Sara Bertrand, autora de Álbum Familiar: "Cuando niña, todos queríamos que Pinocho muriera"
En su primera novela para adultos, la escritora se sumerge en una aventura de fragmentos y refugios en ojos de su protagonista: una niña que vive la época más gris de la dictadura.
Es un café pequeño, pero el espejo que adorna una pared crea la perfecta ilusión de un espacio amplio. Son pasadas las 10 de la mañana, y la escritora Sara Bertrand espera junto a un té humeante y con su computador prendido. Desde su perspectiva de historiadora y periodista, hay dos pasiones que se imprimen en sus obras literarias: construir relatos desde la nostalgia individual ante los hechos históricos y narrar para un público que, hasta hace muy poco, no era considerado por la industria: los niños y jóvenes.
Fue desde esa vereda que Bertrand le tomó el pulso y el gusto al relato para esos “pequeños” lectores, juzgados por vivir conectados a un celular y no a un libro. A su entender, no es tan así: “Ellos buscan libros que los estremezcan, porque están muy conectados, primero, con las emociones de sus padres, los leen de inmediato. Son muy hábiles, y eso se les escapa a los adultos”, asegura, mientras se abre una flor que endulza su té.
Sara confiesa estar en una etapa muy zen en su vida. A pesar de la calma, su más reciente obra, ‘Álbum Familiar’ (2016, Seix Barral), está teñida de tristeza y nostalgia, al contar la historia de Elena, una mujer que creció en dictadura. Al ser inminente que perderá la memoria en su época de vejez, la protagonista hace un esfuerzo por recordar las sensaciones de esos tiempos, se obliga a recordar. Ésta es la primera novela que Sara escribe para adultos; de todos modos, el cambio de público no fue premeditado.
“Son historias más bien fronteriles; no necesariamente eran juveniles o adultas. Mis primeros textos corresponden a un área súper infantil. Son historias lineales, fáciles de leer, y toda esa etapa corresponde a mi tiempo como mamá, con mis hijos, entreteniéndolos”, agrega la autora. “’Álbum Familiar’ se trata de un libro que quería escribir para jóvenes, para introducirlos en el tema de la dictadura”.
Si bien no creció en un hogar azotado por la represión, persecución o tortura política, a Sara, como a miles de niños, le tocó vivir aquella etapa gris. ”Era muy importante para mí rescatar la voz de mi juventud, fui muy exigente a la hora de buscar las emociones que me animaban”, enfatiza. Sara concibió su relato como una forma de acercar a las generaciones actuales a un tema que siempre toma partido por públicos de mayor edad. “Como joven, tú no quieres que una vieja de mierda venga y te aleccione; el joven viene a comerse el mundo. Si tú pierdes la memoria, es súper difícil sonar contundente”, explica.
La venganza en fragmentos
La historia transcurre en un lugar sin nombre, donde un “hombre de cuello mao” se toma el poder y reina el miedo y el silencio en la ciudad. Éste fue un juego que la escritora quiso crear para así identificar a un público más amplio. Se percibe, además, una sensación de venganza literaria en el contenido del texto. “Cuando era joven, obviamente todos queríamos que Pinocho se muriera. Yo me acuerdo de esa época (la imagen siguiente la retrata en aquellos años). Hay ciertas licencias que te da el juego literario”.
Más que seguir una línea de tiempo, Bertrand y su editor, Juan Manuel Silva, construyeron un reservorio de memorias fragmentadas y saltos al presente. “Él (Silva) tuvo mucho ojo. Ahondó mucho más en este quiebre, y fuimos construyendo. De alguna manera, antes tenía puras “fotos” de Elena, pero faltaba su voz. ¿Qué sucedía con ella? ¿Cómo le golpeaba esta realidad? Los pequeños diarios de vida hacen esto”, reflexiona.
Además de la perspectiva de los niños, Bertrand quiso retratar la sensación de los padres, a su entender, pertenecientes a una generación “que quedó muy cortada: mis padres, mis tíos, eran adultos muy jóvenes que estaban llamados a cambiar su momento y no tuvieron la chance. Ella (Elena) es testigo de su época”.
Así como Elena presencia una situación histórica, Sara vive la propia en su labor como escritora en un mundo dominado por la masculinidad. “Yo fui una niña que se vistió de niño y no tuve ningún problema: a mí me gustaban más las cosas de hombres; usaba camisas a cuadrillé y jugaba con mis hermanos. Yo me vine a enfrentar al tema de la desigualdad cuando salí de la universidad”, confiesa, a pesar de que en su hogar no existen divisiones según roles de género, y cada quien aporta para mantener la convivencia y orden en el hogar.
“Devine en una joven bastante guapa, y fue difícil hacerme escuchar, porque había mucho jote. Convertirse en un ser un poco apetecible para el sexo masculino es súper violento, porque necesitas ser muy agresiva“, evidencia Bertrand, en relación a su propia experiencia como mujer en el espacio público. “Yo vengo de la literatura infantil, que es un mundo mucho más cuidado. No hay crítica literaria, y no quiero sonar naïf, porque llevamos siglos de dominación masculina. No debemos olvidar que hace muy poco votamos, que hace muy poco se nos deja dar la opinión, pero después de haber ganado esa batalla, como que todo se detuvo“, reflexiona la autora, que por estos días tiene una apretada agenda presentando ‘Álbum Familiar’.
El texto no pretende ser un compendio de hazañas; Sara rescata el valor del relato individual. En el caso de Elena, su vida va brincando de escondite en escondite: su propio hogar, una casa en la playa y una especie de vivienda okupa donde se olvidaba, por un rato, la represión.
“Si ahora estallara una guerra mundial, es muy raro que nosotras vayamos a cambiar algo; vamos a ser parte de una época. Entonces, las historias individuales, en ese sentido, son más tristes que las universales. Es muy poco lo que se puede hacer, se te viene el poder de la historia encima. Lo que te queda es buscar esos refugios: tu cocina, tu lugar abrigado y con olor a recuerdos de cosas ricas“, concluye.