Carmen Romero: “El presupuesto en cultura bajó con la derecha, pero eso no puede ocurrir en ningún gobierno”
La directora de Santiago a Mil hace sus definiciones ad portas de los 25 años del festival de teatro más importante de Chile.
Por primera vez el Festival Internacional Santiago a Mil anunció su programación en un lugar público. En el evento de ayer, adelantaron que contarán con 81 obras que provienen de 23 países, algunos tan lejanos como Estonia y Singapur. Esta vez, la fiesta estará centrada en la memoria, en los recuerdos colectivos del teatro y la ciudadanía, así como también rendir homenaje a Andrés Pérez, director de la obra de culto La Negra Ester.
La primera edición de Teatro a Mil estuvo compuesta por cinco obras y se hizo en Estación Mapocho. Fue a inicios de la década de los 90, cuando las productoras Carmen Romero y Evelyn Campbell iniciaron a pulso un proyecto sin precedentes y que 25 años después se convirtió en el evento cultural más importante de Chile.
En un país donde hacer cultura cuesta, la creadora y directora de la Fundación Teatro a Mil, Carmen Romero, reflexiona acerca de la gestión, donde el financiamiento siempre escasea y los proyectos tambalean, pero que pese a eso logran impactar en la población modificando cómo las personas acceden a la cultura.
-A 25 años de Santiago a Mil, ¿cómo ves en retrospectiva los inicios del festival?
-Lo veo con mucha emoción sobre algo que no sabíamos que iba a ser esto finalmente. El teatro es una actividad importantísima y central en el desarrollo de nuestra sociedad, pero no tiene un sostenimiento permanente como recién ahora se está gestando. El primer año fue un esfuerzo conjunto entre artistas y nuestro. Hoy contamos con recursos públicos y privados que nos permiten tener el festival que estamos presentando, que tiene un 80% de programación gratuita. Yo llamo esto economía femenina, porque lo que hacemos es multiplicar los panes.
-BHP es uno de los principales finacistas de Fitam. ¿Te cómoda depender tanto de la empresa privada? ¿Hay Fitam sin BHP?
-Nosotros existimos, cuando comenzamos, por una voluntad. Esa voluntad sigue existiendo. Hemos tenido este crecimiento y este acompañamiento de una empresa que es Minera Escondida/BHP Billiton y también del Estado. Ahora, yo tengo una mirada particular: creo que el Estado somos todos. Como el festival comenzó siendo voluntad de artistas y una productora, hoy somos muchos más las voluntades que existen y creo que este es un proyecto que tiende a seguir uniendo voluntades. Buscaremos la manera de mantenerlo, con más o menos recursos, porque es una expresión muy genuina, hasta que nos den las fuerzas y cuando nosotros no estemos serán otros quienes lo hagan.
-¿Es más accesible el teatro para las personas de menos recursos ahora?
-De todas maneras. Eso nos sigue movilizando. Hoy efectivamente hay más festivales regionales, a nivel local y todo eso es muy bienvenido. Hay que crecer en los presupuestos locales y de la nación para mantener y sostener iniciativas no solamente como el festival nuestro sino muchas otras que son expresiones ciudadanas, expresiones de gente que se organiza. Si tú miras lo que ocurre alrededor del festival hay todo un tejido que se genera en cada uno de los lugares en donde estamos y eso implica organización del público para movilizarse con las obras que presentamos. Hay una generación completa que ha crecido con el festival, porque ha visto algunos de los proyectos que presentamos en calle, que abren imaginaciones.
-La presencia de la Pequeña Gigante marcó un hito en cómo las personas acceden a la cultura. ¿Tiene que ser sorprendente para llamar la atención de alguien que no suele relacionarse con obras artísticas?
-En Francia los espectáculos son de grandes dimensiones. Acá siempre se necesita algo de gran dimensión porque tú estás en la calle y necesitas contar una historia que pueda mirar mucha gente. Pero el teatro chileno tiene una tradición que es de teatro popular que se sigue haciendo. Nosotros hacemos de ese tipo y también con estructuras más grandes, con música en vivo. Creo que cuando los espectáculos son de alta calidad, no importa el escenario. Funcionan igual. Los pasacalles le gustan a la gente porque salen a jugar, pueden ir en familia, pueden recorrer sus calles. Pero no dejamos de lado el teatro más sesudo, con más contenido. La pequeña gigante fue un gran hito que nos dio la certeza de que hay que estar en la calle y que hay mucho público que está esperando jugar con esas historias, apreciarlas o compartir un rato. Da lo mismo si es de gran o pequeño formato, lo importante es estar con la gente.
-¿Qué tan descentralizada está la parrilla teatral del festival y cuál será su tema central?
-Vamos a celebrar la fiesta del teatro porque son 25 años ininterrumpidos. Es momento de agradecer, de celebrar junto a la gente. Estamos convocando a hacer visitas guiadas en los teatros de todo Chile, que la gente vea los camarines de un teatro, que conozca su historia, sus sueños. Sabemos que hay mucha infraestructura nueva, tener conciencia de lo que tenemos, para que podamos ver lo que nos falta. Vamos a lanzar nuestra plataforma TV que tiene parte de todo lo que hemos hecho durante estos años: documentales, entrevistas, obras en forma gratuita. Como propósito está en ir a las regiones. Hemos llegado a 7 regiones del país, no queremos llegar a menos que eso. Otro punto es que queremos hacer una inauguración simultánea para desplegarnos por la ciudad el 3 de enero, día en que muere Andrés Pérez, por eso le dedicamos el festival a él.
-En 2018 se cumplen 30 años desde que Andrés Pérez llevó al teatro la Negra Ester con su ayuda. ¿Se le hará un homenaje?
-Evidentemente que vamos a tener a la Negra Ester, y en una de las comunas que no la han tenido nunca. Además, vamos a tener un proyecto de la Ángela Acuña que se llama Pérez de Memoria, que vamos a estrenar en el festival este año en homenaje a Andrés. También vamos a tener a La Regia Orquesta y un documental sobre su trabajo. Él tenía visión del teatro de la calle.
-Pérez tenía el sueño de instalar al Gran Circo Teatro en los galpones de Matucana 100. ¿Fue un proyecto frustrado?
-Sí. Lo bueno es que ahí es cuando se demuestra lo visionario que son los artistas, porque Andrés vio ese lugar y vio un espacio para unir a distintos grupos de teatro. De tomarse un lugar en esa zona de Santiago, que es un sector más popular, más amplio. Fue impresionante lo que hizo con su compañía, porque un lugar que estaba de bodega, sucio, en dos meses lo tenían impecable. Había todo un centro cultural hecho a pulso por un puñado de gente. Lo bueno es que es un centro cultural, lo malo es que él no pudo dirigirlo. Nos hemos perdido mucha inteligencia e innovación no dándole espacios a los artistas para que dirijan centros culturales.
-Ustedes eran muy cercanos. ¿Qué crees que pensaría él del actual escenario artístico y de la conducción de Ernesto Ottone?
-No podría interpretar lo que diría Andrés. Si sé lo que hacía Andrés en ese minuto. Él era un gran convocador. Donde estaba él y su Gran Circo Teatro transformaba un movimiento y espacio que son muy necesarios. Me imagino que Andrés seguiría creando nuevos espacios. Lamentablemente creo que todavía no tendría un lugar porque no hemos reconocido a los artistas como gestores culturales. No veo diferencia entre un gestor cultural y un artista gestor cultural, porque el problema del financiamiento lo van a tener igual. Los artistas dan luces distintas y eso es lo interesante: las lecturas, cómo elevan la imaginación de todos al proponer nuevas cosas. Hay un tema ahí, de cómo hacer gestión cultural desde la pobreza, que los artistas saben hacer muy bien porque el teatro al no tener financiamiento fijo se requiere de mucha gestión y sintonía para existir.
-A seis meses de que termine el gobierno de Bachelet, ¿cuál es tu evaluación de la gestión cultural?
-El haber generado todo ese circuito de centros culturales es un legado indesmentible y clave para el desarrollo de Chile. Se han ido saldando deudas, como el teatro regional de Concepción. Se ha creado el Ministerio de las Culturas, se hizo una consulta indígena. Tendremos mucho patrimonio dejado por la Presidenta Bachelet, que tiene que ver con una sensibilidad. Tengo gran admiración por su legado. Esperamos que el compromiso de llegar al 1% al presupuesto de la nación se cumpla, que se siga avanzando hacia allá. Pareciera que esto no le sirve a nadie, pero el festival y todo lo que ocurre en torno a los centros culturales dan cuenta que no es tangible, pero así como son importantes los hospitales, las plazas públicas, son importantes los teatros para la convivencia, para generar comunidad. Hoy necesitamos tanto conversar, discutir, reflexionar juntos. El teatro invita a esas conversaciones.
-¿Qué faltó desarrollar o enfatizar en cultura durante este gobierno?
-Mayores recursos. Es un desafío para el futuro gobierno entregar presupuesto para los centros culturales, dotar de infraestructura de primer nivel, generar circuito en los centros. Hay que entender que el área de las artes y culturas involucra a todos los ministerios. Sirve para el desarrollo económico, para la salud, para la educación, para las relaciones políticas, para todo. Esto es una inversión y necesitamos mayor inversión en nosotros mismos.
-Siempre se vincula a los gobiernos de derecha con menos presupuesto para cultura. ¿Cómo ves este panorama, entendiendo que Piñera está encumbrado en las encuestas?
-Esto es un desafío tanto para la derecha como para la izquierda. Cualquier gobierno, del color que sea, tiene que acoger la pedida, si no que nos pregunten a todos los ciudadanos si queremos mayor presupuesto en cultura o en desarrollo armamentista, por ejemplo. Está en nosotros hacer valer esa pedida que está haciendo la gente, y es responsabilidad de los presidentes escuchar lo que estamos diciendo. Si hay tantos teatros, tantos festivales, es obvio que existen porque hay público. Es verdad que el presupuesto en cultura disminuyó en el gobierno anterior de derecha, pero eso no puede ocurrir en ningún gobierno y nosotros no podemos estar esperando que alguien haga lo que nosotros tenemos que hacer.
-Claudia Barattini pasó de Fitam al gobierno. ¿Fue justa su salida como ministra?
-Ella es una tremenda profesional, tiene un currículum bastante amplio. Fue un aporte cuando estuvo acá, y fue un aporte importante en la creación del Consejo de las Culturas. Su legado está. Mucho del trabajo que ella hizo se siguió realizando y lo bueno es eso, que se pueda seguir dando continuidad. El reconocimiento está a veces y otras veces no. Hay una generación, y ella pertenece a esa generación, que tiene un sentido del deber público, de trabajar en lo público.
-Cuando se especulaba con los posibles ministros en el gabinete de Bachelet, tu nombre sonaba fuerte. ¿Aceptarías ese desafío?
-No es algo que me mueva. Este lugar en el que estoy actualmente es el que me gusta. Admiro mucho a la gente que se dedica al servicio público y hace política en este momento porque es duro, de pronto es incomprendido por la gente. No sería capaz de tomar un liderazgo de ese tipo. Además siempre son rumores. Me siento super honrada de que alguien piense que yo podría liderar algo, pero nunca nadie me lo ha propuesto. Mis capacidades están más desplegadas acá, en un proyecto concreto que puedo ver más que en un tema de Estado.
-¿Qué significado tiene el reconocimiento público en lo personal?
-Debe ser que yo vengo de un pueblito muy chico que me provoca curiosidad cuando me dan un premio. No lo logro dimensionar ni entender y prefiero quedarme así. Lo agradezco, pero no lo logro entender. Hay algo en mí que hace que esa exposición pública me intimide.
-¿Cómo proyectas la continuación de Santiago a Mil?
-Surfeando las olas. Lo proyecto leyendo, interpretando y navegando con la gente. Hay otra cosa que me gusta del teatro, que es que nada se puede hacer solo. Esto es trabajo colaborativo, es unir voluntades. Ese camino hay que seguirlo trabajando, generar más conexión con la ciudadanía, con este pacto silencioso que hay entre el festival y la gente. Lo que intuyo es que hemos hecho algo importante para Chile y Latinoamerica, poniendo un foco aquí en enero con el festival. Es un trabajo de hormiguita, de tejer redes infinitas. Eso es el teatro.