“10 canciones de medianoche”, de José Jiménez
El realizador tras el documental "Arrate a ratos, la campaña invisible" y el cortometraje "Las niñas" comparte acá su selección musical.
Tres hermanas de más de ochenta años se reúnen para acompañarse en la última etapa de sus vidas. De eso trata “Las niñas”, el cortometraje de media hora con el que el periodista y realizador José Jiménez compitió en el reciente Festival internacional de cine de Valdivia.
En la historia, una de las hermanas aprovecha cada segundo sobre la tierra como si fuera el último; otra rememora su pasado glorioso para sobrellevar su presente marchito; y otra vive el tránsito desde la amargura y el sufrimiento.
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El invitado de esta semana también co-dirigió junto a Bastián Fernández, durante la última campaña presidencial, el documental observacional “Arrate a ratos, la campaña invisible”, un registro de 21 minutos donde acompañó al ex candidato Jorge Arrate por la travesía para llegar a ser presidente.
Vamos a la música.
1- Hearing damage – Thom Yorke. Si en algún momento hubo alguna duda, con esta pieza se despeja: Thom Yorke es un alquimista. Lo que debiera haber sido una aberración, por ser parte de la banda sonora de Luna Nueva, mutó en virtud. O en oro, si se prefiere: pieza impoluta, demencial, consistente, en una saga comercial como las bolas.
2- Walkabout – Red Hot Chili Peppers. Locomotora funky noventera. La guitarra de Navarro, a modo excepcional, apareció, se quedó y todos soñamos con la repetición de ese encuentro fortuito. Ahora nostálgico. El hecho de que nunca más vuelva a ser un hecho, hace de esta canción, y de One Hot Minute, una casualidad meritoria de tributo fundamentalista.
3- Miles Davis – The Doo-Bop Song. Lo considero el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Y en Doo Bop, uno de sus últimos álbumes, consagra su gama evolutiva que pasa por todos los estilos del jazz y, en cada uno, dictando cátedra para todos sus derivados.
4- Tu Amor – Charly García & Pedro Aznar. La filuda navaja corta venas de Charly, con innegable recepción durante la adolescencia, pero bien alimentada por el virtuosismo de Aznar. Trasciende.
5- 10 mile stereo – Beach House. Para perderse en el bosque sin moverte de tu cama. El trayecto es evolutivo, la llegada hermosa: el precipicio a tus pies y sólo hay que dejarse caer.
6- The rip – Portishead. Para flotar en bicicleta en la medianoche semi vacía. De bajada en lo posible. Y, para invocar en su totalidad el lugar común, con un perro huacho buena onda persiguiéndote.
7- Sprawl II – Arcade Fire. Quizá en cinco o diez años no entienda el porqué de Arcade Fire, pero ahora me resultan sagrados. Tiendo a pensar que es por la imagen/música que proyectan: jóvenes criados en The Suburbs que mutan y pervierten las melodías que alguna vez aprendieron en el coro de su parroquia.
8- Needle In The Hay – Elliot Smith. Único vehículo para ser/sentirse un Tenenbaums. Dan ganas de matarse sólo por un placer vintage y todo en una secuencia construida por Wes Anderson.
9- Book of the month – Lovage. No sé si Mike Patton sea un buen cogedor, pero al menos su fantasía sexual es perfecta. Y la hizo música. Para enmarcar y prenderle una vela después de una cogida épica.
10- Massive Attack – Karmacoma. Pantanosa, onírica, agónica. La puerta de entrada al laberinto.