo buenas películas (El escritor oculto, Las hierbas salvajes), pero la mayoría de ellas estaban disponibles en las tiendas de DVD, la cuneta y los torrents mucho antes. Quien lo diría: ahora uno va al cine para repetirse las películas que ya vio en la casa…
(*) Periodista y crítico de cine de El Mercurio y Revista Capital. En 2010 estrenó “Las horas del día”, un documental sobre el músico Manuel García. Puedes leer su trabajo en el sitio www.civilcinema.cl.