Paz Bascuñán: “Los estereotipos uno ya no se los compra”
La actriz de No Estoy Loca reflexiona entorno al machismo y las presiones sociales a las que están sometidas tanto las mujeres como los hombres.
Sobre las presiones sociales que imperan sobre las mujeres, la actriz se muestra optimista dado que percibe un derrumbe. “Los estereotipos uno ya no se los compra. Todo lo que te vende el eslogan de la sociedad que te dice que para ser feliz como mujeres tienes que tener una pareja, hijos. ¿Quién dijo que eso nos hace feliz a todas las mujeres? La felicidad es algo mucho más personal, íntimo. Corre por una hebra mucho más profunda”, dice en entrevista con El Dínamo.
-¿Cómo dialoga esta película con Sin Filtro?
-Es una mirada desde lo femenino igual, interpela más que nada a ese público. Hay más madurez yo siento. Viene de ahí, pero ha crecido. Es más profunda, más emocionante, más radical. Es todo un poco más.
-Sí hay parecido entre por ejemplo el personaje de Sin Filtro y Cristina de Soltera Otra Vez, pero siento que este es distinto y la gente que vio la película no fue ese el comentario que recibí. Ahora, no me molesta para nada. Mi trabajo actoral no lo baso para nada en hacerlo diferente al personaje anterior. Lo que me obsesiona en mi trabajo es hacerlo con honestidad, con verdad, si se parece al anterior no me quita el sueño.
-Las mujeres han sacado su voz, no sé si es contra el mundo, pero está apareciendo fuertemente con su sensibilidad, con su mirada, con sus quejas, dolores, lenguaje y eso lo encuentro valioso.
-Porque vivimos en una sociedad súper machista. Es una cosa global, ni siquiera nacional. Este es un mundo regido por hombres, con lenguajes de hombre y parte del reinado de los hombres se basa un poco en descalificar a las mujeres porque eso les da como una seguridad, a algunos hombres, por supuesto. Es bonito cuando la mujer pierde un poco el miedo, se une con otras mujeres y habla con una voz más potente.
-La forma en que educamos padres y madres es súper importante y uno ya ve cambios. Escuchaba el otro día una conversación de niños de 8 años, uno decía ‘si te he pedido un beso, dámelo’ y otro decía ‘¿por qué si le pido un beso ella me lo va a tener que dar? Sólo si ella quiere me da ese beso’. Hay una mirada diferente. Son cambios que son culturales, que no son de un día para otro, son tomas de conciencia paulatina. Cosas que antes eran aceptadas hoy en día son inaceptables. Cosas que las mujeres aceptábamos como parte de algo normal, hoy día no, se deja de normalizar cosas que realmente son atropellos, faltas de respeto. Hoy hay una mirada global que dice eso no está bien, no corresponde.
-Vamos por un camino en que yo soy bien optimista. Los estereotipos uno ya no se los compra. Todo lo que te vende el eslogan de la sociedad que te dice que para ser feliz como mujeres tienes que tener una pareja, hijos. ¿Quién dijo que eso nos hace feliz a todas las mujeres? La felicidad es algo mucho más personal, íntimo. Corre por una hebra mucho más profunda, más allá que se ha instalado un discurso que te dice que tú eres feliz cuando estás en pareja, tienes tu casa, ojalá propia, tienes tus hijos, la hiciste toda si logras tener tu auto, si lograste la casa fuera de Santiago es una cosa que no tiene parangón. Hoy eso no es así, uno se da cuenta que puedes tener la casa en la playa y ser infinitamente infeliz. La felicidad no pasa por metas que se supone que tienes que ir cumpliendo como una carrera de una posta que te vas haciendo a ti misma. Hay miles de formas de ser feliz, como personas hay. Creo que esa es la reflexión hoy. Lo que me hace feliz a mi no es lo mismo que te hace feliz a ti y yo voy a ir a buscar mi propia felicidad, que tiene sus características y no tiene que ver con ese molde que se supone que te imponen desde los medios de comunicación sobre todo, esta sociedad consumista donde te hace sentir que para ser feliz tiene que tener esto o lo otro.
-Las mujeres que se salen del estereotipo primero deben pasar por la barrera de la descalificación. Nosotros como chilenos, todo lo diferente nos aterra. Como nos da susto lo descalificamos y le ponemos el pie encima, para que no nos haga ruido. Eso mismo pasa con gente que toma opciones diferentes, se le descalifica para que no haga ruido, no te fragilice a ti. Pero hoy hay más conciencia de que descalificar al otro tiene consecuencias y mejor mídete antes de descalificar. Hay mucho de juzgar y criticar al otro, pero también salen voces que tiene que ver con la empatía. Se van dando estos grupos que levantan la voz para que se construya una sociedad un poco más afectiva.
-Las mujeres de todas maneras tenemos más familiaridad con las emociones. Desde que tenemos un ciclo menstrual que nos hace vivir más emociones. Sabemos vivirlas mejor. Eso no es malo, lo encuentro un privilegio realmente. Cuando le dices a un niño que los niños no lloran, solo siento mucha tristeza y por ese papá que está diciendo eso. Es como guau, qué parte importante de la vida te haz saltado. Llorar es demasiado importante. Sin tener registros de llanto tampoco tienes muchos registros de risa, es como el ying y el yang. Hay que atreverse a vivir todo el abanico de las emociones, completas, no sólo algunas. Entonces claro, yo creo que los hombres están más acostumbrados a hablar desde la rabia y también es muy rico para los hombres que se conectan con otras emociones y hablan desde el llanto, el dolor, la frustración, el miedo. Así como es súper exigente es ser mujer en la sociedad, también es súper exigente ser hombre, desde siempre. Ser hombre y ser mujer es complejo y cada uno desde sus exigencias. Las nuevas generaciones vienen con un formato de vinculo más a flor de piel, conw menos prejuciios en el cuerpo. La tarea que tenemos, tanto mujeres y hombres, es sacarnos los prejuicios, nuestros roles sobre lo que se supone que debiéramos hacer. Chao, sacar, limpiar y encontrarse con la honestidad.
-Por lo general siempre he estado en ambientes que… sí, hay machismo, de todas maneras, pero así a ese nivel, como casi coimas sexuales a mí no me ha tocado verlo. Sí me ha tocado ver faltas de respeto, pero las mismas que se ven en las calles, y no estoy hablando de un piropo, sino de algo más complejo. Hay muchas conductas que se normalizaron por muchos años, o sea, desde siempre. Y si tú lo ves con la mirada de hoy, no tiene por qué ser normal eso, hay un límite. Ahora, no he visto nada tan radical.
-Mujeres de mi generación, todas podemos decir yo también. Si es una sociedad demasiado machista como para que nunca te haya pasado a llevar un hombre solo por el hecho de ser mujer. Pero la buena noticia es que eso hoy se denuncia. Es interesante, porque igual tiene que haber un equilibrio, tampoco se trata de hacer una caza de brujas. Ahí hay una responsabilidad tanto de hombres como de mujeres de mantener la cordura también y no irse al chancho para un lado ni para el otro.
-Me tocó ir en la micro con jumper y sufrir desde que te metan la mano hasta… O sea, violento, bajarte de la micro llorando y quedarse con rabia y miedo. Son cosas que igual te quedan, porque después no te dan ganas tu hija ande en micro con jumper, porque no quieres que viva esa experiencia. Tiene consecuencias.