"LGBTI": El libro que invita a rebelarse contra la sexualidad
Revisa acá un adelanto del libro que será lanzado la próxima semana.
El próximo martes 19 de julio, la sicóloga y experta en sexualidad Janet Noseda lanzará el libro “LGBTI: Historia y política de la sexualidad”, que analiza la diversidad sexual y la historia de la sexualidad, desde sus orígenes sociales hasta la actualidad.
La autora reflexiona cómo pasamos de ser una sociedad en donde la bisexualidad y homosexualidad eran normales, a ser una sociedad heteronormada y cómo se estipuló que ciertos órganos del cuerpo participarían en la relación sexual y otros serían prohibidos o mal vistos.
La autora reflexiona cómo desde la medicina se estableció que la sexualidad tenía ciertas fases y ciertos órganos que participarían, limitando las posibilidades de una relación sexual saludable y libre. Así, plantea la posibilidad de rebelarse contra la sexualidad como es vista hoy, con lo que podrían cambiarse los significados sociales estipulados por el Estado y por la Iglesia para crear otros que permitan mayor libertad y autonomía en el uso de los cuerpos.
Se analizará también la historia y prohibición de la masturbación, aparatos anti masturbatorios y la sexualidad vista, desde la Iglesia, como un lugar para reproducirse, despojándole su componente de placer.
El lanzamiento será el próximo partes 19 de julio a las 19 horas, en el teatro Cinema, ubicado en Ernesto Pinto Lagarrigue 179, Barrio Bellavista. La entrada es gratuita y abierta para todo público.
Acá te compartimos una parte del libro:
“En Chile se produjo un fenómeno parecido al de la antigua Grecia. El patriarca, por su mayor poder, era el penetrador no sólo de su esposa, si no también de sus esclavos. A través del penetrar, se mostraba poder por sobre los grupos subordinados.
Actualmente, los libros de historia no nos relatan que en nuestro país existió una gran cantidad de afroamericanos que cumplían labor de esclavos, traídos desde África, y que desembarcaban en el puerto de Valparaíso o llegaban cruzando la cordillera, en estados paupérrimos, algunos con bozales, vendidos en una esquina de la actual Avenida Manuel Rodríguez, en un corral que tenía una tarima para ser exhibidos.
Nosotros, quienes narcisamente nos hemos auto denominado “los jaguares de América” y que mantenemos costumbres británicas como “tomar el té”, “olvidamos” que la mayoría tenemos probablemente sangre negra, siendo que en el auge de la trata de esclavos Santiago tenía 18% de personas negras y Coquimbo un 20%, población que luego se fue mezclando con los mestizos.
En 1767, el latifundista Alonso Lecaros Ovalle yacía muerto a puñaladas por uno de sus esclavos, “el negro Antonio”, quien dormía en la misma habitación que Don Alonso. La razón del homicidio fue que, como era de costumbre, Don Alonso podía sodomizar al negro Antonio, por cuanto era de su propiedad, hasta que un día el negro Antonio, cansado de esta situación, mató a su violador a punta de puñaladas.
El castigo para el negro Antonio fue morir ahorcado en la Plaza de Armas de Santiago para que sirviera de escarmiento a los demás esclavos. En esta historia hay algo que es necesario detenerse a analizar. El penetrar a otro hombre no fue causa de pena ni de censura para el fallecido don Alonso.
Lo único que fue penado y repudiado socialmente fue el homicidio, mas no el penetrar a otro hombre. En el Chile del siglo XVII no se cuestionaba ni se escandalizaba por el sexo entre dos hombres, como se puede ver en la historia del negro Antonio.
En cambio hoy, el sexo entre dos hombres o dos mujeres aun es mal visto o criminalizado con pena de muerte en muchos países. ¿En qué momento la sociedad comenzó a condenar las conductas eróticas entre personas del mismo sexo y por qué?
Las categorías de heterosexual, bisexual y homosexual se crearon recién en el año 1865, estableciéndose con el propósito de patologizar las relaciones entre personas del mismo sexo, ayudándose del saber médico y de la cultura de la iglesia católica, imperante hasta hoy en día. Debemos considerar que, durante siglos, la iglesia católica ha influido en las decisiones políticas y la conducta de la gente.
Así, desde el siglo XVI en adelante, se estableció que la sexualidad sería solamente para reproducirse, tal como lo concibe el catolicismo y siendo ésta dentro del matrimonio, separando así la sexualidad en dos aristas: el placer y la reproducción, sin dar cabida a la interacción de ambas. Esto influyó principalmente en las culturas latinoamericanas, colonizadas por la España feudal, donde la monarquía estaba unida a la iglesia.
Aún hoy, la cultura chilena es más marianista que cristiana, es decir, venera a la virgen, y ello es interesante de analizar, en cuanto a sus repercusiones en la psiquis y en la construcción de nuestra realidad social. María representa a la mujer siempre virgen y siempre madre, “sin pecado concebida”. Es decir, se reproduce sin el tinte de la sexualidad por placer. Podemos observar cómo se realizan caminatas y ritos en torno a la virgen del Carmen, por ejemplo, donde la multitud carga una gran imagen de esta virgen en señal de su fe y devoción.
La sociedad, desde dos de sus componentes de poder, la iglesia y la medicina, creó las tres orientaciones sexuales mencionadas con el objetivo de hacer de la heterosexualidad la norma. Así, desde la sexología, se estipuló que en la sexualidad participaba un grupo de órganos llamados “órganos sexuales”, que seguirían ciertas fases y se tendería a la copulación entre personas de distinto sexo.
Órganos como el ano, fueron prohibidos y culturalmente mal vistos en la relación sexual, por la peligrosidad que produce el placer sin fines reproductivos y por su cercanía con la homosexualidad. El estudio de la sexualidad y la denominación de las normalidades y anormalidades, tuvo su peack a principios del siglo XIX, con los sexólogos Master y Johnson.
Así nacen y se mantienen hasta el día de hoy los trastornos del deseo, eyaculación precoz, erección y anorgasmia. Las mujeres, representadas por María siempre virgen, somos vistas con malos ojos si somos hipersexuales o sentimos mayor deseo del que se supone debiésemos tener, pues las mujeres somos vistas por el imaginario social menos deseosas que los hombres y menos activas en la relación sexual.
Surge así la figura de la Ninfómana, que padece una enfermedad mental por ser hipersexualizada. En la época victoriana, las mujeres histéricas tenían como sintomatología o características alto deseo sexual y abultadas prácticas sexuales con diferentes personas y, por supuesto, tenían una voz más activa o política.”