"Vacaciones: el reality familiar", por Andrea Silva
-"Cierra los ojos e imagina que quieres para tus vacaciones", dice mi sicóloga.
-"Una playa con arena blanca y yo, nadie más que yo", contesto en trance.
-"¡Llegamos!", dice Pedro.
-“Cierra los ojos e imagina que quieres para tus vacaciones”, dice mi sicóloga.
-“Una playa con arena blanca y yo, nadie más que yo”, contesto en trance.
-“¡Llegamos!”, dice Pedro.
Abro los ojos y como todos los veranos en febrero estoy llegando a la casona del campo de mis suegros en el sur. Treinta pelotudos vienen en tropel a saludarnos entusiastas cuando en el fondo sé que detestan a mis hijos hiperactivos y al perro de mierda que una vez más logra colarse en el veraneo.
No puedo creerlo, ahí viene el tío abuelo. En los tiempos de pololeo con Pedro, ya se veía anciano terminal. ¡Cómo lo traen! Otro verano con el estrés de que se caiga y muera durante las vacaciones.
-“¿Te cortaste el pelo? Arruinaste la melena preciosa que tenías”, me dice mi cuñada perfil pensamiento hablado.
-“Es que los niños están llenos de piojos”, digo con culpa.
-“¡Llegaron los chuki!”, grita mi suegra desde la terraza.
-“¡Llenos de piojos!” , vocifera mi cuñada.
Mi sobrino chico se agarra de mi pierna, lo tomo en brazos y a juzgar por el olor su problema de reflujo todavía no lo solucionan. Ups, mi blusa vomitada delata que es más grave que el año pasado. El tío degenerado intenta sacarme la blusa, mi cuñado que este verano logró la categoría de obeso mórbido lo detiene con un ” tío, ahí no va a agarrar nada” y luego me llena de unos besos transpirados con olor a cerveza rancia dignos de que yo lo vomite a él.
Mi sobrina en edad púber llega en hot pants de la mano de un sujeto de una tribu urbana que no domino, tiene un tatuaje que le empieza adentro de la nariz y le termina en la nuca pelada (abarcando párpados y orejas). Me saludan desganados y luego se ponen a atracar enérgicamente.
Un chanchito entero da vueltas en la parrilla, mientras otra sobrina llora a gritos y le intenta cerrar los ojos con un palo.
Mi suegro nos informa que como llegamos últimos nos toca la pieza de los camarotes en el subterráneo. Pedro se pone a discutir con su papá igual que cuando teníamos 20. Nuestro perro de mierda llega con la gata de mi suegra en el hocico. Todos gritan, todos corren ante el horror de ver a “Bolita de nieve” en la fauces de “Zeus”. Alguien pasa a llevar al tío abuelo, que finalmente este verano, el primer día de mis vacaciones en el sur, cae al suelo. ¡Fueron los chuki!, grita mi otra cuñada.
No hay tiempo para recriminaciones, se organiza una comitiva al hospital de Osorno con todo el familión escoltando al tío abuelo caído. Voy en el auto y cierro los ojos. Visualizo una playa con arena blanca y yo, nadie más que yo.
SOBRE LA AUTORA: Andrea Silva es chilena, bilingüe, casada, con hijos, profesional sin pega estable, con ahorros, un poco católica, sobrepasada, sobreexigida, adicta a la sicóloga y al dulce. Con mañanas horrendas, pero con tardes lindas.