Confirmado: un chiste es gracioso dependiendo de quien lo cuenta
Todos hemos escuchado alguna vez la frase…”el chiste no tiene mucha gracia, pero me parto con la forma en que lo cuenta”. Esta frase podría explicar la eterna duda de por qué las personas del mundo se dividen en graciosas y no graciosas. ¿Por qué el mismo chiste contado por una persona considerada seria no nos divierte tanto como si lo contara un graciosete redomado?
Todos hemos escuchado alguna vez la frase…”el chiste no tiene mucha gracia, pero me parto con la forma en que lo cuenta”.
Esta frase podría explicar la eterna duda de por qué las personas del
mundo se dividen en graciosas y no graciosas. ¿Por qué el mismo chiste
contado por una persona considerada seria no nos divierte tanto como si
lo contara un graciosete redomado?
Una sola puede ser la causa y se esconde en nuestro cerebro, según han desengranado investigadores de la Universidad británica de Coventry, llegando a una conclusión científica que puede convulsionar los cimientos de la guionización humorística.
Los investigadores han encontrado que la forma en que la gente percibe una broma divertida depende de la persona que la está soltando, no de la calidad intrínseca del material.
Si la broma la está contando un conocido comediante amo de las
carcajadas…es más probable que la gente se ría, no importa lo mala que
sea la chanza; por el contrario, la mejor broma del mundo contada por
alguien al que no se le conoce oficio ni beneficio humorístico podría
caer de plano en el saco de la indiferencia.
Y esta brecha de carcajadas se abre aún más cuanto más surrealista es
la broma, pues aunque no entendamos nada, como la cuenta una persona
que nuestro subconsciente cree divertido, nos partimos el cajón flamenco
igual.
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