Hayao Miyazaki, maestro de la animación contemporánea, anuncia su retiro
A sus 72 años, y con más de 40 de carrera, las obras de Miyazaki están en la memoria de varias generaciones: de sus comienzos son sus diseños para la televisión de "Heidi" o "Marco".
Hayao Miyazaki, cineasta, guionista, dibujante de manga y productor de dibujos animados “animes” japoneses, el más prestigioso del país y también muy respetado por la industria occidental, anunció ayer en la Mostra de Venecia que se retira del cine a los 72 años.
Miyazaki, nacido en Tokio en 1941, dará una rueda de prensa en su ciudad natal para exponer sus razones, pero antes se anunció en el Festival de Venecia, donde presentó su última película “Kaze tachinu” (“The Wind Raises”) y se le otorgó el León de Oro a toda su carrera.
Pacifista de corazón y métodos, Miyazaki ha sido acusado de izquierdista tras el estreno de la película por no maquillar aspectos del pasado de Japón en la Segunda Guerra Mundial que las autoridades actuales preferirían olvidar, y que Miyazaki no esquiva al recrear la vida del ingeniero que diseñó el mítico avión “Zero sen” con el que se bombardeó Pearl Harbour.
Miyazaki, fan de Bugs Bunny (el más famoso dibujo de Looney Tunes) y de la actriz Lauren Bacall, a la que convenció para poner la voz a la bruja del castillo en otra de sus obras de arte, “Hauru no ugoku shiro” (“El Castillo Ambulante”) que fue nominada al Óscar -lo consiguió unos años antes con “Sen to Chihiro no kamikakushi” (“El Viaje de Chihiro“) de 2001.
A sus 72 años, y con más de 40 de carrera, las obras de Miyazaki están en la memoria de varias generaciones: de sus comienzos con su amigo Isao Takahata, con quien todavía trabaja, son sus diseños para la televisión de Heidi o Marco.
Miyazaki debutó como director en la serie para televisión “Conan, el niño del futuro” (1978) y, en el cine, con su largometraje “Rupan sansei: Kariosutoro no shiro” (“Lupin the III: The Castle of Cagliostro”).
En 1982 empezó el cómic de corte épico “Kaze no tani no Naushika” (“Nausicaä of the Valley of the Wind”), que llevó al cine en 1984 y le convirtió en una celebridad.
Ese año, Miyazaki y Takahata pusieron en marcha su propia productora, Ghibli, con la que ya podían competir cara a cara con las más grandes producciones americanas, hasta el punto de que al maestro tokiota le llamaban “el Walt Disney japonés”, cosa que a él le desagrada bastante.
Sus trabajos, tanto para niños, como con lectura para adultos, son unas veces mezcla de culturas y estilos artísticos diferentes; otras, irradian pura fantasía de la mitología japonesa en una visión atemporal, que no distingue presente, pasado y futuro.
En sus películas, muchas de ellas aderezadas con la música de Joe Hisaishi, siempre se encuentran referencias a la naturaleza y contra la contaminación y sus protagonistas, de grandes ojos negros y redondos, siempre son de ambos sexos, muchas veces con pasados mágicos o insólitos, y, a veces, vuelan.
Entregado al detalle y al cromatismo, la creatividad de Miyazaki ha sido reconocida en diversas ocasiones.
Su “Mononoke-hime” (“La Princesa Mononoke“) fue Premio de la Academia nipona de Cine a la mejor película, y “Sen to Chihiro no kamikakushi” (“Spirited Away”) (2002), calificada de poema visual, fue Oscar al mejor filme de animación y Oso de Oro en Berlín, aparte de recibir otra treintena de galardones internacionales.
En julio de 2008 estrenó en Japón “Gake no ue no Ponyo” (“Ponyo“), sobre la relación de un niño de cinco años con una princesa pez que quiere convertirse en humano y en 2010 escribió y planificó “Kari-gurashi no Arietti” (“The Secret World of Arrietty”), que dirigió la joven apuesta de Ghibli Hiromasa Yonebayashi, llamado probablemente a continuar la obra del maestro; de hecho, ya prepara una secuela de “Porco Rosso“.
Mayazaki, trabajador incansable, define su proceso creativo como “pensar, pensar y pensar” y defiende “hacer todo a mano, incluso cuando se utiliza el ordenador