Detalles del regreso de la blusera Cindy Lauper a Chile
La polifacética artista estadounidense Cindy Lauper, popular por su éxito de los ochenta "Girls just want to have fun" (las chicas sólo quieren divertirse), regaló anoche intensas dosis de blues y éxitos "ochenteros" a las 4.000 personas reunidas en el Teatro Caupolicán de Santiago.
Acompañada por su banda -batería, guitarra eléctrica, bajo, teclado y órgano-, la cantante neoyorquina derrochó su voz intensa y desgarrada en un espectáculo que recorrió sus versiones de los clásicos del blues incluidos en su último álbum, "Memphis Blues" (2010).
La polifacética artista estadounidense Cindy Lauper, popular por su éxito de los ochenta “Girls just want to have fun” (las chicas sólo quieren divertirse), regaló anoche intensas dosis de blues y éxitos “ochenteros” a las 4.000 personas reunidas en el Teatro Caupolicán de Santiago.
Acompañada por su banda -batería, guitarra eléctrica, bajo, teclado y órgano-, la cantante neoyorquina derrochó su voz intensa y desgarrada en un espectáculo que recorrió sus versiones de los clásicos del blues incluidos en su último álbum, “Memphis Blues” (2010).
“¿Cómo están amigos?”, fue el grito con el que la actriz y cantante, vestida de arriba a abajo en cuero negro -y con una chaqueta de flequillos acabada en un guante sin dedos al más puro “estilo Lauper”-, saludó al respetable para lanzarse sobre el desgarrado blues de “Just your fool” y “Dream”.
El dance-pop de “She Bop”, de su primer disco “She’s So Unusual” (1983), encabezó la tanda de temas clásicos, que fueron aderezados por Lauper con bailes y movimientos incesantes a lo largo y ancho del escenario.
Con “Early in the morning” la artista acabó por contagiar su energía a los reunidos en el Caupolicán, quienes agitaron brazos y caderas al ritmo de la potente voz de la estadounidense, que no dudó en acercarse, constantemente, a los ubicados en la primera fila para cantarles prácticamente al oído.
Durante esta última canción una espontánea, y no sería la última, subió a la tarima y besó a la artista que se mostró siempre muy cercana al respetable. Acompañada por un dulcémele, instrumento de cuerdas folclórico, la cantante calmó los ánimos con los ritmos más pausados de “All through the night” y “Lead me on”.
“Crossroads”, “Down Don’t bother ee” y “Don’t cry no more” hicieron volver los sentidos ritmos del blues y los diálogos entre guitarra, teclado y órgano. “¿Qué pasa?, ¿cómo se sienten?”, vociferó la artista para medir al público, y recibió un rugido como respuesta.
“Goonies”, ese clásico de los ochenta que sirvió de fondo musical para la película homónima, desató la euforia -otro dos espontáneos subieron al escenario-, y fue precedido por una curiosa danza de la lluvia en la que Lauper roció con un poco de agua el escenario.
En “Change of heart”, la cantante derrochó voz y entusiasmo para acompañar a la percusión y a los riff de guitarra. Lo que se repitió con otro auténtico himno de los ochenta, el tema “Girls just wanna have fun”.
Ya en la recta final del concierto, y de nuevo con el dulcémele como protagonista, llegó el turno para “Rain on me” que fue enlazada con una emotiva, y muy coreada, interpretación de “Time after time”. Otro tema popular, “Shine”, y un último blues, “Mother earth”, fueron los escogidos para cerrar el concierto.
“Muchas gracias amigos”, dijo la cantante, para luego reunirse con su banda en el centro del escenario y realizar varias reverencias de agradecimiento al público antes de retirarse.
Pero el respetable quería más. Así que Lauper volvió a la tarima del teatro para complacerlos con una ultima canción, una versión a capella de la apasionada “True colors”.
“Muchas gracias, tengo mucho amor para ustedes. Estoy contenta de volverlos a ver”, fueron las palabras de agradecimiento con las que la cantante cerró más de hora y media de concierto.