Ricarte Soto: “No tengo vergüenza de estar enfermo”
Asumiendo su enfermedad con entereza,el periodista y opinólogo comparte sus reflexiones entregando quizá algunas pistas sobre como la manera en que una enfermedad cómo el cáncer puede ser también, una oportunidad de crecimiento.
Hace tres años, le diagnosticaron cáncer de pulmón, uno de los más rebeldes. Soto (60 años) ha seguido al pie del cañón, cada mañana en Buenos Días a Todos, el matinal de TVN, donde ejerce de comentarista socarrón de la farándula televisiva, y en radio El Conquistador, donde hace Sentido Común a la hora del taco. Pelado por el tratamiento de quimioterapia, ojeroso, sin cejas o con las costillas adoloridas, ha aguantado elegantemente, sin quejarse ni perder ironía, los estragos de una enfermedad con la que aspira a cohabitar.
¿Cómo está tu enfermedad?
Tengo un cáncer en estado bastante avanzado desde hace tres años, y es en el último cuando han aparecido más dificultades, como la metástasis. He tenido que convencerme de que voy a cohabitar con el cáncer porque sino me muero. Tenemos que ser buenos vecinos, y trato de ser buen vecino.
¿Cuál es tu planteamiento de vida?
Mi utopía es poder vivir como un canceroso crónico. Es difícil, cuando las quimioterapias fallan es porque la célula maligna dejó de ser permeable, por las mutaciones. Un cáncer suele tener entre 8 y 30 mutaciones, y a uno de pulmón se le conocen 147. La agarras una vez y muta y la quimio no sirve más.
¿Por qué una persona como tú adquiere una enfermedad como esa?
Hay muchas razones. Puede ser genética. O, puede ser por el cigarrillo, que también puede desencadenar y yo fumé bastante hasta hace 12 años. En realidad, todos los factores externos desencadenan algo. Y, el cáncer es una enfermedad mucho más corriente de lo que uno cree. La mayoría muere de infarto al corazón o de cáncer. Puede haber muchas causas y a esta altura me importa una hueva cual es la razón (Ríe).
Al público le sobrecogen los ejemplos como el tuyo. Ha sabido de tu enfermedad viéndote en la pantalla cada día
En muchas clínicas y hospitales hay televisores encendidos y hay enfermos que me ven sonreír, a veces bailo un poco porque son obligaciones que tengo en el matinal, para hacer reír a la gente. Sí, me han dicho mis médicos que eso les da fuerzas, porque dicen, ‘mira este huevón que está cagao y baila y se ríe’. Andaba calvo, sin cejas, me sentía horroroso pero nunca me quise maquillar ni me puse un sombrero porque no tengo vergüenza de estar enfermo. Si puedo ayudar a que los cancerosos tengan mejor ánimo, para mí es importante.
¿Sigues siendo ateo?
Ahora tengo la certeza de que soy ateo. En ningún momento de estos tres años se me ha ocurrido pensar en Dios. O, de decir, Dios, ayúdame.
O, de decir, ¿por qué me pasa esto a mí?
Pero al revés: ¿por qué no me va a pasar esto a mí?
En la pantalla se te ve con entereza. ¿Dónde están las fisuras?
Estoy sorprendido del temple que he tenido. Estoy sorprendido de mí mismo, no creía que tenía tanta fuerza porque el cuerpo ya no me sostiene a mí sino que soy yo el que sostengo al cuerpo con el estado de ánimo.
¿Sin ese buen ánimo, el cuerpo se derrumbaría?
Sí. O me quedaría en la cama porque me siento muy cansado. O porque siempre me duele esta costilla. O de repente me duele por acá un punto que tengo en metástasis. Hace tres años que no tengo descanso y ya no va a ser. Todos los días voy a tener un malestar, o insomnio, o diarrea, o si no, me seco, o tengo náuseas, o tengo que tomar pastillas. Pero he tenido el temple y eso me hace ser optimista en que pueda ser un enfermo crónico.
Habrá momentos duros, tristes, o algo así.
A veces, lloro. El otro día lloré porque me di cuenta de que no podía firmar un cheque. Eso es por la radioterapia, que te ataca la motricidad y la memoria corta. Sientes impotencia y sentí que yo ya no estaba manejando la situación. Eso afecta.
¿Lloras solo?
Sí, prefiero, porque no quiero afectar a mi entorno, que es lo más fregado. Es difícil que el entorno sienta lo que tú sientes y a veces no es pa’ tanto. Mira, el psiquiatra me da una serie de pastillas para mantener el ánimo y el humor, y me dio una muy fuerte para casos de emergencia. Ese día, después de llorar como media hora, me tomé la pastilla del doctor Bitrán y recuperé el ánimo.
Habrá también momentos de victimización.
No, eso si que no. Eso no lo puedo aceptar. Cuando lo he sentido me pongo firme, No, huevón, no. Si me victimizo le estoy dando la razón a este que vive dentro mío, el que cohabita. Eso no lo puedo hacer.
¿Rabia?
No tengo rabia por mí. Sí me da una rabia macro, porque hasta ahora la humanidad ha perdido la batalla contra el cáncer. Se ha gastado tanta plata y hay tanto sufrimiento del paciente y de su entorno y lo único que hay es incertidumbre.
Milagro y suerte
¿Cuál es la actitud?
Soy súper proactivo. Uno tiene que ser proactivo en el pensamiento y en la información. Propuse hace poco que enviaran mis biopsias al especialista número uno en cáncer de pulmón, en términos de moléculas, en estudiar sus mutaciones, gente que no tira quimioterapias al voleo.
Dicen que no hay enfermedades sino enfermos.
Este médico -Rafael Rosell- dice que cada uno tiene su cáncer.
Tu ateísmo quizá atente contra el posible milagro de la sanación. ¿No te concedes el milagro de sanarte?
No. Es buena suerte, coincidencia. De repente, la gente dice que es un milagro, y quizás puede ser un milagro que esa persona sane su cáncer.
¿Existe la buena suerte?
Hasta ahora, yo he tenido buena suerte. En casos como el mío, hay gallos que se van antes. Guillermo Luksic, por ejemplo.
Sí, es un caso reciente. ¿Cuál podría ser una diferencia?
Quizás yo he sido más proactivo que él. Creo que para un millonario es mucho más desconcertante que para un ciudadano más común. Creo que se debe haber sentido desnudo: ‘¿Qué saco con tener todo esto si tengo cáncer de pulmón?’
¿Cómo es el soliloquio de alguien que tiene ese cohabitante?
Es interesante ver como reaccionas. Por ejemplo, hace cuatro años que no voy al urólogo, por que podría tener cáncer de próstata. Uno no te libera de otro.
Podría morir yo al salir de esta entrevista y tu vivir cien años más.
En eso, siempre recuerdo a Camiroaga. A las doce del día nos despedimos hasta el lunes y a las cinco de la tarde había desaparecido su avión. También ayuda pensar que el cáncer de pulmón no es la única manera de morir.
¿Qué te gusta de ti en este trance?
Que no me he convertido en un viejo.
El cambio personal
¿Qué opinas de la candidata Bachelet?
No estoy seguro de que vaya a votar por Bachelet. Me está gustando bastante Claudio Orrego.
¿Se está volviendo cristiano el ateo?
No, por sus ideas. Me parece cleaver. Y quiero decir que Piñera y su gobierno me parecen muy patudo en sus críticas a Bachelet. La derecha debería hacer una reflexión sobre la mediocridad de sus candidatos.
¿Cómo ves el futuro político en año de elecciones?
Con gran pesimismo. Pero también pienso que para que las cosas cambien, primero tiene que cambiar uno. Primero uno tiene que ser buena persona porque sino cómo pretendes cambiar algo. Y ser buena persona significa mucho trabajo. No basta decir: ‘yo voy a ser buena persona’.