Belisario Velasco y la fallida visita de Iron Maiden el 92: “El cardenal Medina era un experto en heavy metal”

“Te voy a contar esto tal y como fue. Bajo palabra de honor”, dice Belisario Velasco (79), democratacristiano, ministro del Interior del primer gobierno de Michelle Bachelet y dos veces subsecretario del Interior durante los mandatos de Patricio Aylwin y Eduardo Frei.

Se refiere a uno de los episodios más- en sus palabras- “ridículos” que le tocó vivir como parte del primer gobierno democrático después de la dictadura de Pinochet. Uno de los momentos más raros dentro de la historia del heavy metal, o del rock, que hizo que entonces Bruce Dickinson calificara a Chile como “un país medieval” y que por poco desata un conflicto diplomático. Esto porque tras una extraña polémica alimentada por el grito en el cielo que pusieron algunos miembros de la Iglesia Católica, el recital de Maiden se canceló, el productor a cargo perdió 100 mil dólares y su única explicación fue que hubo “situaciones complejas”. El grupo, que intentó venir igual al país solamente a saludar a sus fans, finalmente no lo hizo a sugerencia del primer ministro de Inglaterra, John Major.

En exclusiva, Velasco va a contarle al país a través de El Dínamo el improbable diálogo que sostuvo el año 1992 con el único cardenal del mundo-y candidato a Papa- con el extraordinario talento para imitar el ladrido de un perro, Jorge Medina Estévez. Tal vez el único que además parece saberse de memoria letras de las canciones de Iron Maiden.

El contexto en el que se da esta peculiar conversación sobre heavy metal entre un alto personero de gobierno y un importante miembro de la Iglesia Católica es el siguiente: Medina le pedía/exigía al gobierno, a través del ministerio del Interior, que prohibiera la entrada a Chile al grupo. Iron Maiden tenía agendado un concierto en la Estación Mapocho. Iba ser el primer show de rock pesado en la historia del Chile post dictadura, pero nunca llegó a realizarse. Belisario Velasco, entonces subsecretario del Interior del gobierno de Aylwin, sindicado por la mitología popular como uno de los culpables del vergonzoso episodio de censura, 23 años después, está listo para hacer sus descargos.

-La bola de nieve empezó, entiendo, con unos reclamos de Javier Prado, obispo auxiliar de Valparaíso, que relacionó unos rayados satánicos en el cementerio de allá con la venida del grupo. ¿Fue así?

-La primera parte, la conocí de oídas a través de la Gobernación y la Intendencia de Valparaíso, pero no se le dio mayor importancia que a los rayados que aparecen todos los días en todas las regiones. A lo que sí se le dio importancia fue a que recibí un comunicación del cura Jorge Medina Estévez (Nota de la redacción: en ese tiempo Medina era profesor de filosofía y teología en la PUC. En 1993 fue nombrado obispo de Valparaíso) diciéndome que venía a Chile el grupo heavy metal Iron Maiden y que era un conjunto que atacaba la cristiandad y a los valores del pueblo de Chile, católico, cristiano. Pedía que no los dejáramos entrar a Chile. Me envió una comunicación y me llamó por teléfono después.

-¿Y usted qué le contestó?

-Le dije que el Gobierno de Chile no era confesional, que no podíamos distinguir los grupos que venían, si eran católicos, protestantes o de otra religión, que la música y la cultura no tenían confesión religiosa para el gobierno, que era de todos los chilenos.

–¿Cómo se tomó esa respuesta?

-Insistió, por supuesto. Me dijo que las letras de las canciones hablaban en contra de los valores cristianos, de la Virgen, de Jesús, que eso era inaceptable. Que no deberían exhibirse en Chile. Entonces me preguntó si acaso yo no era cristiano.

–¿Qué le dijo usted?

-Que sí.

–¿Y entonces?

-Bueno, entonces me empezó a recitar las letras en inglés y luego me las traducía. Una cosa muy rara. Me preguntó si es que no conocía a Iron Maiden. Yo le dije que no me sabía las letras de las canciones, que si alguna vez los escuché en la radio no alcanzaba a traducir lo que decían, porque cantaban muy agudo y rápido. Ahí le dije a Medina que no teníamos mucho más que conversar, porque yo no era tan experto en heavy metal como él. Le expliqué que yo me había quedado en Los Beatles, que incluso los fui a ver una vez en los 60´ a Londres.

–Se debe haber indignado.

-Claro. Insistió en que el ministerio del Interior debía prohibirle la entrada al conjunto. Entonces le tuve que explicar que el ministerio no podía prohibir por razones religiosas el ingreso de nadie al país. Hasta ahí llegó la primera conversación.

Cuenta Velasco que tras cortar el teléfono se paró y fue a conversar con el Presidente Patricio Aylwin, con quien sostuvo otra improbable conversación para un ministro del Interior con un Mandatario. El tema: Iron Maiden. “Eran tiempos de un contexto político difícil. Teníamos problemas con el Frente Patriotico, con los descolgados del MIR, los descolgados de la Dina. Era un contexto político difícil y este tema era más bien anecdótico”, dice.

-Pero se sentaron a hablar de Iron Maiden con el Presidente. ¿Se consiguieron un casete o un cd para escucharlos?

-No, pero por supuesto que obtuvimos antecedentes, por saber, no porque fuera a influir en nuestra opinión. El Presidente los conocía, pero tampoco se sabía las letras. En síntesis, el Presidente me dijo que me encontraba la razón y que me apoyaba. Yo pensé que la cosa había quedado hasta ahí.

Al día siguiente, el teléfono de Belisario Velasco volvió a sonar. Era nuevamente Jorge Medina.

“Apenas contesto me dice que está llamando para pedirme oficialmente que suspenda el concierto. O que no diera mi visto bueno al ingreso de las personas. Yo le dije que ya se había dado el visto bueno- yo me había preocupado de averiguar con extranjería que las visas estuvieran Ok- pero que no era algo que dependiera de mí, sino de extranjería. Le expliqué que el subsecretario no se preocupa de cada persona que entra al país”, detalla.

-¿Y qué le dijo?

-Ahí me empezó a recitar las letras de las canciones en inglés, de nuevo. Le dije otra vez ‘no puedo discutir con usted que es un experto en heavy metal, señor Medina’. Enojado, me pregunta si ya estaba firmado el permiso. Le dije que yo no firmaba los permisos, porque el ministerio no puede prohibir ni permitir ingresos. Ahí me dice: ‘Bueno, esto yo no lo acepto’. Me dijo que eran malévolos, perversos, que iban a destruir a la juventud chilena. Y que él consideraba que el gobierno no podía prestarse para esto…

–Uhhh ¿Y qué le dijo usted? Porque ahí se puso pesado parece el señor Medina, que no era cualquier persona tampoco. Como usted dijo, era un contexto político complejo, donde los llamados poderes fácticos tenían harto peso.

-Si pues, y él era muy poderoso. Había sido obispo de Rancagua y era el pinochetista número uno de la Iglesia. Era pinochetista a rabiar. Incluso era de los que aseguraba que Dios en ninguna parte decía que la democracia debía venir de inmediato, así que los que se rebelaban en contra del gobierno militar estaban en contra de los designios de Dios.

–Me parece que usted primero lo tomó como algo anecdótico, casi una discrepancia en gustos musicales, pero que se puso seria. Muy bien no le debe haber caído a usted el señor Medina tampoco, me imagino.

-Pongámoslo así: él sabía que yo era demócrata y yo sabía que el era pro-dictadura. Yo había estado cinco veces preso por Pinochet. Los dos sabíamos con quien estábamos hablando. Ahí yo le dije “la democracia es diferente a lo que usted ha defendido. Estamos en democracia y se va aplicar la Constitución y la Ley de acuerdo a un estado demócrata. Por lo demás usted es el único que se opone, ya que ni el cardenal se ha manifestado. Hasta ahí llegó la conversación con el señor Medina.

–Y usted salió dando una conferencia de prensa.

-Claro, y lo que dije ahí fue lo mismo que estoy diciendo ahora, que el ministerio del Interior no tenía ni la intención ni la facultad de impedir el ingreso de nadie al país por motivos religiosos.

-Pero el concierto de todas formas no se hizo.

-Sí, fue lamentable porque pasó que el cura tomó contacto con las personas que arrendaban el local, con el municipio, e influyó también con los dueños del local, por lo que supe después. Yo no podía meterme a decirle a los dueños del local que se lo arrienden a los Iron Maiden. No estaba dentro de mis facultades eso.

–Para el común de la gente quedó como que usted había prohibido el ingreso de Maiden a Chile…

-Sí, ¡pero es falso! Todo fue algo ridículo que nunca debió llegar hasta lo que llegó. Categóricamente, y bajo palabra de honor, el ministerio del Interior nunca se opuso al ingreso de Iron Maiden. Primero, porque estábamos convencidos de que no tenía sentido. Y segundo, porque la ley los amparaba. Si no vinieron esa vez fue porque el cura se movió por otro lado.

-¿Volvió a tener contacto con él?

-Sí, al tiempo después me mandó como diez revistas Playboy, con mujeres desnudas, quería que las hiciéramos requisar. Le tuve que explicar que la desnudez tampoco era ni un delito ni un crimen. Recuerdo que años después reclamó cuando vino Madonna.

Eso fue el año 2008. Esa vez el cardenal Medina, después de una misa de aniversario de los dos años de la muerte de Pinochet, dio rienda suelta a sus conocimientos de cultura pop y recitó este elaborado comentario sobre la visita de Madonna, que se presentaba ese mismo día en el Estadio Nacional: “Los pensamientos de lujuria, los pensamientos de impureza, los actos de impureza, son una ofensa a Dios y una mancha, una suciedad en nuestro corazón”.

Iron Maiden se presentará el próximo 11 de marzo en el Estadio Nacional junto a Anthrax.