Bruno Bettati y el poder detrás de la creciente industria cinematográfica nacional
El productor es una figura controvertida y con peso en el gremio audiovisual. Ha encontrado su parcela en el Festival de Cine de la ciudad de Valdivia, certamen que bajo su trabajo -como productor ejecutivo desde el 2007 y como director desde el 2010- alcanza mayor financiamiento y visibilidad a nivel internacional.
Hace ya varios años que el cine chileno viene dejando ese estigma “artesanal” y poco cercano al público con que mucha gente aún lo percibe, pese a que cada año se estrenan más películas, que más películas chilenas ganan festivales internacionales y que con fenómenos como Stephan v/s Kramer, llega a veces a disputarle el espacio a Hollywood en las salas nacionales.
Detrás de este fenómeno hay una coincidencia de políticas de fomento por parte del Estado y nuevas generaciones de realizadores que han logrado ganarse un lugar en el contexto internacional. Pero cuando hablamos de “realizadores” casi siempre pensamos en directores y casi nunca de productores y gestores, parte importante de este fenómeno y que no están generalmente en la primera línea de la figuración.
De estos últimos es Bruno Bettati, una figura controvertida que actualmente pesa en el gremio audiovisual y en los festivales internacionales que ha encontrado su parcela en el Festival de Cine de la ciudad de Valdivia, uno de los más antiguos y el de mayor envergadura en el medio nacional. Si bien la de este año es la décimo novena versión del Festival de Cine de Valdivia es bajo su trabajo, como productor ejecutivo desde el 2007 y como director desde el 2010, que el certamen alcanza mayor financiamiento y visibilidad a nivel internacional.
Jirafa Films, es otro de sus emprendimientos, productora especializada en largometrajes para exportación al mercado internacional. Entre sus títulos más destacados se encuentran El Cielo, la Tierra y la Lluvia (2008) de José Luis Torres Leiva, estrenada en el Festival de Rotterdam, premio FIPRESCI, premio Mejor Película en FICCO 2008, Ciudad de México y el Daum award en Jeonju, Corea. Ilusiones Ópticas de Cristián Jiménez, ganadora de Ibermedia 2007 y estrenada en el Festival de San Sebastián 2009. Huacho de Alejandro Fernández Almendras, galardonada con el Sundance/NHK 2008, estrenada en la Semana de la Crítica Cannes 2009 y ganadora del Festival de Cine de Viña del Mar y de La Habana, entre otras. Todas estas producciones han sido realizadas en coproducción con países como Francia, Alemania y Portugal, logrando distribución internacional.
Y una tercera plataforma forma parte de su quehacer, se trata de Cinema Chile, creada con el objeto de “Difundir, promover y apoyar integralmente al sector audiovisual chileno en los principales festivales y mercados nacionales e internacionales”. Aquí figura actualmente solo como “consultor internacional”, pero es uno de sus fundadores y mantiene un alto nivel de influencia.
Considerando las particularidades del mercado audiovisual chileno, a muchos les llama la atención el poder e influencia que Bettati ha alcanzado en relativamente pocos años. En su figura, también se refleja el cambio de paradigma de los productores chilenos, contraponiéndolo a la impronta de alguien como Abdula Omnidvar, cuyo poder se basa en la posesión de equipos para la filmación, los “fierros” con los que muchos se endeudan para sacar a delante su proyecto película. Viajar mucho, tejer redes, hacer clases y dictar charlas, participar activamente de las organizaciones gremiales, publicar libros, además de producir películas festivales, sería la tónica que marca hoy la labor de un productor exitoso como él.
Quienes lo conocen lo describen como un hombre reservado, de pocas palabras y extremadamente inteligente. Como suele ocurrir en estos casos, su éxito despierta admiración, pero también rechazo. Quienes lo critican, lo ven como una amenaza para otros actores del medio, como una especie de “monstruo” que el Estado ha dejado crecer sin medida al otorgarle indiscriminadamente fondos y asignaciones directas y que hoy “ya nadie lo para”.
“No puede ganarse siempre todos los fondos que postula y los que no postula también“, señala una fuente del medio audiovisual a El Dínamo, en alusión a las asignaciones directas que el Consejo Audiovisual para realizar misiones en el extranjero y capacitaciones a lo largo del país. También lo critican porque el crecimiento de Festival de Valdivia se estaría “comiendo” a otros festivales regionales, sobre todo en las regiones cercanas a Los Lagos.
Quienes lo defienden y siguen señalan, por otra parte que todo ese éxito no es otra cosa que el reflejo de su capacidad de gestión y de su habilidad para conformar redes que aportan a sus proyectos y que las críticas no serían otra cosa que el siempre presente “chaqueteo” nacional. También destacan como una cualidad positiva el que participe activamente del Consejo Audiovisual y que cultive buenas relaciones con todas las autoridades de turno.
“Yo creo que el festival se internacionalizó porque logramos atraer al equipo de trabajo a varias personas que tenían redes aparte de mí, Raúl Camargo y José Luis Torres Leiva, como críticos, como realizadores y como formadores tenían sus propias redes en el ámbito de la academia, y Erick González que es el delegado de industria y que además es el director artístico del Festival de Toulouse, trajo su red, incorporó a Úrsula Budnik que es la productora de la industria, que también ha estrenado en Cannes y ha ganado premios, entonces en realidad yo creo que la internacionalización del festival tiene que ver con que este año logró juntar a mucho productor, a mucho productor a secas”, señala Bettati a El Dínamo.
De menos a más
Bettati estudió filosofía y cine, debido a su formación en estética y a sus capacidades intelectuales comenzó a destacar en su participación en el staff de películas como El Gringuito (1997), Coronación (1999) y Negocio Redondo (2000), es en el rodaje de esta última cinta que empieza a pensar en armar un polo audiovisual en Valdivia, en base a las leyes de protección y a los beneficios que existen para desarrollar focos industriales en regiones, y a sabiendas también que era una ciudad que tenía un festival desde 1994.
De hecho su primer acercamiento al certamen se da entre 2001 y 2002 donde participó en la creación de una plataforma de empresarios para la promoción cinematográfica, que lo posicionó como un influyente líder sectorial y un referente para los productores nacionales. Desde que llegó a la ciudad ha destacado por su liderazgo en diversas organizaciones vinculadas a la cinematografía nacional, entre 2001 y 2006 preside Valdivia Film S.A. proyecto asociativo de empresarios líderes para el desarrollo del audiovisual en el sur del país. Entre 2003 y hasta el 2006 dirige, además, el Centro Cultural de Promoción Cinematográfica de Valdivia, entidad que desde 2007 produce el Festival de Cine de esa ciudad, año en que Bettati comienza a liderar la producción ejecutiva del certamen.
En su primera versión en 1994 llamada Valdivia Cine y Video y hasta el 2006 la dirección estuvo a cargo de Lucy Berkhoff, su creadora. Nacido bajo el alero del Cine Club de la Universidad Austral por la conmemoración de sus 30 años de existencia, el festival subsistió por años con muchas dificultades económicas, ya que no contaba con financiamiento del empresariado que en buena parte costea un certamen que cuesta al menos 250 millones de pesos. Tras el desarrollo de su décimo tercera versión, en el 2006, la Universidad decide desvincular a toda la plana mayor de la organización del Festival y nombrar como director al académico Guido Mutis, quien toma el timón del certamen hasta 2008, cuando fallece inesperadamente, sucediéndole Bruno Bettati, entonces productor ejecutivo. Esta decisión, que sin duda molesta y deja fuera a los verdaderos ideólogos del certamen, es la que cambia radicalmente la situación financiera del festival y lo lleva a su internacionalización.
Es reconocido en todos los sectores, incluso los que lo critican que la visión de política industrial para la cinematografía nacional de Bettati ha conseguido no sólo posicionar e internacionalizar el Festival de Valdivia, sino que además se ha convertido en un personaje decisivo en la distribución, producción y difusión de los nuevos cineastas y críticos de cine.
Muchos esperan que pronto aparezca alguien que “le salga al paso” y amplíe el standard que le ha dado a Valdivia hacia otras regiones. Por lo pronto y dado el éxito de la última versión del certamen valdiviano, pasarán un par de años hasta que algo así llegue a producirse.