"Jorge González: Ser un héroe", por Manuel Maira
Me acuerdo la sorpresa cuando vi en mi casilla un mensaje de Jorge Humberto González Ríos. El año pasado intentaba entrevistarlo para hablar de sus proyectos electrónicos, de Los Updates, de su vida en Europa y le escribí sin mucha fe en lo que podía pasar. Su respuesta fue muy extensa, amable, respetuosa con mi trabajo, con altura de miras y buenos argumentos para sostener su silencio. Lo leí varias veces y respondí con el compromiso de que lo que ahí se leía quedaba entre nosotros.
Me acuerdo la sorpresa cuando vi en mi
casilla un mensaje de Jorge Humberto González Ríos. El año pasado
intentaba entrevistarlo para hablar de sus proyectos electrónicos,
de Los Updates, de su vida en Europa y le escribí sin mucha fe en lo
que podía pasar. Su respuesta fue muy extensa, amable, respetuosa
con mi trabajo, con altura de miras y buenos argumentos para sostener
su silencio. Lo leí varias veces y respondí con el compromiso de
que lo que ahí se leía quedaba entre nosotros.
Anoche cuando esperaba verlo aparecer
sobre el escenario del Caupolicán volví a acodarme de ese mail que
hasta ahora guardo como algo importante. Pensaba que su decisión de
callar afectó directamente a que el teatro no estuviera lleno como
debiera. Porque tener a Jorge González reviviendo uno de los discos
más importantes del rock en español, es un imperdible. Pensaba en
tanta gente que se lamenta de no haber visto a Cerati en sus últimas
visitas y es inevitable hacer conexiones. Porque con Jorge González,
como con cualquiera de los grandes, nunca se sabe.
Minutos después vuelvo a pensar en el
mail cuando lo primero que dice González al aparecer de negro y el
pelo blanco, es que está feliz de tocar para la gente que llegó sin
hacer promoción, sin entrevistas a medios contrarios a sus ideas.
El teatro no está lleno pero se siente lleno. La vibra se parece a
la de un clásico futbolero. Su presencia llena todos los espacios.
La seguridad de Jorge González sobre la tarima transmite que al
frente tenemos mucho más que canciones. Más que un disco o un
músico, hay un pedazo de historia viva.
Las canciones de “La voz de los 80” (1984) pasan poniendo en perspectiva la figura de un tipo que a los
20 años despachó un enorme disco de 10 hits con lúcidas lecturas
de la sociedad que hasta hoy suenan actuales. El disco pasa en orden
con González cantando a gran nivel y moviéndose con una seguridad
de los que van muchos pasos adelante en el rol de frontman. Serio,
convencido y apasionado repasa sus propios himnos como un invitado a
su propia patria.
Lo demostró al final de la segunda
parte del show, cuando se largó con más éxitos generacionales que
firmó para Los Prisioneros, y se hizo cargo del contenido de ¿Por
qué no se van? Pero en realidad ya se había hecho cargo de esa
historia. Hace cinco años se autoexilió en México y luego en
España, diciendo que arrancaba de los malos tratos de la prensa
cuando en realidad arrancaba de un país gobernado por los acuerdos y
la relatividad, donde un tipo capaz de decirle ladrón al presidente
sobre el escenario y al mismo tiempo ignorar a sus ex acompañantes
de ruta (“si tu apellido no es Gonzalez ni Ríos”), simplemente
no encaja. Jorge González es un artista que esta vez vino a darse el
lujo de ver cómo va creciendo una obra tan grande que hace que niños
canten con pasión canciones que nacieron mucho antes que ellos. Esas
cosas quedan. El resto sobra.
Manuel Maira es periodista y crítico de música popular. Actualmente, escribe para La Tercera, es editor general de revista iPOP, y comentarista del programa de música chilena Compilado Local de TVSenado. Además fue editor de Nervio, y ha colaborado para medios como 40 Principales, Paula.cl, Cultura de La Tercera, Blank, y revista IN de Lan, entre otros. En Twitter es @manuelmaira.