Daniel Muñoz se aleja de la televisión: “Está en vías de extinción"
A cinco días de que se emita el último capítulo de "Los 80", el actor que encarnó por siete temporadas a Juan Herrera adelanta el gran final y habla sobre otro papel icónico: su interpretación de Salvador Allende en la nueva película de Miguel Littín.
Como una “puñalada”. Así catalogó Daniel Muñoz la salida del productor de “Los 80,” Alberto Gesswein, de Canal 13. Una estocada propinada por parte de los ejecutivos de esa estación televisiva. Los mismos que le pidieron al actor “no hablar del canal”.
En la antesala del último capítulo de Los 80, el actor habla sobre su futuro lejos de la pantalla chica y su protagónico en “Allende en el laberinto”, película dirigida por Miguel Littín que se proyecta hoy miércoles en el Teatro Caupolicán. “Que no nos dejaran filmar en La Moneda creo que fue por motivos políticos. Por eso tuvimos que ir a Venezuela”, cuenta en esta entrevista.
-Los canales de televisión abierta han apostado por dar más vitrina a teleseries extranjeras. Incluso cinco teleseries turcas son la apuesta de al menos tres canales. ¿Hay poco espacio para tomar riesgos?
-La televisión hoy no está arriesgando. Es una televisión que está aprovechando qué es lo que está de moda y en base a eso, hacen más de lo mismo, como clonando resultados… Ahora la oferta televisiva es tan grande que la televisión nacional es un granito de arena: tienes el cable, la posibilidad de viajar por internet. Por eso la televisión es un elemento que va en vías de extinción. Esto que está pasando es un estertor de lo que se viene. Cuando la televisión ya no tiene la capacidad de reinventarse, de proponer cosas nuevas, es una entidad muerta.
“El éxito de Mega es que tiene gente que le encanta hacer teleseries, gente que realmente ama lo que está haciendo. Así de simple”
-Pero la televisión chilena existe hace más de 50 años. ¿Cuál es el argumento para una frase tan lapidaria?
-Porque se repite contenido. Tú cambias de canal y te encuentras lo mismo en todos los canales. Cuando una cosa se parece a la otra es como una semilla que no tiene la posibilidad de germinar, como estas semillas transgénicas que funcionan bien, te las comes, pero no tiene en sí el germen de la vida, no tienen personalidad. Y cuando no hay personalidad, la entidad desaparece.
-El productor Sergio Nakasone dijo que “algún día los directorios deben estar formados por gente que hace televisión y menos analistas e ingenieros. Así la pantalla sería más creativa”. ¿Comparte ese diagnóstico?
-Creo que es de perogrullo; es como si en un quirófano hubiesen abogados. Lo mismo pasa en televisión, debe ser realizada por gente que maneja el oficio, si no se pasa a transgredir su esencia misma. Ahora, ¿por qué motivos sucede esto? Porque son intereses económicos que están por sobre el sentido de la creación. La gente que está a cargo de la televisión tiene mucho poder, pero no tiene el sentido de hacer televisión, si no que de hacer rendir las lucas que se invierten. Esa gente tiene demasiado poder y desproporciona a lo otro, que es la gente que hace televisión.
-Mega ha sido el canal con mayor rating durante este año. En el caso de la teleserie “Pitucas sin lucas” ¿su éxito se debe a que es un reflejo de la sociedad actual?
-No, el éxito de Mega es que les gusta hacer teleseries, tiene gente que le encanta hacer teleseries, gente que realmente ama lo que está haciendo. Cuando hay gente que se pone a hacer teleseries, no les gusta y no tienen el talento para hacerlo, claramente no les va a ir bien. Así de simple. Una teleserie bien hecha es una teleserie bien hecha. Creo que Mega le dio en el clavo porque está haciendo lo que les encanta y se nota. Están capitalizando muy bien.
“El final de Los 80 va a dejar reflexionando mucho a la gente y esa es la idea: que la gente reflexione en familia lo que significó estos siete años siguiendo a una familia emblemática como los Herrera”
-En su minuto Los 80 también dio en el clavo al hacerse cargo de una audiencia nostálgica de esa época.
-Como serie es única. No sé si vaya a existir algo igual más adelante, sería ideal. Pero es un fenómeno televisivo: siete años haciendo una serie de un formato más cercano al cine que lo que se hacía comúnmente en televisión, es motivo de orgullo. Estoy tremendamente satisfecho por el proceso y el resultado.
-¿Qué temporada considera que fue la más débil?
-La más crítica, la mas difícil de hacer, fue la quinta temporada. En términos de rating y en términos de hacerla. De hecho sacamos a relucir estudios en que todas las series largas siempre tienden a bajar el nivel, la intensidad, en la quinta temporada. Es como un descanso que se da en la historia para ver si llega hasta ahí o se reinventa. La quinta temporada avisó que había que hacer cambios más drásticos para poder concluir con el objetivo que era hacer Los 80.
-Justamente tras la quinta temporada hubo un cambio radical en la historia: el quiebre de la familia Herrera
-El que toma la decisión final es el guionista y el productor, ellos deciden cómo va a terminar la serie y por qué. Hay un hecho claro: esta familia es Chile. Estamos contando la historia de Chile en los años 80, qué pasó con al familia, con el país. A mí me gusto el lado por el que se optó. Cómo termina la temporada es lo más lógico. El final de Los 80 va a dejar reflexionando mucho a la gente y esa es la idea, que la gente reflexione en familia lo que significó estos siete años siguiendo a una familia emblemática como los Herrera.
-Luego que Canal 13 despidiera al productor de Los 80 Alberto Gesswein, usted dijo que había sido una “puñalada por la espalda”. Con el fin de la serie se acaba también su contrato ¿En qué términos se va del canal?
-De eso no puedo decir nada porque no he tenido muy buenos resultados por los comentarios que he hecho. Dejo de hacer televisión por un tiempo, me voy a dedicar a la música y al cine.
-Ahora que Gesswein comenzó su trabajo en TVN, ¿sería una opción trabajar con él en la estación estatal?
-No estoy pensando en eso.
-A tres meses de la llegada de Cristian Bofill como nuevo director ejecutivo, ¿hacia qué rumbo se dirige Canal 13?
-No quiero meterme en ese tema, me pidieron que no hablara del canal.
“Que no nos dejaran filmar en La Moneda creo que fue por motivos políticos. Por eso tuvimos que ir a Venezuela. Cuando hubo cambio de Gobierno acá en Chile, ahí facilitaron La Moneda para hacer las escenas que faltaban”
-Cuando ocurrió el golpe militar usted tenía 7 años. ¿Qué percibió en ese momento del cambio que se avecinaba en Chile?
-Lo que más recuerdo es a mi madre llegando con los ojos llorosos por las lacrimógenas desde la plaza de San Fernando, allá donde vivíamos. Yo no entendía bien cómo era este juego, por qué escondían las cosas, por qué era todo tan misterioso, por qué había tanto miedo. En provincia estaba todo absolutamente controlado.
-La película “Allende en su laberinto” fue rodada en su mayoría en Venezuela. ¿Hubo poco interés en Chile por su producción?
-No supe el proceso, lo único que supe era que se rodaba en Venezuela y que no habían dejado rodar en La Moneda y el gobierno venezolano estaba de brazos abiertos recibiendo a todos los chilenos. Es paradojal, se vivió como en una atmósfera de exilio, hablar de tu país en otro país. Que no nos dejaran filmar en La Moneda creo que fue por motivos políticos. Por eso tuvimos que ir a Venezuela. Cuando hubo cambio de gobierno acá en Chile, ahí facilitaron La Moneda para hacer las escenas que faltaban.
“El error de la política chilena es que está pensada para proteger los intereses de unas pocas personas. No me vengan con cuentos que es para ayudar a la gente, eso es una fachada, no existe. Son los partidos políticos los que están envenenando el entorno”
-Para la conmemoración de los 41 años del golpe, la Presidenta se comparó con el ex Presidente socialista. ¿Tienen los mismos desafíos ?
-Cualquier presidente recibe desafíos, la diferencia está en la forma cómo los enfrenta. Allende logró más reformas que todos los presidentes de América Latina juntos, en mil días de gobierno. Claro, eso le costó la vida, pero hizo las reformas, aunque muchas de ellas volvieran a como estaban antes. Transformó la faz de Chile. La reacción de eso fue destrucción y el consiguiente gobierno dictatorial que vino. Ahora, no sé si Bachelet tiene los mismos desafíos. Hay una clase política que está dando un mal examen de admisión a la confianza del pueblo, incluyéndolos a todos, no se salva ninguno. Cariño por la gente, por ayudar, por proteger la naturaleza no hay en Chile. Es todo un mero formalismo. La verdad es que aquí se protegen los intereses de los empresarios….
La política es algo necesario, pero la buena política, en el sentido de pensar en el bien de las personas, no para sí mismo. Ese es el error de la política chilena, que está pensada en el yo, para proteger los intereses de unas pocas personas. No me vengan con cuentos que es para ayudar a la gente, eso es una fachada, no existe. Cuando se cambie eso, cuando los partidos políticos, que son justamente los gestores de este sistema en el cual estamos viviendo, se den cuenta de que lo importante es la ciudadanía, ahí la cosa va a cambiar. Son los partidos políticos los que están envenenando el entorno.