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15 de Mayo de 2015

Sergio Hernández: "Cuando uno llega (a Chile) no puede dejar de sentir una tensión, una atmósfera de desintegración feroz"

Desde octubre del año pasado que está trabajando en la personificación de Jorge Bergoglio, conocido desde 2013 como Francisco I, para meterse de lleno en la vida del Papa que llegó a cambiar los cánones de la Iglesia Católica. Y quizás el más mediático que ha pasado por el Vaticano. De regreso al país, tras las últimas grabaciones en Italia, el actor comenta que en su primera audiencia papal le advirtió: "Su Santidad, en Chile estamos muy mal. Sería muy bueno que fuera luego". Hecho que finalmente se concretará en 2016.

Por Consuelo Olguín
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Se trata de una película dirigida por un italiano, actuada por argentinos y protagonizada por un chileno. El foco del filme: encarnar la historia del primer Papa latinoamericano. Y será Sergio Hernández quien interprete los años maduros de Jorge Bergoglio, desde sus años como arzobispo de Buenos Aires hasta su llegada al Vaticano. De vez en cuando se le sale el acento trasandino, ya que hace casi siete meses viene preparando su papel, razón por la cual trabaja con una fonoaudióloga que le dice entre grabación y grabación: “Estuviste muy chileno, nosotros hablamos más pesado”. A ello sumado las decenas de entrevistas y homilías de Bergoglio que ha visto en internet.

El año pasado el actor chileno fue contactado por el asistente de dirección del filme quien, junto a parte del equipo, habían visto el trabajo de Hernández. Y tal vez fue la obra póstuma de Raúl Ruiz, La noche de enfrente, lo que convenció al director, Daniel Luchetti, de querer contactarlo. La primera reunión fue vía Skype y en francés. En esa oportunidad, Luchetti le dijo: “A mí no me importa que no te parezcas tanto a Bergoglio, si no que seas capaz de transmitir la humanidad que él tiene”.

Ahora, de paso por Chile, luego de grabar un mes en Turín, Italia, el actor comenta: “Cuando uno llega (a Chile) no puede dejar de sentir una tensión que hay en este país y una atmósfera de desintegración feroz”, a lo que añade que con la visita del Papa al país en 2016 “hay una esperanza de lo que él pueda decir y hacer para recuperar algo de los valores perdidos, tener fe en algo, y no estoy hablando solo desde el punto de vista religioso”. Sobre el rol político de Francisco I, la situación de la Iglesia en el mundo y la crisis de confianza en Chile habla en entrevista con El Dínamo.

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-Con la llegada de Jorge Bergoglio al Vaticano da la impresión de que se han corrido los límites conservadores de la Iglesia, que hay mayor apertura en ciertos temas. ¿Qué te dice de la Iglesia eso?

-Hay cambios tremendamente importantes como la participación de la mujer en sociedad, la vida que llevan los homosexuales, el que una Presidenta diga que echó a todos sus ministros y que hay un cambio de gabinete a través de la televisión, y un montón de actitudes y forma de vivir en sociedad totalmente distinto a como era hace un tiempo. Todas las instituciones se van renovando. Y la Iglesia es demasiado importante como para quedarse relegada a sus costumbres de hace siglos y no transformarse porque si no va a perder a su clientela, los fieles se van yendo puesto que la Iglesia no responde a los nuevos cánones de vida. Creo que la Iglesia está obligada a cambiar, a modernizarse y en ese sentido Francisco lo tiene súper claro y está haciendo todo lo que se puede para reformar a la Iglesia.

-Un discurso más moderno ¿es suficiente para reencantar a los católicos?

-Por supuesto y hay muchas formas. El hecho de establecer un lenguaje común, simple, que es como habla el Papa, una serie de actividades y costumbres, formas más tradicionales, añejas se van dejando de lado y eso evidentemente atrae más a la gente, especialmente a los jóvenes. A mí me llama la atención lo que se produce en la plaza San Pedro los miércoles en esta audiencia general o los domingo a medio día cuando les dice “que tengan un rico almuerzo”. Nunca jamás un Papa le había hablado así a la gente y habla de cosas bien cercanas, que ocurren en en el mundo.

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“Creo que está rompiendo ciertas reglas que están muy distanciadas de lo que la gente necesita”

-Sobre los gays ha dicho: “Si una persona homosexual tiene voluntad y busca a Dios, yo no soy quién para juzgarla”. Sobre las mujeres en la iglesia ha dicho que deben tener más participación, pero no que hayan mujeres sacerdotes. ¿Qué tan concreto es su discurso?

-Es algo que va caminando de a poco. Hay que sacar a la gente que está haciendo mal la pega ahí, del Vaticano especialmente y en otros lados también. Por ejemplo, todo lo que tiene que ver con los poderes económicos de la Iglesia. Bergoglio es como muy franciscano, entonces tiene esta cosa de simplicidad, humildad, de (usar) la misma ropa y los mismo zapatos, nada de oro. Cuando lo vestían dejó bastante sorprendidos a los otros curas por no seguir esta ostentación que siempre hemos conocido, esta cosa dorada, tan recargada, de dinero, de joyas. Hay situaciones que dejan bastante claro la actitud de Bergoglio frente a lo que es esta iglesia ostentosa, rica en dinero. Él critica bastante la actitud consumista, inconsciente.

-Hay quienes plantean que Francisco I ha roto los cánones de la Iglesia. ¿Coincides con ese diagnóstico?

-Creo que está rompiendo ciertas reglas que están muy distanciadas de lo que la gente necesita. Yo creo que va a haber un rencantamiento. Cuando tú vas a la plaza San Pedro te das cuenta de eso porque parecen barras de fútbol y han inventado canciones y todo. Él salió en la portada de la revista Rolling Stones, tuvo unas conversaciones súper cordiales con Raúl Castro y se dijeron unas cosas bien simpáticas. Castro le dijo ‘si usted sigue así voy a terminar rezando y yendo a la Iglesia’. Bonito. Eso, por ejemplo, es representativo de la forma de comunicarse, contactarse y relacionarse con la Iglesia.

 

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“Nos dimos la mano y le dije: ‘Su Santidad en Chile estamos muy mal, sería muy bueno que fuera luego'”

-Al comienzo de la entrevista hablabas de tu sensación cuando vuelves a Chile, luego de tus viajes a Italia por la película. Con los casos de corrupción que han salido últimamente ¿crees que se develó la real cara del país?

-Exactamente, porque había una imagen totalmente falsa: Chile como la Inglaterra de América Latina, que se decía antes, eran puras mentiras. Que Chile no es corrupto, mentira. Aquí está todo eso. Evidentemente no estamos a lo mejor a la altura de México o Colombia, pero acá hay gente que se enriquece a manos llenas de la peor manera. Somos un país que no tenemos nada que hoy pueda seguir escondiéndose, se roba muchísimo y desde hace mucho tiempo. Cuando uno llega no puede dejar de sentir una tensión que hay en este país y una atmósfera de desintegración feroz. Está muy mal Chile. En una audiencia papal en donde me tocó estar en primera fila, nos saludamos, nos dimos la mano y le dije: ‘Su Santidad en Chile estamos muy mal, sería muy bueno que fuera luego’. 

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“Lo más importante es salir de lo que es lo meramente morboso y hacer arte, tiene que haber sublimación”

-En el cine chileno han destacado dos películas que aborda el tema de curas y abusos: El bosque de Karadima y El Club. ¿Cómo interpretas el éxito que tuvo la película de Karadima y la expectación que hay sobre El Club?

-Lo que realmente es valioso de esto es lo que está ocurriendo con el cine documental y que hay mucho cine que se está haciendo hoy de muy buena calidad y que parten de hechos reales. Lo más importante es salir de lo que es lo meramente morboso y hacer arte, tiene que haber sublimación, hay que saber tratarlo para que sea bello, entretenido y que realmente logre el objetivo de denuncia: que te pasen cosas, que te duela, que te golpee. De lo contrario, lo único que te va a producir eso es el rechazo y no te va a producir conciencia.

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