“El poeta casi inmortal”: la íntima columna de Alejandro Zambra que recuerda a Nicanor
"Cuando las personas tienen más de cien años, es muy probable que mueran en cualquier momento, pero, como han dicho varios amigos, estábamos acostumbrados a la supuesta inmortalidad de Nicanor. Vivió tres años más completos
El escritor Alejandro Zambra se sumó a la ola de homenajes a Nicanor Parra, dando a conocer una íntima columna para el reconocido semanario “The New Yorker” que da cuenta de su cercana relación con el antipoeta que ahora descansa para siempre en Las Cruces.
Titulada “Recordando a Nicanor Parra, el poeta chileno casi inmortal”, Zambra recuerda que su primer encuentro con el hermano de Violeta fue en 2003, cuando llegó ‘colado’ al balneario, “pero Nicanor sabía que sus amigos traían consigo a un profesor y aspirante a poeta, que aún tenía veintitantos años y que deseaba conocerlo. Cuando las personas tienen casi noventa años, es muy probable que mueran en cualquier momento, pero Nicanor todavía estaba fuerte.
“Las conversaciones con él fueron siempre una aventura. Comenzaron con un intercambio de banderines, seguido de algunas frases sueltas y exploratorias que en realidad eran sus poemas más recientes, sus pensamientos de la semana. Durante el almuerzo, él hablaba sobre las alegrías del vino, del arrollado insuperable de Las Cruces, el color interesante de los tomates. La mejor parte fue la conversación después de la comida, cuando el guión despegaba en direcciones inesperadas y no parecía estar intentando enseñar nada, aunque uno siempre aprendía mucho”, señalaba.
Respecto a su relación con la prensa, el autor de “Bonsai” deja en claro que “fue complicada”, ya que para Nicanor “cada pregunta es una impertinencia, una agresión“.
“Recuerdo, especialmente, su forcejeo con el periodista Matías del Río. Nicanor aceptó hablar con él con la condición de que no hubiera preguntas ni grabadoras, pero del Río tardó dos minutos en romper las reglas. ‘Usted, señor, es un pontificador, y los pontífices pertenecen a Roma’, dijo Nicanor, de repente, y se fue sin decir una palabra. Del Río no sabía si ir o quedarse, pero después de un rato, nuestro anfitrión regresó, se disculpó y lo invitó a almorzar. Mientras comíamos, respondió las preguntas del periodista in extenso. En un momento dado, Parra me miró, me guiñó un ojo y señaló con su dedo índice derecho la manga del periodista: sabía perfectamente que su interlocutor estaba escondiendo una grabadora”.
Uno de los grandes momentos de su relación, fue cuando el antipoeta realizó su propia traducción del “Rey Lear”, llamada “Rey Lear & Mendigo”, y Zambra fue encargado de editarla.
“Parra buscó equivalencias, probó combinaciones métricas sorprendentes, rompió ritmos. Quería, como Shakespeare, reconciliar lo alto y lo bajo, lo solemne y lo vulgar. El verso en blanco isabelino tenía que coincidir con la métrica de su propia poesía; tenían que hacerse más poderosos. Shakespeare tenía que parecerse a Shakespeare pero también a Parra; Parra tenía que parecerse a Shakespeare, pero también, sobre todo, a Parra”.
Junto con ello, dio cuenta del día en que Sebastián Piñera “lo mató” en “un discurso para celebrar el Día Internacional del Libro, incluyendo a Parra entre los autores chilenos que ‘nos han dejado’. No sé qué pensó el poeta de ese lapso. Lo más probable es que se echó a reír“.
“Hace unos días, cuando Piñera descubrió que, ocho años después, Parra realmente había muerto, trató de arreglar las cosas con esta frase bastante ridícula: “Todo lo que le quedaba por lograr la inmortalidad era abandonar este mundo terrenal”“.
“Cuando las personas tienen más de cien años, es muy probable que mueran en cualquier momento, pero, como han dicho varios amigos, estábamos acostumbrados a la supuesta inmortalidad de Nicanor. Vivió tres años más completos. Pude haberlo visitado muchas veces, pero no lo hice. Todo lo que puedo hacer es decir adiós a él de esta manera, escribiendo, hablando en voz baja, a nadie”, sentenció.