Hitchens en primera persona
Posiblemente, el polemista más temido del mundo, atacado por ambos flancos por predicadores, evangelistas y conservadores así como por pensadores y teóricos de todo tipo y pelaje acaba de lanzar sus memorias en español.
Christopher Hitchens (1949), de quien se acaban de publicar sus memorias en español, Hitch-22 (Debate), es un bicho raro y conviene saberlo antes de enfrentarse a él: un señor de izquierdas, bebedor profesional, admirador de Trotsky, azote de Noah Chomsky y Michael Moore. Capaz de presentarse voluntario a una sesión de tortura (el famoso waterboarding, una simulación de ahogamiento que el Gobierno de George W. Bush reconoció haber utilizado con profusión) para saber qué se sentía o de ser invitado a un congreso de los laboristas británicos para acabar hablando a favor de la guerra de Irak y apelando a la valentía de los demócratas.
Hitchens es, posiblemente, el polemista más temido del mundo, atacado por ambos flancos por predicadores, evangelistas y conservadores así como por pensadores y teóricos de todo tipo y pelaje, especialmente en Estados Unidos, país donde aterrizó en 1981 cansado de su Gran Bretaña natal y de la pereza de sus partidos políticos. Articulista incansable con una monumental base cultural, el inglés reflexiona en Hitch-22 sobre el suicidio de su madre o la gélida actitud de su padre, además de repasar una vida que le ha llevado desde la legendaria Ruta 66 a las montañas de Afganistán pasando por Irak, la España de la transición, Irán o los lodos de la Argentina de Videla.