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9 de Marzo de 2018

“Juegos Florales”: un relato parralino con olor a colonia inglesa

Su libro recrea imágenes mentales casi tan potentes como la proyección de un televisor.

Por Estefanía Sepúlveda
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Los juegos florales son una fiesta literaria de larga tradición histórica. Se trata de un concurso de poesía replicado en diversos países a través de los tiempos, particularmente en España. Por añadidura, no sorprende que Chile haya adoptado la costumbre y la conserve hasta nuestros días.

Este trozo de historia sirve como contexto para comprender la obra del autor nacional Vladimir Rivera, parralino de nacimiento. Rivera quiso retratar estos juegos centrados en una tierra fructífera en el ámbito literario, que describe en el texto como  “un lugar sagrado, el pueblo donde más poetas habían nacido y que ser un poeta era equivalente a ser un mago, un alquimista”.

La historia transcurre en una escuela e internado numerado, la Nº14 República de Cracovia. Allí conocemos a Vladimir, un preadolescente aficionado a la poesía y que sueña con convertirse en la siguiente promesa poética de Parral. Pese a que es virtuoso con las letras, posee un grado de discapacidad intelectual que va quebrando paulatinamente su memoria y le dificulta comunicarse con los demás. Con una constante atención a los detalles, el autor logra desentramar hasta la historia más pequeña llegando al final del libro.

Vladimir Rivera – no el protagonista, sino el autor de “Juegos Florales” -, tiene una trayectoria desde el mundo de los guiones constatable en el relato. Responsable de series como “Zamudio, perdidos en la noche” y “Gen Mishima”, su libro recrea imágenes mentales casi tan potentes como la proyección de un televisor.

De lejos, este relato huele a colonia inglesa y a miseria; a picadas de camioneros y a bebidas gaseosas en botella de vidrio. Asombra que tanto el personaje principal como su entorno escolar logren crear desde las carencias. Al amparo de un puñado de libros inspiradores, los pequeños poetas de la escuela se destacan por su especial sensibilidad frente a las letras, en un contexto muy distinto a la hiperconexión de nuestros días.

Vale la pena releer “Juegos Florales”. ¿Por qué? Existen microhistorias y guiños que una primera y única pasada no logrará retener. Conforme transcurren los capítulos, se va desenredando la maraña mental del protagonista y su extraña relación con el exterior. Tal como aquellos VHS empolvados y defectuosos, la memoria de Vladimir va quebrándose y confundiendo, o quizás creando, la realidad de su pueblo natal. Y es desde ese recuerdo borroso que comprendemos sus ganas de salir al mundo desde la poesía.

“Juegos Florales”, de Vladimir Rivera, está disponible en librerías y pertenece a Emecé Cruz del Sur, de Editorial Planeta.

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