Muere Cornelius Gurlitt, el anciano que atesoró arte robado por los nazis
En febrero de 2012, la Policía encontró en el departamento del anciano 1.280 cuadros. Había obras de Picasso, Chagall, Matisse y Beckmann, entre otros nombres.
El coleccionista alemán Cornelius Gurlitt murió hoy a los 81 años, indicaron representantes legales del anciano, quien durante décadas guardó en su vivienda de Múnich un tesoro de centenares de obras de arte, que incluía piezas expoliadas por los nazis.
El fallecimiento se produjo este martes en Múnich, unas semanas después de conocerse un acuerdo alcanzado por sus representantes con el gobierno alemán y las autoridades bávaras para la inspección y eventual restitución de las piezas a sus legítimos propietarios.
Estalla el caso
El caso de Gurlitt salió a relucir en febrero de 2012, al revelarse que durante décadas tuvo en su poder piezas de Picasso, Chagall, Matisse, Beckmann y Nolde, la existencia de algunas de las cuales se desconocía.
Gurlitt era hijo del marchante de arte Hildebrandt Gurlitt, uno de los pocos que tuvieron autorización del régimen nazi para negociar con obras del así llamado “arte degenerado”, que habían sido retiradas de los museos alemanes.
El coleccionista se mantuvo durante años en un casi absoluto anonimato, viviendo entre Múnich y Salzburgo, hasta que su colección fue descubierta en el marco de unas investigaciones por posible evasión fiscal.
El caso Gurlitt se inició el 22 de septiembre de 2010, cuando en un control de rutina en un tren que iba de Múnich a Zurich (Suiza) agentes de aduana encontraron una gran cantidad de dinero en efectivo en poder del coleccionista.
El hallazgo despertó la sospecha de que podía haber un delito fiscal de por medio, por lo que se inició una investigación que llevó, dos años después, a un registro de la vivienda de Gurlitt en Múnich, donde se encontraron 1.280 obras de artes.
Las autoridades lograron mantener el hallazgo en secreto un año más cuando el mismo fue desvelado por una publicación de la revista Focus.
En noviembre de 2013, se empezaron a publicar en una plataforma de internet las obras de las que había sospecha que habían llegado a manos del padre de Gurlitt, después de que sus propietarios judíos tuvieran que venderlas a bajo precio por la presión de la persecución del régimen nazi.
El 10 de febrero de este año hubo un segundo hallazgo en la casa de Gurlitt en Salzburgo, donde se encontraron 60 obras.