"Nómadas por Colombia"
"Todos tenemos algo de nomada dentro de nosotros. Algunos lo expresan transformando sus relaciones personales en vínculos express, otros lo manifiestan viajando. El viajero a veces no lo sabe, pero viajar es huir de algo. El mochilero intenta traer la menor cantidad de cosas consigo para poder ser un poco mas libre de las cargas habituales.
“Todos tenemos algo de nomada dentro de nosotros. Algunos lo expresan transformando sus relaciones personales en vínculos express, otros lo manifiestan viajando. El viajero a veces no lo sabe, pero viajar es huir de algo. El mochilero intenta traer la menor cantidad de cosas consigo para poder ser un poco mas libre de las cargas habituales.
Junto a Nacho decidimos viajar por Colombia sin saber muy bien porqué, tirando un poco las cartas al azar y ver qué resulta en un escenario tan distinto a Chile. Hasta ahora ha sido una gran decisión, la cálida Colombia no nos ha dado la espalda.
El viaje comenzó en Bogotá con ciertos problemas técnicos en el aeropuerto de la misma ciudad, ya que la aerolínea TACA extravió de manera bastante extraña mi carpa. Sin embargo, seguimos adelante luchando entre los miles de taxistas que nos forzaban a llevarnos al Hostal “Destino Nómada”, ubicado en el barrio La Candelaria, que es el centro político de la ciudad, pues es ahí donde se encuentra el Congreso y el Palacio de Gobierno. Ya en el hostal, notamos la calidez de los encargados y de la gente, pues las invitaciones de cerveza y de fiestas se hicieron presente de inmediato.
Al día siguiente intentamos conocer un poco más de Bogotá, encontrando una ciudad sumamente sucia y desordenada, pero no deja de ser atractiva para el turista. Existe mucho comercio ambulante y mendigos, que no dudan en mostrarte las fuertes heridas que poseen para contar con tu dinero.
En el fondo, Bogotá es una ciudad dañada por la politíca y la mala administración, donde se usa a la guerrilla como excusa de una difícil división de gastos. Sin embargo, la gente posee una gran conciencia politica de pueblo. Aunque no crean mucho en el poder de ella, generan diversas opiniones sobre el estado político de Colombia. De todas formas, los colombianos son personas muy alegres y simples de tratar, lo cual ayuda bastante al turista.
Pensando y buscando carrete, nos dimos cuenta que la fiesta en Colombia parte muy temprano y termina como a las 02.30, ya que las discoteques están bajo una restricción horaria muy estricta. Es por eso que empezamos temprano la “rumba” junto a una amiga colombiana que nos llevó al Bogotá Beer Company donde preparan una excelente cerveza artesanal, acompañada con buena música. Las dos amigas colombianas que nos mostraron la ciudad reflejaron la inseguridad de la gente ante la ciudad, pues sólo puedes tomar ciertos taxis, en ciertos lugares y a ciertas horas, complicando bastante el transporte.
Ya respirando el 2011 en Bogota, pensamos en cambiar de ciudad y la primera opción es Neiva, para luego viajar por la costa ecuatoriana hasta llegar a Montañitas, que está al sur de Ecuador. Lo mejor de todo es que el transporte es bastante barato, incluso teniendo la posibilidad de tomar avión.
Dejamos una ciudad bastante desordenada, con policías jóvenes por todas partes intentando dar una seguridad aparente al turista que mira con desconfianza el día a día en Bogotá. Existe una fama bien ganada gracias a los abundantes vendedores de droga, que habitan en cada esquina vestidos como los reguetoneros chilenos. Bogotá es una ciudad llena de herencias y olvidos que se respiran en cada calle, pero no es tan interesante para el turista que le gusta encontrar y recorrer lugares diferentes a lo cotidiano. Bogotá es tan gris como los ojos de los vendedores de droga y mendigos que habitan sus calles, lo bueno es que los tres tienen una oportunidad si se hacen las cosas bien”.
Francisco Sepúlveda es estudiante de tercer año de Derecho en la Universidad Diego Portales. Junto a Ignacio Silva, ha comenzado un viaje de dos meses por Colombia para descubrir el corazón y alma de ese país.