“La venganza de Rapa Nui”, por Andrea Silva
No entiendo nada.
Voy a partir por el principio.
Hace cuatro días le dije a Pedro, "No puedo más de aburrimiento, de tedio, de monotonía. El matrimonio es una lata, nuestra vida en común se trata de preparar mamaderas, vestir niños, bañar niños, llevar niños al doctor, ir al supermercado y ver televisión.
No
entiendo nada.
Voy a
partir por el principio.
Hace
cuatro días le dije a Pedro, “No puedo más de aburrimiento, de tedio, de
monotonía. El matrimonio es una lata, nuestra vida en común se trata de
preparar mamaderas, vestir niños, bañar niños, llevar niños al doctor, ir al
supermercado y ver televisión.
Lo más excitante es la vuelta a la manzana
que damos a media noche para que Zeus
salga a hacer caca, pero tampoco llega a ser romántico, porque le recoges la
caca y andas con la bolsita en la mano y ya no es lindo el paseo ¡es asqueroso!
(en este punto me pongo a llorar).
Me siento vieja, en la cuesta abajo de mi
vida, sumergida en días idénticos sin ninguna gracia, se acabaron las
sorpresas y la aventura. Necesito algo especial si no me voy a hundir en una
depresión profunda, nos vamos a separar y se me va poner la cara de amargada (aquí
sollozo, porque una cosa es separarse, pero otra mucho peor es que se te ponga
cara de huevona amargada).
Al día siguiente Pedro llega con dos pasajes a la Isla de Pascua
para ir a celebrar nuestro aniversario de matrimonio. Por supuesto que los
niños empezaron con fiebre, vómitos, tos convulsiva y diarrea pero bloqueo mi
instinto de madre y no sucumbo a sus necesidades, sino que opto por ocuparme de
las mías.
Nadie me arrebatará mi fin de semana de ensueño en la isla de Kevin
Costner, de los recios Moais, en el ombligo del mundo donde todo es salvaje y
mi matrimonio será salvaje y yo seré salvaje y seremos una pareja salvaje
corriendo a poto pelado por Anakena y bañándonos el cráter del volcán Orongo.
¡Rapanui afírmate que aquí vamos Pedro y Andrea reloaded a revolucionar
nuestros siete años de matrimonio!
Llegamos al aeropuerto, se me abalanzan un montón de bellas mujeres
a ponerme guirnaldas de flores (organizado previamente por Pedro) Pedro las
besa, abraza y se fotografía con ellas.
Vamos a la playa y aunque nadie está
sin traje de baño Pedro corre a bañarse haciendo un cara pálida para toda la
bahía. Vamos a bucear, Pedro se va a la zona de corrientes, unos pascuences
aterradoramente rudos lo rescatan.
En la noche salimos a bailar a la
“Piriti” a las tres de la mañana los mismos que en la tarde lo habían
rescatado (los aterradoramente rudos) lo persiguen para pegarle por pinta
monos, huimos zafando apenas de la paliza.
En la mañana Pedro se inspira
subiendo una palmera para sacar cocos para su mujer, lo consigue, pero en la
bajada cae, soltando el coco que me pega en la cabeza. Voy a dormir una siesta
para recomponer mi tec cerrado, despierto y aquí está Pedro, al frente mío
mostrando su tatuaje: nalga derecha
con letras del tipo étnicas una P (de Pedrito), coronando el coxis una A (de
Andrea), nalga izquierda una D de Danielito. Me comenta orgulloso, “como
familia formamos la sigla PAD que significa para
amarnos desquiciadamente, te amo Andrea, no me puedo sentar en varios días,
voy a aprovechar de ir a buscar el Moai
que le encargué a los presos, para poner en la pieza, va a ser inspirador.
Feliz aniversario mi amor .”
Lo único que quiero es volver a la casa para sacar a pasear al
perro.
Andrea Silva es chilena, bilingüe, casada, con hijos, profesional sin pega estable, con ahorros, un poco católica, sobrepasada, sobreexigida, adicta a la sicóloga y al dulce. Con mañanas horrendas, pero con tardes lindas. Su usuario de Twitter es @andreasilva1975. |