Diez frases de la entrevista a Natalia Valdebenito en Revista Paula que todos están comentando
La humorista, que brilló en la última edición del Festival de Viña, dio a conocer pasajes de su vida, infancia y sus inicios en la televisión.
Su exitoso paso por la última edición del Festival de Viña llevó a Natalia Valdebenito a lo más alto. La comediante tenía cuanta oferta existe y muchos prometían convertirla en un nuevo referente del humor chileno. Pero ella no aceptó, ya que no quería caer en la “sobrexplotación” de su imagen.
Calificada como la “antifamosa”, la ex Club de la Comedia ha sabido sobrellevar la fama tras la aplaudida rutina presentada en la Quinta Vergara. Pero poco se sabe de la Valdebenito pre “Cabra Chica Gritona”, la estudiante de teatro, la que vivía en el barrio Huemul, la matea de la escuela de teatro.
De todos estos temas fueron los que contó la actriz en entrevista con Revista Paula, donde reveló la relación con sus padres, su infancia, sus inicios en la televisión y por qué siempre desechó las teleseries. Aquí, un compilado de sus mejores declaraciones:
“Yo nací en 1979 y crecí en los 80; años difíciles, viendo la pobreza a mi alrededor. Que el frío, que las goteras, que costaba llegar a fin de mes. Mi papá reventado después de trabajar como chancho”.
“No me sentía muy cómoda siendo niña, porque encontraba que era fome. Dependía de las decisiones de otros para todo. Lo único que quería era crecer. No me divertía jugando a las muñecas, no tuve Barbies. El comercial decía: “Y ahora el bebé se hace pipí” y yo pensaba: “¿Por qué puede ser divertido mudar a una guagua? ¡No! ¡Qué fome!””.
“Nunca me interesaron las teleseries, que era el camino que se le ofrecía al actor en los 90. Me preguntaba: ¿Por qué no puedo ser yo la que genere mi propio empleo? En mi casa se hablaba mucho de independencia como un valor. Todos mis hermanos somos muy parecidos en eso. Yo sentía que la teleserie era un camino flojo, tenías que esperar que te llamaran, y eso dependía mucho del pituto, la conexión, y no tenía nada de eso”.
“Yo estudié en el colegio Santa Cruz, no en el Saint George’s. Sabía que la única manera era el casting, la suerte. Para postular, escribí el anticurrículum. Decía: ‘No soy esto. No estudié en tal parte. No crecí en tal lugar’, y me llamaron altiro“.
“Yo sabía que la gente no cachaba lo que yo hacía, y eso podía sorprender tanto para bien como para mal. Si lo hubiesen sabido, no sé si me hubieran invitado (al Festival de Viña). Por eso mismo, iba abrazada a mi material, y pensaba: “si muero acá, que sea por feminista y por canalla, por poner ideas que nunca han estado allí”.
“Si hubiese pensado en los premios, creo que no hubiera ganado nada. Me hubiera concentrado en conseguir los pájaros y los aplausos, me hubiera preocupado del qué dirán. Yo empecé diciendo que era putaza, que lo paso bien, y creo que desde ese momento el contenido fue rupturista“.
“A mí el escenario me da ganas, no temor. Ese es el mejor lugar del mundo para mí. El único donde no tengo miedo, ni incertidumbre, donde no pienso en la muerte ni sufro por nada. Por eso no entendía cuando la gente me preguntaba si no tenía miedo”.
“Me pareció desafiante (ir a Viña). Probar un escenario difícil me provoca mucho placer“.
“La fama no cambia nada. Esa es la huevá. Mi hermana se enfermó igual y tuvimos que estar en la clínica con ella. No porque yo sea esto, mis problemas se solucionaron, ni dejé de engordar. La gente sobrevalora el éxito. Desde el fondo de mi alma, siento que no es para tanto”.
“Yo creo que les empezó a afectar el éxito (a sus compañeros de El Club de la Comedia), la seguridad que teníamos para hacer nuestro trabajo. Es que de verdad, la Nathalie (Nicloux) y yo llegábamos con mejores temas. La calidad de nuestro trabajo empezó a molestar y no fue valorada. Y está claro, la historia lo dice: era mejor“.