Director de ‘El Tío’: "Hay un acuerdo entre Concertación y Alianza para proteger el modelo de Guzmán"
El actor y también guionista de la película, que llega hoy a las salas nacionales, asegura que no busca "fusilar" al fundador de la UDI en la pantalla, aún cuando se podría haber hecho una "masacre". Su objetivo, dice, es generar un debate sobre su legado.
“El legado político de Jaime Guzmán es nefasto”, dice Mateo Iribarren, director y guionista de la película ‘El Tío’, que hoy llega a la salas nacionales. Con una fusión de realidad y ficción aborda la figura del fundador de la UDI y asegura que su objetivo es generar un debate sobre la “aberración” que es la Constitución de 1980.
De familia comunista, autoexiliado en Bulgaria y crítico de la clase política chilena, Iribarren -la pluma tras películas como ‘Post Mortem’, ‘Tony Manero’ o ‘El chacotero sentimental’- cuenta que fue extraño humanizar a Guzmán: “Yo no soy militante ni nada, pero mi madre y mis hermanos sí. Pero me interesé sobre todo en la visión política del personaje”. Explica que su intención no es fusilar a Guzmán en la pantalla, aún cuando se podría haber hecho una masacre de su imagen porque es un “personaje enormemente odiado”.
Opinión que no comparte la Fundación Jaime Guzmán, que hoy en un inserto en el diario El Mercurio acusa que la cinta, que produce y protagoniza Ignacio Santa Cruz, sobrino del asesinado senador, parece tener “un solo hilo conductor: desacreditar y denigrar moralmente al hombre y al político que fue Jaime Guzmán”.
– La crítica de la película apunta al legado de Guzmán, pero también a que más de 30 años después éste siga vigente…
– Yo creo que la política chilena cree en la democracia protegida y se ha acomodado a ese modelo. Hay un acuerdo tácito entre la Concertación y la Alianza para proteger el modelo de Guzmán y tener una sociedad que políticamente está coartada. Somos nosotros dos: ten el poder un rato tú, otro rato yo.
– ¿Y cuál es el debate que quieres generar?
– Creo que hay que modificar la Constitución y hacer que este país sea democrático de una vez por todas. Es como una democracia protegida, para que seamos realmente libres hay que cambiarla. Me interesa dar esa opinión o por lo menos que la película establezca una pretexto para discutirla.
– Y desde tu punto de vista, ¿no existe voluntad política de ningún sector para hacer esas modificaciones?
– Me parece que la Concertación no tiene ninguna intención de cambiar la Constitución. Lagos hizo unas modificaciones para la risa. Ahora va a salir Bachelet y ella no se compromete con nada. No veo salida, no sé qué tiene que pasar… que Bachelet se pegue en la cabeza y que un día se acuerde de sus inicios cuando era realmente de izquierda y creía en la democracia y en la libertad.
– Y bajo ese escenario, ¿votas o no votas en las próximas elecciones?
– No, yo no voy a votar. Mientras la Constitución se mantenga no creo en la democracia.
– La película llega al cine más de dos años después de haber estrenado la obra ‘Guzmán’, ¿faltó debate?
– La obra funcionó bien, pero el teatro es mucho menos masivo que el cine. Tiene una llegada súper limitada y el debate que queríamos producir, no se produjo. Ahora se está cumpliendo la expectativa que teníamos de debate, y la película sirve para eso.
– Y llega a la pantalla justo un mes antes de las próximas elecciones…
– La película está pensada para eso, no para molestar a nadie, sino para crear debate.
“Era todo lo facho que pensaba que era”
– En ese proceso de meterte en este personaje, ¿cambió en algo la visión que tenías de Guzmán?
– Profundicé un poco en su ideología, y me di cuenta que era todo lo facho que yo pensaba que era. Era de un conservadurismo impresionante y amante del modelo neoliberal. Él creía que los pobres son pobres porque Dios lo quiere así y que la trascendencia del alma es lo importante. Yo creo que estaba muy equivocado, y construyó la Constitución a partir de ese modelo.
– En la cinta planteas las contradicciones de Guzmán, ¿cuál fue su gran contradicción?
– La gran contradicción de Guzmán es ser un hombre tan inteligente y haber sido el ideólogo de una dictadura asesina. A mí me parece que eso no tiene perdón. El gallo sabiendo mucho y teniendo una espiritualidad y una educación fina, un genio -dicen algunos-, yo creo que era súper cabezón y entregó su vida una huevada infame. Ésa es la contradicción.
– ¿Qué rol juega en eso el personaje de Isabel Lineros, la torturada por la que él intercede…?
– Que haya salvado a una persona lo crucifica porque significa que sabía que se estaba matando gente. Eso es una contradicción terrible y ahí se pierde todo su sentido religioso. Entonces ante ese vacío, yo creo que este gallo prefirió morir. Él podría haber llamado a los pacos cuando vio a los asesinos en la escalera, y llamó a su chofer, no llamó a Investigaciones o directamente a Pinochet.
– ¿Se entregó a lo que venía?
– Yo creo que en sus cavilaciones nocturnas, a falta de sexo, pudo haber pensado que la cagó, que cometió un grave error apoyando la dictadura e instigando de alguna manera al genocidio. A mí me parece que su lado católico lo condenó, y él como creía en la trascendencia del alma dijo ‘ya, bueno, si tengo que pagar, pago’. Pero aquí es un tribunal más elevado… ojalá que se haya ido al infierno.
“Me gustó mostrar las pequeñeces humanas”
– Siempre se ha asociado el cine más con la izquierda, ¿se ha roto ya ese estigma?
– Lo que pasa es que cualquier persona tiene el derecho de opinar sobre la historia de Chile. Yo no sé si los Larraín son muy de izquierda, yo creo que no, más bien son de derecha y se han metido con el mundo de la izquierda. Yo que vengo de la izquierda, me meto con el mundo de la derecha. Y eso es muy valioso y ojalá que siga ocurriendo: hacer una reflexión y mirar a la otra orilla con respeto y proponer un tema de discusión, más allá de tirarle piedras a tu opositor. Es un acto de libertad.
– Y faltó ese acto de libertad de los actores, porque en la película muestras los díficil que fue armar el elenco para la obra…
– Nos costó convencer a los actores de hacerla. Tuvimos problemas para armar el elenco puesto que hay como una animadversión hacia Guzmán muy potente. Hubo que convencerlos de cuál era el significado final de montar la obra, pero finalmente lo hicimos
– ¿Por qué decidiste incluir en la película el proceso real de lo que fue hacer la obra?
– A mí me complicaba la idea de hacer ficción sobre un personaje real. Entonces, la única manera de empatar eso era fundir la realidad con realidad. Mostrarnos a nosotros mismos con nuestras propias contradicciones, mostrar que nosotros también estamos llenos de momentos buenos y momentos malos, y que uno puede llegar a transformarse en una persona, que le hace daño al otro sin querer o queriendo como lo hizo Jaime Guzmán.
– Tú hiciste el guión, diriges la película y actúas interpretándote a ti mismo, ¿cómo se maneja eso?
– Con verdad no más… es hasta impúdico y da hasta vergüenza ajena… pero la única manera de poder tratarlo era con harta honestidad porque o sino íbamos a parecer demasiado arrogantes frente a este personaje.
– Hay una escena donde se ven los resultado de una fuerte pelea con Andrea Freund (su ex pareja), ¿cómo decides qué mostrar o que no, independiente de lo que esto pueda generar?
– Es que igualmente la Andrea se hace a sí misma, hace una torturada, y yo a la vez la torturo a ella. Me transformo en una especie de Contreras yo también… son las contradicciones. Eso, realidad o ficción, el público verá, pero yo tenía que mostrar eso. Me gustó hacerlo así, mostrar las pequeñeces humanas.
“Estoy viejo para seguir regalando”
– ¿Cuáles son las expectativas con el público?
– Yo creo que el público va a ir a ver la película porque es una buena película, es entretenida, es dinámica, tiene contenido y se aleja de las comedias quinceañeras que se están apropiando del cine chileno y que son nefastas. Es un puro hueveo que no conduce a nada. Me parece que esta es una película de buena factura y que el público tendría que responder. Recordando el fenómeno que fue ‘Machuca’, que también es una película política, me da la espina que podríamos tener una sorpresa.
– La semana pasada se estrenó ‘Mis peores amigos’ de Nicolás López, ¿ése es el cine quinceañero?
– Yo no estoy en contra de ese cine, pero que no se vuelva como ‘el cine’ que hay que hacer. A mí me parece que el cine comercial tiene su validez y no reniego de él -de hecho yo voy a hacer una película pronto con los Méndez-, pero no puede ser que todos los estrenos son ‘El limpia piscina’, y puras boberías.
– Después de ocho películas como guionista y otras tantas más como actor, esta es tu primera película como director, ¿por qué decidiste lanzarte a la dirección?
– Estoy viejo para seguir regalando. A mí no me gustaba meterme a producir mis películas porque es un cacho, es carisímo, siempre sales para atrás, económicamente es muy difícil parar una película, pero ya me metí y me importa bien poco. Yo no tengo plata, así que me da lo mismo. Si consigo plata me la gasto en la película, no espero réditos monetarios. Para eso trabajo en otras cosas.
– O sea ya estabas un poco cansado de pasar tus guiones a otros…
– Estaba chato de entregar guiones que tú los ves después y no son exactamente como tú te lo imaginaste. Y para cometer un error así de autoría, es mejor cometerlo uno.
– ¿Cuál de esos errores fue el que más te marcó?
– Yo creo que Post Morten -con Pablo somos amigos hace mucho tiempo-, pero ese guión en particular que para mí era un acto poético, la autopsia de Allende se convirtió en una comedia. Eso me chocó porque jamás lo vi como una comedia, nunca. Creo que le faltó el respeto a ese momento.
– Después de esta película, ¿ya no paras?
– No, obviamente. Ya no le paso guiones a nadie nunca más.