Rico, papi: la pasada de La Tigresa del Oriente por Santiago
De la selva peruana a YouTube: Doce minutos de baile y doblaje con La Tigresa del Oriente en Amanda.
La frontera de lo kitsch con lo derechamente trash se mueve como un limpiaparabrisas en Amanda. Luis Miguel juega a ser Jacko en “Ahora te puedes marchar”, mientras un doctor pirata recomienda los beneficios de mentadent c en una proyección gigante. Suenan Los piratas del Caribe, Pandora, Locomía, Boney M y el vj Juan Carlos recuerda su nombre cada tanto, cuando casi a las dos de la mañana sube Judith Bustos, “hola chicos, me siento como en casa“, La Tigresa del Oriente.
Unas horas antes, la fiesta Kitsch debutaba en el local de Los Cobres en Vitacura. El Centro Cultural Amanda se llevó al sector oriente una de las celebraciones clásicas de Blondie en Metro ULA, al otro de Santiago; un espectáculo de música ochentera, de radio FM y avisos de esa época en televisión abierta, de jingles, teleseries y también de personajes trash popularizados en el Chile de Pinochet.
Escenas de El festival de la una, Pepito TV y el Japenning con ja rotan junto al mejor repertorio de basura mediática y cultura pop que, de alguna manera, nuestra memoria conserva. Es otra identidad, otra mirada de la “chilenidad”, una mezcla demente, pero que bien supone el registro exacto de esa época.
El Amanda es el cadáver restaurado de una sala de cine: sobre el final, en la parte más baja, está su escenario, mientras, por el costado, una larga barra prende los ánimos de los treintañeros de camisa y blusas que sonríen y bailan en grupos, rodeados de banderas chilenas, volantines y guirnaldas que recuerdan fiestas patrias.
01:48 AM. “Qué tal, señores, llegó lo que estábamos esperando”. Un animador de gomina y polera-adentro-del-pantalón anuncia el clímax de esta noche. “Con ustedes: La Tigresa del Oriente”, el Amanda se viene abajo, es un gol de la Selección en el Nacional, la presentación de un galán de temporada en el Festival de Viña: aparece La Tigresa.
En escena, una señora de 65 años combate los embates de la gravedad con más silicona, aparentemente, de lo aconsejable, prisionera de un traje ajustadísimo estilo animal print de leopardo, en no más de metro cincuenta de estatura, con los rulos brillando en blondor y una vocecita que apenas calza con la del MP3 que suena de fondo; quizás preocupada por seguir el paso de sus dos jóvenes bailarinas, vestidas con muy poco para la imaginación, quizás por la enorme presión que ejercen sus tetas artificiales a la caja toráxica.
Que nació en la selva peruana, en el oriente de ese país, que trabajó como maquilladora en la televisión local, que en 2009 publicó en YouTube el clip de su canción “Nuevo amanecer”, que lleva más de 5 millones de visitas, que consiguió un contrato con Warner Music para editar su disco, que usa un guante con garras felinas, que es su tercera vez en Chile y que grabó el mega hit “En tus tierras bailaré” con el ecuatoriano Delfín hasta el fin y su compatriota Wendy Sulka, con otros miles de visitas más.
Todas esas cosas se saben de La Tigresa del Oriente. Estas otras se conocen un poco menos: está encorvada, se mueve bailando por todo el escenario, sus “conciertos” duran doce minutos exactos y su show consiste en tocar las pistas- con voz incluida- de “El baile de La Tigresa”, “Nuevo amanecer” y “La alegría”. Entre medio, murmulla las letras, hace cantar al público, lanza DVDs con sus videocips y, cada tanto, anima a su público con un candente “rico, papi”.
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