Insultos racistas sólo le cuestan a Galliano 6.000 euros
El ex director creativo de Dior logró evitar la cárcel por un episodio que causó conmoción en el mundo de la moda internacional.
El modisto británico John Galliano, antiguo director creativo de la casa de alta costura Christian Dior, fue condenado hoy a una multa de 6.000 euros (unos 8.430 dólares), evitable si no reincide, por haber proferido en un café parisino injurias racistas y antisemitas.
El estilista, ausente hoy de la vista con el objetivo de evitar la expectación mediática que convirtió las audiencias previas en un circo que le mostró visiblemente desmejorado, estuvo representado esta mañana por su abogado, Aurélien Hamelle.
El gibraltareño se enfrentaba a una pena máxima de seis meses de cárcel y de 22.500 euros (unos 31.600 dólares) de multa, pero la Fiscalía se limitó a pedir en la última vista, el pasado junio, un mínimo de 10.000 euros (unos 14.000 dólares) de sanción.
En esa ocasión, en la que el juicio quedó visto para sentencia, Galliano, que para entonces ya había sido despedido de Dior y de la casa de moda que lleva su nombre, se excusó por lo sucedido, confesó que apenas lo recordaba y alegó una triple adicción a los barbitúricos, el alcohol y los somníferos.
Bajo el influjo de esa mezcla insultó a una mujer en un céntrico café de la capital en octubre de 2010 y a una pareja en febrero de 2011, y en aparente estado de embriaguez apareció igualmente en un vídeo difundido poco después por el diario británico “The Sun”, en el que se veía cómo ensalzaba la figura de Hitler.
Expresiones como “sucia cara judía, te voy a matar” y “puto cabrón asiático” fueron algunas de las perlas que se le reprocharon al estilista en esas discusiones mantenidas en el café de La Perle, cercano a su domicilio parisino.
Por el primero de esos altercados fue condenado a 2.000 euros (unos 2.810 dólares), y a otros 4.000 (5.620 dólares) por el segundo, en ambos casos exentos de pena si no reincide en un periodo de cinco años.
De lo que no se ha librado es del pago simbólico de un euro a cada una de las tres víctimas de sus insultos en concepto de daños e intereses, la misma cantidad que deberá desembolsar a las cinco asociaciones antirracistas que se constituyeron en el proceso como parte civil.
“Galliano no está contento, pero sí aliviado por poder pasar página y continuar reconstruyendo su vida. Se encuentra cada vez mejor. Tiene la vista puesta en un futuro en el que espera que la gente pueda olvidar”, dijo hoy su letrado a la salida de la sesión.
En pleno proceso judicial un mensaje interno de la casa Dior, facilitado por el diario “Le Parisien”, señalaba que antes de esos hechos en la compañía ya se había mostrado preocupación por “incidentes graves ligados al alcoholismo”, y se había alertado de su presunta falta de profesionalidad.
Su desaparición de la vida pública comenzó cuando Dior le despidió por el “carácter particularmente odioso del comportamiento y de las declaraciones sostenidas” por el modisto, a lo que le siguió su salida de la casa Galliano y una temporada en sendas clínicas de rehabilitación en Estados Unidos y Suiza.
Gurú de la moda y “enfant terrible” de un sector que perdonaba sus excentricidades por su talento incuestionable, de ese destierro solo ha conseguido sacarle hasta la fecha otra habitual de los escándalos y las provocaciones, la modelo Kate Moss, para la cual diseñó el vestido con el que se casó el pasado julio.
Se produzca o no su renacimiento y retorno a los talleres, en su incierto devenir profesional lo que parece claro es que la vuelta de Galliano, de 50 años, no va a tener lugar en ninguna de las dos casas para las que trabajaba antes de su hundimiento.
El británico Bill Gaytten, que entró a trabajar para la firma John Galliano hace 23 años, fue nombrado en junio nuevo director creativo de esa casa, mientras que de los múltiples rumores que han surgido para ver quién le sustituirá en Dior, figura en lo alto de la lista el neoyorquino Marc Jacobs.