Muñoz de Marco: el artista chileno que retrata a los "poderosos de siempre"
El artista visual de 26 años retrata desde el 2012 a personajes que van desde Mario Kreutzberger hasta los controladores de Penta, la mayoría con sus rostros deformes o hinchados. Todos "próceres de la política" que a juicio del artista manejan el país "desde la luz o las sombras". Y aunque dice no buscarlo explícitamente en su pintura, las imágenes de los poderosos provocan en algunos indignación.
Con 23 años, Muñoz de Marco estudiaba artes visuales en la Universidad Diego Portales cuando se enfermó y cayó en cama. Fue entonces que se le ocurrió la idea. “Me acuerdo que estaba enfermo y con reposo absoluto en cama. No era mucho lo que podía hacer, pasaba el rato viendo tele y pintando en pequeños formatos. En eso en las noticias apareció Mario Kreutzberger haciéndole campaña a no sé qué cosa. A este caballero no le creo nada, pensé. Y le hice el retrato, bajo la guía de los artistas Patrick Hamilton y Aymara Zegers, que terminó siendo el primero de una serie de doce”.
Así se inició la serie “Estudios del Poder”, una colección de 12 retratos en los que Múñoz retrata a los poderosos que manejan el poder en Chile y que definió el concepto de sus posteriores obras, que define como “retratos del poder”.“Pinto a quienes me parecen son los próceres políticos actuales, para bien o para mal. Cómo los vemos, cómo realmente se ven, cómo se nos muestran. Eso me parece que no lo sabremos nunca (…) Ellos llevan el país, desde la luz o desde las sombras”.
“El poder hincha y deforma”
“Lo de los rostros (deformes) tiene que ver con poner en cuestión el rol de la pintura en los clásicos retratos de poder. ¿Es correcto pintarlos mal o pintarlos bien? ¿Merecen la trascendencia a través del arte de manera gallarda, o cómo una imagen confusa que genera rechazo? (…) Deformar un rostro no es un gesto que ennoblezca, al contrario”.
“Por ejemplo, una vez hice el ejercicio de poner un Sebastían Piñera que pinté, en un atril frente a La Moneda. Una señora se acercó a llenarme de garabatos y me acusó a un Carabinero que terminó echándome. Lo interesante es que el retrato no insultaba a Piñera en ningún nivel, solo estaba “mal pintado”. No iba de acuerdo a la idea de una buena pintura. La señora lo encontró una ofensa a su Presidente y se indignó. Yo lejos de enojarme me fui contento, porque sentí que la pintura estaba hablando por si sola, que provocaba algo en la gente. Otros, también piñeristas, la miraban y no sabían si enojarse o felicitarme. La duda les era más grande y no querían equivocarse, como si existiera una respuesta correcta”.
“El poder hincha, rebosa, deforma y muchas veces vuelve irreconocible hasta a los más cercanos. La pasta tiene que ver con ese exceso. Con la acumulación de poder sobre los hombros de una persona, el exceso y la inevitable posterior perdida de identidad. Pero los poderosos son seductores. Los que se manejan dan entrevistas sin arrugarse ni un poco. Los más poderosos fíjate que nunca dan la cara, nunca los vemos: no sabemos cómo son. Ellos se cuidan mucho”.
“La gente interpreta su indignación”
“He expuesto en el M.A.C de Quinta Normal, la Galería Balmaceda Arte Joven, la Biblioteca Nicanor Parra de la UDP y diversos lugares independientes como “Espacio Falso” o la Worm Gallery de Valparaíso. En esas exposiciones la gente se ha acercado a darme interpretaciones de las obras que me parecen súper atingentes y en las que jamás había pensado”.
“Por ejemplo, en el retrato de Paulmann sobre las cajas de cartón, por un lado está ordenado. Pero por la cara contraria está desordenado como un rompecabezas sin armar. Entonces una señora se me acercó y me dijo: “La cara que está hacia afuera (la ordenada) es la que él muestra al mundo: pulcro y nítido; en cambio la de atrás es su cara interior, como realmente es: fragmentado y confuso. Desintegrado”.
“Esa señora está analizando la figura de Horst Paulmann a través de una obra de arte. Eso es poderoso porque se cruzan muchas cosas: el rostro de un sujeto siendo activado a través de la pintura; el soporte y el montaje de una obra; además de la reinterpretación de un espectador. El arte y la pintura están haciendo que la gente analice a estas personas y de pasada le eche un ojo a sus facciones”.
“Mi objetivo es que la gente no se quede indiferente frente a lo que ve. Que por lo menos lo indigne o lo ponga orgulloso, lo que sea. Pero que le provoque algo, porque eso querrá decir que la pintura triunfó: que una imagen pictórica traspasó el umbral de indiferencia con un ser humano . En este momento en este país todos están hablando de cualquier cosa, menos de arte y mucho menos de pintura”.
“El arte se encerró en sí mismo. Está dialogando sobre cosas que a la gente no le atraen o no le parecen interesantes. Contra esa alienación, mi obra corre con dos ventajas: la primera es que la pintura transversalmente es considerada una expresión de arte. Y segundo, mi obra apela a una fauna de sujetos que son conocidos transversalmente por la mayoría de la gente. La otra vez subí a Facebook el raspado de olla de Moreira y se viralizó como loco. Les funcionó. Les hizo click. Puede que el ejercicio sea muy literal, pero a la vez algo pasó que la gente se motivó a darse el tiempo de comentar y compartir. Y no hablaban sobre el chiste fácil de Moreira pintado en una olla: hablaban sobre si estos sujetos merecían la trascendencia a través de una obra de arte”.
Agustín Edwards E. y David Rockefeller
Políptico de óleo y cartón sobre tela
Acrílico sobre papel hilado (cuatro copias de la Ley General de Pesca y Acuicultura)
Más obras de Muñoz de Marco AQUÍ