Pedro Lemebel: el legado de un escritor "pobre, comunista y maricón"
Su aporte en la lucha por los derechos homosexuales, su obra como escritor y su lado político. Hablan amigos como el actor Daniel Alcaino, los diputados Gabriel Boric y Hugo Gutierrez, además de Rolando Jiménez del Movilh junto a escritores y críticos literarios como Camilo Marks, Álvaro Bisama y Óscar Contardo. Porque como nos dijo Alcaino: "Lemebel era una institución por sí solo".
Lemebel fue mucho más que un gran escritor. Fue un hombre libre, un artista, un ícono pop. Político, callejero y rebelde, Lemebel fue sobre todo una voz. Una tan potente y particular que seguirá retumbando después del cáncer de laringe que mató a su cuerpo hoy. Acá repasamos su legado.
Rolando Jiménez, presidente del Movilh: “Lemebel tenía una visión muy fuerte de la política, colocó la violencia y la homofobia en la escena pública hablando sobre lo que pasaba en las poblaciones”
Aunque nació como Pedro Mardones Lemebel, el escritor decidió adoptar el apellido de su madre como una forma de potenciar su compromiso hacia lo femenino.Quizás fue su primera gran decisión política. Una perspectiva que se plasmaría en toda su literatura, una obra en que Lemebel recorre la temática homosexual, la pobreza, el clasismo y la marginalidad, desplegada con una pluma tan única como su personalidad. Un activista desde las letras contra la discriminación, el odio y la homofobia, esa que siempre vivió por ser “pobre y maricón”, como dijo muchas veces en una época, la década de 1990, donde ser homosexual era algo repudiado y penalizado con cárcel por la ley.
Foto: Jorge Aceituno
“Todos quienes somos LGBTI en los ’90 leímos sus libros, que por primera vez no eran entorno al gay clasista y de discoteque, sino que el más precario, el de ‘pobla’. Siempre se deja de lado al gay marginal, que tiene una vida mucho más dura por su orientación sexual como lo escribió en su Manifiesto.”, explica Erika Montecinos, directora ejecutiva de Rompiendo el Silencio.
En las postrimerías de la dictadura militar, el autor de “Tengo miedo torero” se fue convirtiendo en un activista político. En diciembre de 1987, cuando Chile se preparaba para el plebiscito que sacó a Pinochet, formó junto a Francisco Casas las Yeguas del Apocalipsis, un dúo que realizaba intervenciones teniendo como temas principales la violencia vivida por los homosexuales y la naciente nueva identidad de género.
Rolando Jiménez: “Lemebel nunca transó en su estética y estilo porque una sociedad lo discriminaba. Él se mostraba como se sentía”
En una de las intervenciones, Pedro Lemebel ingresó a la Universidad de Chile desnudo montado en una yegua. También se travistió en un acto del entonces candidato presidencial Patricio Aylwin, colocando un lienzo y reivindicando la causa. Por esos años, el candidato había hablado contra los homosexuales, así como la gran mayoría de los partidos políticos de todos los sectores, incluso el Partido Comunista, donde él y Rolando Jiménez adhirieron alguna vez.
Cuando Jiménez formó el Movimiento de Liberación e Integración Homosexual (Movilh), en varias ocasiones se reunió con Pedro Lemebel para hablar de la lucha activista. Pero tenían visiones muy distintas sobre dónde estaba instalada la homofobia: Lemebel sentía que había un sector de la izquierda que era más progresista, algo en lo que no concordaba Jiménez. “Yo insistía en que era algo transversal”, dice.
Desde todas las organizaciones coinciden en que Pedro Lemebel logró visibilizar una realidad oculta, logró poner en la escena la violencia de la que eran víctimas y pudo darle una cara al ambiente underground que por años pasó en el anonimato, con miedo. Por ejemplo, el artista escribió sobre la muerte de la escultora Mónica Briones, asesinada solo por el hecho de ser lesbiana en 1984. “Nos mostró un discurso que no hablaba desde la igualdad, del matrimonio igualitario; él nos hablaba desde la realidad, desde la marginalidad, que era ser homosexual en su mundo y eso lo visibilizó y logró instalarlo”, concluye Montecinos.
Camilo Marks: “Como escritor es casi un milagro en Chile, un país hasta hace poco tan arratonado, un país tan acartonado”
Como un “fuera de serie” y con un valor múltiple para posicionarse como un ícono de la literatura nacional calificaron los escritores Camilo Marks, Álvaro Bisama y Óscar Contardo el legado que dejó Pedro Lemebel. Camilo Marks: “Me tiene anonadado la noticia. Siempre que alguien muere se hace una valoración un poco prematura, brusca, pero el caso de Lemebel es especial. Él es espectacular. Es un hombre fuera de serie en todo… Como escritor es casi un milagro en Chile, un país hasta hace poco tan arratonado, un país tan acartonado“.
Opinión similar a la de Álvaro Bisama: “Para mí es una perdida totalmente irreparable. Para los que crecimos leyéndolo desde la década de los 90 era alguien que jurábamos que estaba ahí y que en el fondo creció con nosotros y que volvemos a esas obras para ver justamente el mapa de lo que Chile ha callado y lo que Chile no ha dicho, lo que el país es y no quiere ver de sí mismo”, dijo.
La importancia de Pedro Lemebel no solo fue valorada por su talento como escritor, sino que también como un personaje lleno de rebeldía en un país conservador y machista. Óscar Contardo lo cataloga como “una figura popular y ahí también hay un punto: cómo lo que se supone es tan repudiado en una sociedad como la nuestra, que es la figura de la loca, logra poner esa figura en el centro y transformarla en una especie de ícono pop. Eso también es algo insólito”.
Camilo Marks: “Los premios literarios son algo muy recientes, existen hace 100 años en el mundo. Cervantes, Shakespeare, Dante, Valsan, Dostoievski no obtuvieron nunca jamás un premio… Con o sin Premio Nacional, Lemebel es un escritor único y extraordinario”
Como suele pasar siempre que una figura del mundo de las artes fallece, las redes sociales no quisieron ser menos y alzaron la voz, pero no para valorar la obra de Lemebel, si no más bien para expresar su molestia porque nunca ganó el Premio Nacional de Literatura. Opinión que no fue compartida por los escritores consultados.
Camilo Marks fue categórico: “¡Las redes sociales y los periodistas son muy tontos! Los premios literarios son algo muy recientes, existen hace 100 años en el mundo. Cervantes, Shakespeare, Dante, Valsan, Dostoievski no obtuvieron nunca jamás un premio. El Premio Nacional de Literatura no tiene ninguna importancia, carece de toda relevancia. Con o sin Premio Nacional, Lemebel es un escritor único y extraordinario“.
Cinco cambios menos intenso fue Álvaro Bisama: “Me parecía que tenía sentido que Pedro lo ganara este año, pero en general es un premio que proviene del Estado, de la academia, del mundo constituido, algo que Lemebel nunca fue. Esperar que lo reconocieran hubiese sido muy bonito, hermoso, pero el lugar de Lemebel no era ese. El lugar de él básicamente era la calle, desde donde recepcionó lo que no se veía de la sociedad chilena, los mapas que construyen la identidad, la lengua… transformó esa lengua en una literatura que no existía”.
Óscar Contardo: “Estoy de acuerdo, no tiene ninguna relevancia. Yo estuve en la campaña para darle el premio, era más bien la satisfacción de darle un reconocimiento. La obra de él tiene un lugar súper destacado. Su figura es reconocida, genera cercanía, lo que es muy raro en una sociedad como la chilena, donde los escritores no ocupan lugares de importancia”.
De su amistad con Gladys Marín a su respeto por Boric: el testimonio político de Pedro Lemebel
A una semana de su muerte, el diputado comunista Hugo Gutiérrez fue a visitar a Pedro Lemebel a su habitación en la Fundación Arturo López Pérez. Pero este no lo dejó entrar de inmediato. “Fue a buscar una cajita que en la tapa tenía una hoz y un martillo. La abrió y empezó a hacerla sonar. Era una cajita musical que tocaba la internacional comunista… Así era Lemebel”, cuenta Hugo Gutiérrez.
Aunque nunca fue un militante formal, Pedro Lemebel fue un seguidor del PC. A pesar de ello, sus performances vestido con tacones altos y el símbolo de la hoz y el martillo maquillado en su rostro, como la vez que interrumpió una reunión de partidos de izquierda en la Estación Mapocho en 1986, causaban extrañeza en los militantes de la época y en los círculos de escritores.
“Eso hizo que le sonrieran y le dijeran: sí, buena onda él, que bien. Pero lo querían lejos. No lo querían en la misma mesa”, cuenta su amigo, el actor Daniel Alcaíno.
Esa vez en la Estación Mapocho, leyó su manifiesto “Hablo por mi diferencia”, un llamado de atención a la izquierda conservadora:
“Porque la dictadura pasa/ Y viene la democracia/ Y detrasito el socialismo/ ¿Y entonces?/ ¿Qué harán con nosotros compañero?/ ¿Nos amarrarán de las trenzas en fardos/ con destino a un sidario cubano?/ Nos meterán en algún tren de ninguna parte/ Como en el barco del general Ibáñez/Donde aprendimos a nadar/ Pero ninguno llegó a la costa”
A principios de los 90’, y en medio de una marcha por el aniversario del Informe Rettig, conoció a Gladys Marín. Lemebel iba vestido de negro junto a Francisco Casas, su compañero del grupo artístico “Las Yeguas del Apocalipsis”, con quien realizaba performances. Tenían pintado un “NN” en la espalda que llamó la atención de la dirigente comunista, quien les hizo una seña de aprobación. Una vez terminada la marcha, se juntaron a conversar. Fue el inicio de una amistad que sus cercanos describen como “inseparable”.
“Andaban siempre tomados del brazo”, cuenta el diputado Hugo Gutiérrez, que recuerda que Lemebel empezó a asistir de forma constante a gran parte de las actividades del partido. “No faltaba a ninguna fiesta de los abrazos”. De hecho, cuenta que los diputados del PC y los doctores tuvieron que convencerlo para que no fuera a la última celebración en el Parque O’Higgins, por su delicado estado de salud. En 1999 llegó a ser uno de los rostros emblema de la campaña de su amiga, Gladys Marín.
La diputada Karol Cariola cuenta que en una de las últimas visitas que hizo junto a Guillermo Teillier a su habitación, el escritor les pidió un cuadro de su amiga. “A mí me dijo: yo a estas alturas de mi vida, no pienso igual que los comunistas. Pero sin embargo no hay nadie más en los que confíe como confío en ustedes”, relata Cariola.
Hasta su muerte, Lemebel trabajaba en un libro que relataba su amistad con la fallecida dirigente, llamado “Mi querida Gladys”. “Ni siquiera estas niñas diputadas con aires soberbios… Nadie como tú mi amada Gladys”, tuiteó Lemebel en marzo.
Otro político a quien Lemebel manifestó su cariño fue al diputado Gabriel Boric. El 9 de abril de 2014 el escritor tuiteó “Gabriel Boric, tiene todo mi respeto”. Por su parte, el parlamentario y ex líder estudiantil leyó un fragmento del manifiesto “Hablo por mi diferencia” durante la discusión del Pacto de Unión Civil en la Cámara.
“El manifiesto es una crítica demoledora al machismo y conservadurismo de la izquierda tradicional. Y creo que el mejor homenaje que podemos hacerle (a Lemebel) hoy día, es entender que una izquierda que se precie de moderna, tiene que ser una izquierda feminista”, dice Gabriel Boric. Desde el círculo íntimo del escritor, y ya en su etapa terminal, Boric recibió un mensaje de agradecimiento por “el gesto político” de leer el manifesto.
Daniel Alcaíno, amigo de Lemebel, cree que más allá de los partidos, su legado político fue otro. “Más allá de la izquierda y de los partidos, él era una institución por sí solo. A Pedro lo asocio mucho con el color rojo. Pero no con el color rojo de los partidos. Si no con el color rojo de la sangre de la gente humilde, sencilla. Eso es lo que recuerdo de él”, dice el actor.