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22 de Noviembre de 2010

El precio de un secreto

Hay legados francamente infelices, según The Economist. Uno de ellos son las quejas que hicieron ex presos de Guantánamo, que acusaron a los servicios secretos británicos de ser complices en tortura. Por eso este gobierno ha decidido pagar indemnizaciones a algunas de estas personas.

 

Por Francisco Valenzuela Huerta
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Hay legados francamente infelices, según The Economist. Uno de ellos son las quejas que hicieron ex presos de Guantánamo, que acusaron a los servicios secretos británicos de ser complices en tortura. Por eso este gobierno ha decidido pagar indemnizaciones a algunas de estas personas.

 

La prestigiosa revista establece que esto no significa una petición de perdón. Tampoco se está aceptando la culpa por parte del MI5 y MI6.

 

En febrero, un requerimiento de la Corte de Apelaciones de ese país ordenó la publicación del material que podría confirmar las acusaciones. Pero ahora este gobierno decidió investigar si “Gran Bretaña estuvo involucrado en el tratamiento inadecuado de los detenidos de otros países, que habrían ocurrido tras el 11 de septiembre de 2001”.

 

Si quiere saber más de este agudo análisis, haga click aquí (artículo en inglés).

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