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19 de Febrero de 2017

Warnken realiza decadente diagnóstico: “Chile parece secuestrado por los usureros y los flaites”

En su habitual columna dominicial, el poeta analiza la sociedad en la que vivimos asegurando que nos hemos convertido en personas que tienen un "desamor a lo propio, y el rapiñaje y la ordinariez".

Por Redacción
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En su habitual columna dominicial en El Mercurio, Cristián Warnken se refirió en esta oportunidad a la sociedad, propiamente tal, desde algún paraje sureño en el que se encuentra.

Alli reflexiona: “Veo niños adentro de un bosque de coigües y raulíes, sentados y absorbidos por las tablets con las que sus padres han logrado mantenerlos quietos, para que no molesten, para que no hagan preguntas, para que no jueguen ni conversen con los pájaros y los árboles”.

En ese sentido, ahonda en la pérdida de contemplación que fue suplantada por la voracidad de una sociedad que se consume a sí misma, a través de espectáculos como la infaltable selfie que chilenos y chilenas “de todas las edades y condiciones sociales que se arremolinan frente a saltos de agua milagrosos para autofotografiarse”.

“Los chilenos al no conocer los nombres de los árboles nos hemos vuelto analfabetos en el gran libro abierto que es nuestro propio territorio”, haciendo referencia en los signos que se perdieron para siempre para dar paso a la “demencia digital” de la que habla el alemán Leo Spitzer.

“Por eso toda esta basura desparramada en este borde de lago en el que camino. No hay basureros en estas playas de este lago venerable. Veo venir un joven de la Armada, con su uniforme de campaña, recogiendo latas de cerveza, botellas de plástico, papel higiénico, para meterlo todo en un saco de basura. Los flaites ensuciaron la playa sagrada la noche anterior, así como algunas empresas madereras han talado sin misericordia la selva fría valdiviana. Lo que se salvó milagrosamente fue porque los pinos no se dieron bien aquí, porque el viejo bosque milenario los expulsó”, sostiene.

Agrega, además que “la devastación del paraíso hace tiempo que está en marcha y Chile parece secuestrado por los usureros y los flaites, dos caras de la misma medalla, en los dos extremos del espectro social. ¿Qué une a un flaite y a mucho miembro de nuestra clase dirigente? El desamor a lo propio, y el rapiñaje y la ordinariez. El descuido de Chile -territorio místico- lo lloran los árboles y lo dicen los ríos. Los ríos y lagos sobre los que pasan raudas las ruidosas y groseras “motos de agua”, alterando el curso de sus ondas sutiles y delicadas. Este río -el Fuy- y sus saltos están secándose. El “newen” (energía) de la tierra se debilita a gran velocidad”.

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