"¿Ésta es la tierra en que vivimos?", por Débora Calderón
Ayer me tocó leer por lo menos en unos seis medios online sobre la decisión de TVN de sacar de pantalla el programa “La tierra en que vivimos”. Una producción con más de treinta años al aire, de factura impecable y probablemente uno de los pocos productos televisivos capaces de llevarnos al Chile más profundo a través de las imágenes y los testimonios de los habitantes de nuestra tierra.
Ayer me tocó leer por lo menos en unos seis medios online sobre la decisión de TVN de sacar de pantalla el programa “La tierra en que vivimos”. Una producción con más de treinta años al aire, de factura impecable y probablemente uno de los pocos productos televisivos capaces de llevarnos al Chile más profundo a través de las imágenes y los testimonios de los habitantes de nuestra tierra.
Se acaba uno de los programas que enseñó a muchas generaciones cómo es esta tierra en que vivimos. Desde los rincones más inéditos hasta las costumbres más arraigadas a nuestra identidad mestiza, isleña y remota.
Se termina además con un escándalo poco digno, ya que junto con la decisión de la señal estatal, sale a la luz que Celulosa Arauco le pagó a Sergio Nuño, productor y conductor del espacio, por imágenes de post producción que serían utilizadas en el proceso judicial que lleva la empresa, luego de salir al aire el capítulo “De Queule a Chiloé”.
Nuño se ha defendido con todos sus argumento diciendo que la venta de estas imágenes nada tiene que ver con la objetividad con la que ha realizado su trabajo desde siempre. Lo avalan tres décadas de un profesionalismo impecable y el haberse atrevido, en otras oportunidades, a desafiar a grupos tan grandes como Arauco con los testimonios de sus programas.
¿Qué pasó entonces ahora? ¿Ésta es la tierra en qué vivimos? Al parecer el fenómeno de Wikileaks ha despertado al Julian Assange que todos llevamos dentro. De pronto todos nos convertimos en reporteros con opinión formada, capaces de emitir un juicio tan drástico como afirmar que Nuño se vendió a los poderosos.
Dejemos un poco el dramatismo de lado, que finalmente eso es lo que corrompe las sociedades. Me parece que es más justo escuchar los argumentos, antes que tirar la primera piedra y creo, desde mi humilde espacio, que TVN está tomando una decisión apresurada y sin tener toda la información sobre la mesa.
¿Pondría en jaque su carrera Sergio Nuño de una manera tan a la vista de todos? Sin conocer al personaje pero apreciando su trabajo, creo que no. De hecho, el mismo ha dicho que éste es sin duda “el golpe más duro de toda mi vida profesional”.
Lo ofendieron públicamente a través de su sitio en Internet, por lo que tuvo que tomar la decisión de cerrarlo. Sus declaraciones de verdad son para evaluar nuevamente y con ponderación (algo que a veces nos falta a los usuarios de redes sociales) los hechos.
“Se me hace muy difícil la supervivencia de ahora en adelante. Si alguien me ha tildado que vendí mi conciencia, o sea, que me pagaron por decir algo en que no creo, es gravísimo, es la ofensa más grande que puede recibir un ser humano. De manera que Televisión Nacional se vio empujada por esta corriente mediática”.
Nuño paga hoy no sólo por pensar que no hay una única verdad en el caso del Río Cruces, los cisnes y el famoso luchecillo que desapareció de las aguas de ese río. Está cobrando además el precio de ser un personaje público, porque las redes generan corrientes y por todos los que se dejan influenciar antes de sentarse a pensar en frío.
Débora Calderón Kohon estudió periodismo en la Universidad Católica. La vida la llevó temprano al mundo de los negocios y el retail, pero las ganas de escribir nunca desaparecieron. Hoy es columnista estable de la Revista Poder y Negocios y Mosso, y una activa participante en redes sociales. |