Ricardo Nixon School: el absurdo de la educación chilena según Cristian Geisse

Son las siete de la tarde en un hogareño hotel del barrio Lastarria. No hay espacio en que no se oiga el ensordecedor ruido de bocinas, conversaciones ajenas y frenazos de cuando en cuando. En eso aparece un apurado Cristián Geisse (39). Se queja del transporte santiaguino, pero rápidamente recupera el aliento y el deseo de conversar.

No lo odia, pero tampoco disfruta de Santiago. Cristian está de visita en la capital para realizar una serie de entrevistas respecto de su primera novela, ‘Ricardo Nixon School’, editada por Emecé y Cruz del Sur. En esta aventura, el licenciado en Letras devenido profesor de Lenguaje narra una especie de crónica esquizofrénica desde lo más oscuro de la educación chilena: un colegio subvencionado venido a menos.

La mala educación

En el ‘Ricardo Nixon School’, ubicado en Valparaíso, los buenos resultados y la motivación hacia el aprendizaje son lo que menos importa en una trama que, a ratos, pareciera un diario fiel de las vivencias de Arturo Navarro, su personaje principal.

Entre excesos y vidas mal llevadas se van configurando los personajes de la novela. Aunque se sitúa en un colegio, la intención de Geisse no era realizar un examen a nuestro sistema actual. En todo caso, el autor sabe que saldrán diagnósticos a partir de su texto. “Los únicos que se dieron cuenta de que la educación era una verdadera mierda fueron los estudiantes y los profesores. El cambio será más lento de lo que se cree, pero es preferible eso a que sea el Transantiago de la educación.

Patrimonio de la perrunidad

La narración marcha normal, hasta que un extraño acontecimiento logra captar la atención del lector más distraído. Nada hace presagiar el absurdo que irrumpe en la obra de Geisse. Para no entregar adelantos que podrían arruinar la experiencia, solo podemos decir que involucra a un disparatado perro, el ‘Terri’.

“Valparaíso es el patrimonio de la perrunidad. Me llamaba mucho la atención que no se hubiese escrito tanto sobre eso. Ser quiltro es una manera de ser y de vivir, que representa la vida de muchas personas. Hace poco, fui a mirar a la gente que vive en las calles, un hombre lavándose en una fuente, y con gente mirándolo. Estos son quiltros. Pensé que podría ser un personaje potente”, expresa Geisse.

Vivir de las letras

Cristian, desde el refugio que le proporciona la hogareña ciudad del Valle de Elqui, lleva 9 años haciendo clases en colegios. Pese a que le apasiona la escritura desde muy pequeño, nunca se proyectó haciendo de esta afición su forma de vida.

“Comprendí rápidamente que no iba a vivir de esto. Investigué, ¿qué hacen los escritores para vivir? A algunos los mantienen las señoras; otros venden marihuana.  Deben haber otros a los que les va bien, pero la mayoría vive en la precariedad“, reconoce el autor, pese a que vislumbra aspectos positivos de esta “doble vida” que deben llevar quienes escriben en Chile.

Las letras que aprendió en la universidad también las aplica al enseñar, aunque no le gusta imponer a sus alumnos. “Muchos la pasan mal. Alguien me decía: “Hijo de Ladrón” ¿Qué brillo tiene?”, y me dolió”. Considera que el obligar a leer ciertos libros genera un odio innecesario y una aproximación equivocada hacia los clásicos de la literatura.

El futuro y la trascendencia

Con respecto al boom que vive el mercado de los libros para adolescentes, Geisse identifica buenas intenciones. “En algún momento, esos lectores llegarán a otros autores. Por ejemplo, en ‘Crepúsculo’, a la protagonista le gusta Jane Austen, además habla de Macbeth. No sé hacia dónde se desplaza el cánon, pero sí hay gente que lee un montón”.

Cuando se pregunta el autor la razón que más lo motiva a escribir, no lo piensa dos veces. Es el goce, “aunque no es así cuando recién estás empezando. Te demoras, pero hay un momento delicioso que disfrutas”. Otra poderosa justificación es la idea de vivir a través de sus libros. “No sé si lo consiga, pero la idea de que un libro sobreviva muchos años y se comunique con otros da un vértigo por el que yo apuesto. Estoy lejos de eso aún”.