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16 de Mayo de 2011

“La confianza da asco”, por Andrea Silva

Estoy en la ducha. Hoy me toca lavado de pelo. Va a ser un buen día, cuando me lavo el pelo me veo bien, cuando me veo bien me siento contenta y cuando me siento contenta soy más simpática. ¿Por qué no me lavo el pelo todos los días?...

Por Macarena Lescornez
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Estoy
en la ducha. Hoy me toca lavado de pelo. Va a ser un buen día,
cuando me lavo el pelo me veo bien, cuando me veo bien me siento
contenta y cuando me siento contenta soy más simpática. ¿Por qué
no me lavo el pelo todos los días?

Pedro
irrumpe en el baño, se instala en el water, mis reflexiones tendrán
que esperar hasta otro momento de preciosa intimidad
.

Lo
observo sentado en el trono, cómodo y feliz.

¿Por
qué acepté cambiar la clásica cortina de baño de toda la vida por
este panel de vidrio transparente?
¿Porque soy una snob que quiere
tener onda y el vidrio transparente es moderno, joven y audaz?

No
me veo moderna ni especialmente audaz con el cepillo de dientes en la
boca, con pasta dental chorreando por la pera y con la cabeza llena
de champú mientras jabono mis partes.

Pedro
no se ve especialmente audaz, ni joven, ni moderno sentado en la
taza, piernas abiertas, entregado a la lectura del diario y a la
espera de su digestión.

Suspiro.
Definitivamente

la confianza da asco
.

¿En
qué minuto llegamos a esta asquerosa intimidad? ¿Quién empezó?

¿Fui yo cuando empecé a dormir con la placa para el bruxismo? ¿Fue
él cuando empezó a cortarse las uñas en la cama? ¿Fui yo cuando
pariendo a Pedrito le pregunté si se me había salido un mojón?
¿Fue él cuando se relajó con los estragos de la alcachofa en su
estómago?

Pedro
me comenta que Pellegrini la está rompiendo no se dónde y luego
agrega:


Huye, parece que viene bravo.

Suelta
el diario y se concentra hasta el infinito en lo que él llama su
“encuentro con Dios”.

 ¡Quiero glamour, quiero paz, quiero una pausa, pero sobre todo glamour, mucho
glamour, mucho ritual de conquista, delicadezas y romanticismo!


¡Huye, huye, huye!, insiste Pedro.

Apenas
alcanzo a secarme y arranco del baño para atrincherarme en mi pieza.
Me tropiezo con calcetines, calzoncillos, pañales y calzones,
finalmente comienzo a secarme el pelo.

Me acuerdo de mi tía Luisa
que lleva 30 años de casada sacándose los bigotes escondida
.
De mi amiga Carla que nunca ha dejado que su marido la vea parir, la
acompaña, pero “de atrasito” no más. Del tío Andrés que
no deja que la tía se tire peos, la echa de la pieza y me acordé
de Bernardo, un ex pololo que me hacia salir del departamento cuando
quería hacer caca.

Pedro
sale del baño. Me mira, sonríe y comenta

– Estás linda…


…es que me lavé el pelo.

Lo
miro y también lo encuentro lindo, a él, a él con todos los
detalles de su biografía que conozco como si fuera la mía.

-¿Cómo
te fue en tu “encuentro con Dios”?


Para qué me preguntas si no te gustan los detalles.


Dale no más, la confianza da asco, pero asco del bueno.

Muevo
mi pelo al viento y me preparo linda, simpática y contenta para el
relato.


Andrea Silva es chilena, bilingüe, casada, con hijos, profesional sin pega estable, con ahorros, un poco católica, sobrepasada, sobreexigida, adicta a la sicóloga y al dulce. Con mañanas horrendas, pero con tardes lindas.
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