Correa afirma ante una multitud en Quito que su revolución "no la para nadie"
El presidente ecuatoriano realizó un acalorado discurso al cumplirse un año del fallido golpe de estado que casi acaba con su mandato.
Ante una multitudinaria concentración de simpatizantes en Quito, el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, prometió hoy que la “revolución ciudadana” que aplica en su país “no la para nada ni nadie”, al cumplirse un año de la revuelta policial que el mandatario interpretó como un intento fallido de golpe de Estado.
Decenas de miles de personas de todo el país se concentraron en la avenida Los Shyris, en el centro comercial de la capital, para conmemorar el primer aniversario de la revuelta de policías.
El propio Correa, hace un año, tuvo que refugiarse en un hospital de la Policía cuando fracasó en su intento de apaciguar una protesta de agentes, que luego derivó en un alzamiento de proporciones.
Tras más de nueve horas de estar retenido, Correa fue liberado mediante una operación militar que se desarrolló en medio de un tiroteo, lo que puso fin a una jornada en la que fallecieron una decena de personas y cientos resultaron heridas.
Correa, al recordar los hechos, dijo sospechar que en la rebelión participaron algunos policías que respondían a unidades que dependían en el pasado de la embajada de Estados Unidos o con conexiones a organizaciones políticas de la oposición.
“Ahí se reflejaba también la brutalidad, los abusos que tradicionalmente se han cometido contra los derechos humanos” por parte de agentes, mencionó este viernes en un acalorado discurso pronunciado sobre una tarima ubicada en medio de la multitud.
El mandatario tampoco dejó escapar sus críticas a la prensa y a los grupos de oposición que, por su parte, han apuntado a que fue el mandatario el principal responsable de los hechos y de las víctimas que dejó.
Correa aseguró que los opositores son incapaces de vencerlo en elecciones y que por ello, a su criterio, lo “intentan con la sedición”.
El jefe del Estado alabó también la actitud de sus simpatizantes que, durante la revuelta policial del 30 de septiembre del año pasado, llegaron al mismo sitio de la protesta para rechazar la revuelta y exigir la liberación de Correa.
Ahí se vio a “decenas de miles de seres humanos marchando en paz pero decididos para defender la democracia”, dijo el gobernante al afirmar que los cambios que lleva adelante su Administración la defiende “todo un pueblo”.
Para Correa, que profesa el socialismo del siglo XXI, las supuestas balas que dispararon los alzados durante la revuelta “son las mismas que históricamente han asesinado en América Latina” a líderes de los cambios, como el expresidente Salvador Allende, en Chile, o monseñor Arnulfo Romero, en El Salvador.
“Pese a tanta brutalidad, aquí está nuestra América, más esperanzada que nunca, más ilusionada que nunca, más decidida que nunca para tener la Patria Grande”, remarcó el mandatario ecuatoriano.
Se lamentó de que a un año de la revuelta, la justicia no haya sancionado a los responsables y pidió a los agentes que participaron en el alzamiento que acepten su error y afronten las consecuencias de sus actos, pues así “se les respetaría un poquito más”.
Sin embargo, Correa admitió que en su Gobierno “todavía” son “vulnerables”, pese a que, según él, “el tiempo de los golpistas” y de los “traidores ya pasó y no volverá”.
Otro 30 de septiembre como el de 2010 “nunca más, pero debemos estar más preparados que nunca”, añadió Correa y dijo que la respuesta de su Gobierno será “por cada bala una nueva escuela, por cada infamia un puente nuevo, por cada mentira otro carretero, por cada difamación un nuevo hospital”.
“Libros, lápices, uniformes, medicinas son las balas con las que responderemos a tanta miseria humana y continuaremos con nuestra revolución invencible” y a la que “no la parará nada ni nadie”, concluyó.