McCartney demostró en 10 minutos todo el peso de ser una leyenda del rock
Gracias a la avería de un avión, los resignados seguidores que no alcanzaron a comprar las entradas para el concierto inicial pudieron presumir de que fueron los primeros en escuchar en directo los temas de "New", el primer disco de McCartney en seis años.
Paul McCartney necesitó diez años para convertirse en el músico pop más famoso de la historia y tan solo diez minutos para encandilar a 15.000 personas que la pasada noche le aclamaron en su tercera visita a Chile.
El retorno del líder de The Beatles a Santiago, tras los multitudinarios conciertos de 1993 y 2011, estaba previsto para el lunes, pero se canceló a última hora por problemas técnicos y el concierto tuvo que reprogramarse.
Gracias a la avería de un avión, los resignados seguidores que no alcanzaron a comprar las entradas para el concierto inicial pudieron presumir de que fueron los primeros en escuchar en directo los temas de “New”, el primer disco de McCartney en seis años.
Y considerando el precio de las entradas (entre 125 y casi 1.500 dólares; entre 90 y 1.085 euros), el recital, que duró más de dos horas y media e incluyó cerca de cuarenta canciones, era de los que hay que disfrutar desde el primero hasta el último minuto.
El espectáculo arrancó con una contagiosa invitación a participar de un “viaje mágico y misterioso” (“Magical Mistery Tour”), como proponía la banda sonora de la película estrenada en 1967, cuando los de Liverpool, con Paul McCartney, John Lennon, Gorge Harrison y Ringo Star, estaban en pleno apogeo.
Y así fue como “All my loving”, “Paperback writer”, “The night before” transportaron a un público mayoritariamente maduro varias décadas atrás.
Pero también puede acercar su personalidad hacia la orilla de la madurez. “Esta canción la escribí para mi hermosa esposa Nancy”, dijo al presentar el tema “My Valentine”, una sorprendente y delicada canción relatada en vídeo por Natalie Portman y Johnny Depp, empleando el lenguaje de los sordomudos.
McCartney se adentró después en su etapa con Wings, la banda que formó en 1971, tras la disolución de The Beatles, junto con su primera esposa, Linda Eastman, y el batería Deni Seiwell y el guitarrista Denny Laine.
Desde “Let me roll it” hasta “Nineteen hundred and eighty-vie”, pasando por “Band on the run” y la apoteósica “Live and let die”, una canción al más puro estilo del rock sinfónico que fue empleada como tema musical de la película homónima de James Bond y que estuvo acompañada de una atronadora descarga pirotécnica.
O al interpretar “Something in the way she moves” en recuerdo de su “querido George”, el tema lanzada en 1969 dentro del álbum “Abbey Road” y que fue la primera canción escrita por George Harrison.
Es el mismo McCartney que canta alborozado al son de la guitarra acústica, el bajo y el bombo ese himno optimista y un tanto naif llamado “All together now”, o que desparrama sobre el público el optimismo de la denostada “Ob-La-Di, Ob-La-Da”, considerada por Lennon como “la mierda para abuelas de Paul”.
En un concierto del exBeatle cabe de todo, desde “Back in the U.S.S.R.”, que hoy pasaría por ser el himno de Vladimir Putin en Ucrania, hasta la melancólica “Let it be”, que reproduce la onírica conversación de McCartney con su desaparecida madre.