Especial Música 2010, por Manuel Maira
GANADORES
GANADORES
- Cristián Heyne, el guía estrella: No es casualidad que tres de los mejores discos del año hayan pasado por el filtro de Cristián Heyne. Este año, el cerebro de Shogún acentuó la oscuridad del electro pop de Javiera Mena en “Mena”, logró actualizar el folk de Gepe en “Audiovision” y, además de hacer sonar de manera profesional a Dënver, llevó al dúo de San Felipe a convertirse en el proyecto fresco más exportable de la actualidad. Heyne remarcó este año que su pulcro y silencioso trabajo, está por muy sobre la media a la hora de conducir ideas musicales y llevarlas a puerto. Gran trabajo.
- La cosecha de Ana Tijoux: A Anamaría Tijoux le costará olvidar este año. Porque desde el fin del mundo dio pasos firmes en el difícil terreno de la internacionalización al introducir su nombre en las grandes ligas del hip hop. Viajó para tocar lo que más pudo y entendió que hacer promoción es fundamental para dar a conocer su arte traducido en su impecable disco “1977” (2009). Si creímos que su mayor logro del año fue que Thom Yorke recomendara una canción suya en la página de Radiohead, nos equivocamos. El cierre fue una nominación a los Grammy americanos -los que importan- para coronar el mejor año de su historia. Su amiga Julieta Vengas debe estar orgullosa.
- El día de la independencia: Días atrás, coincidieron en Santiago cuatro shows de lanzamientos chilenos. A la misma hora y en la misma ciudad, Pánico, Nicole, Chico Trujillo y Fother Muckers celebraban la salida de sus nuevos trabajos en un gráfico ejemplo de lo agitada que está la escena local. La cantidad de discos y conciertos es alentadora. La razón es una: ya no hay intermediarios. Los cambios de la industria obligaron a los artistas a funcionar en un mundo independiente, donde todo depende del protagonista. Ya no hay excusas. Bastan ganas, buenas canciones y estrategia. Y la cantidad de buenos discos que deja el 2010, es la mejor muestra de que los actores están leyendo bien el nuevo orden.
- El regreso de Carlos Cabezas: Es difícil entender por qué Carlos Cabezas no editaba un disco solista hace tanto. Pasaron 13 años desde la salida de “El resplador”. Entre medio hizo escalas en la música para películas y experimentos de mantras, hasta que este año se rodeó de los personajes precisos para volver al disco. Apuntalado por el ingeniero Gonzalo González y los músicos Fernando Julio y Camilo Salinas, celebró el 21 de mayo con la grabación de un elegante disco de boleros en dos memorables jornadas en el Bar Liguria. Y para rematar, editó su segundo e impecable disco en solitario que vino a ampliar la primera división del cancionero nacional. Sin duda, el regreso del año.
- Tropical sound: Chico Trujillo, repletando como nunca el Teatro Caupolicán, fue el broche de un año donde esa cumbia- rock made in Chile, se consolida como uno de los fenómenos más rentables y vivos de la escena local. Esa música tropical ejecutada como rock y con infinitos cruces de sabrosos estilos, se ha ido incrustando en un público transversal. Desde el taxista hasta la dueña de casa, pasando por el estudiante de universidad privada, reconocen y disfrutan con nombres como Banda Conmoción, Juana Fe o Villa Cariño. Son signos concretos de que el movimiento se está tatuando a fuego en la identidad local. Algo así como la nueva cueca.
PERDEDORES
- Grandes sellos: De los cerca de 70 lanzamientos nacionales, sólo dos fueron editados por compañías multinacionales. “Música libre” de Los Bunkers (Universal) y “Meridiano” de Inti Illimani (Warner Music Chile) fueron las excepciones a una regla donde reinan las pequeñas etiquetas que, a través de tratos libres y directos, canalizan los discos de manera más rápida y directa. Todo lo contrario a lo que ocurría con el antiguo modelo de las grandes compañías que, prácticamente, hoy no tienen nombres chilenos en sus filas. Una especie en extinción que ha visto de lejos el fortalecimiento de la escena local.
- Los Tres, regreso inoportuno: Postulaban a anotarse con regreso de la temporada con un disco que se hizo esperar poco más de cuatro años de que sellaran su reunión con “Hágalo usted mismo” (2006). La dedicatoria a las víctimas del 27 de febrero le daba un condimento especial a “Coliumo”, un buen disco que llegó en un momento inoportuno. Escasa promoción y una gira de estreno truncada por una serie de problemas de salud de Álvaro Henríquez, han significado poca repercusión para el nuevo material de Los Tres. Mala suerte para volver.
- Flor de orquesta: Horacio Saavedra es de los que puede decir con propiedad que éste fue un mal año. En mayo, un grupo de músicos que trabajaron durante décadas bajo su alero, denunciaron irregularidades en los pagos del director. Saavedra negó todo y suspendió su participación en el consejo directivo de la SCD, mientras que la nueva organización del Festival de Viña abrió una licitación que no prolongó los 38 años que estuvo al frente del evento. Intentando dar vuelta la página, el director anunció en diciembre la creación de un colectivo musical para revivir clásicos del pop antiguo. Pero el caso con sus ex compañeros, aún no está cerrado.
- Santiago no es Chile: Basta con darse una vuelta por regiones para darse cuenta de que el talento no es exclusivo de Santiago. Este año viajé a audicionar en provincias a nuevas bandas para el festival Pepsi al Máximo, y pude comprobar que ideas y ganas sobran. Pero la lejanía de la capital y las precarias condiciones para trabajar, hacen muy difícil que germinen nuevos nombres de regiones. Escasos lugares donde tocar, grabar y ensayar hacen que, lamentablemente, ese talento quede muchas veces en el aire. Este año, la discusión musical estuvo centrada en la cuota de música chilena en radios –otro debate necesario-, pero nada se habló o proyectó sobre el fomento al talento de regiones. Deuda pendiente.
- La caída del CD: No es nuevo que el disco compacto viene en picada. Pero este año, se hizo aún más evidente en la escena local: las ventas de discos registraron las cifras más bajas en los últimos 10 años, y todo indica que seguirán cayendo. Por eso, la Asociación de Productores Disco acordó bajar de 7.500 a 5.000 copias vendidas el estátus de Disco de Oro; y reducir el de Platino de 15.000 a 10.000 copias. El CD es hoy algo simbólico, una carta de presentación pero no un instrumento rentable. Los artistas prefieren redoblar esfuerzos para editar vinilos o liberar gratis sus discos en formato digital para que los que más puedan escuchen su música y que eso les permita tocar lo más posible.
(*) Periodista y crítico de música popular. Actualmente, escribe para La Tercera, es editor general de revista iPOP, y comentarista del programa de música chilena Compilado Local de TVSenado. Además fue editor de Nervio, y ha colaborado para medios como 40 Principales, Paula.cl, Cultura de La Tercera, Blank, y revista IN de Lan, entre otros. En Twitter es @manuelmaira.