Ser presidente de EEUU es bueno para la longevidad, según un estudio
Un profesor de la Universidad de Ilinois creó una fórmula para calcular el impacto del cargo en la longevidad de los mandatarios y descubrió que, al contrario de lo que se podría pensar, la mayoría de los líderes vivieron más que sus contemporáneos.
A pesar de las preocupaciones y de las canas que se multiplican durante sus mandatos, la mayoría de los presidentes de EE.UU. han superado el promedio de esperanza de vida de sus contemporáneos, según un estudio publicado hoy en la revista Journal of the American Medical Association (JAMA).
El autor del estudio, Jay Olshansky, profesor de epidemiología en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Illinois en Chigago, comenzó a interesarse por el tema el pasado verano cuando el actual presidente del país, Barack Obama, cumplió 50 años.
El medio siglo de Obama sirvió a los medios de comunicación para hacer balance de su gestión y analizar el impacto que habían tenido en él los dos primeros años de cargo, como pelo más cano, arrugas más pronunciadas y otros signos de envejecimiento temprano.
“No hay ningún test que pueda medir cuánto has envejecido de un punto A a un punto B y tampoco es posible predecir específicamente cuánto va a vivir un individuo”, señala Olshansky, pero pese a ello, y movido por la curiosidad, decidió indagar en el asunto.
Olshansky creó una fórmula para calcular el impacto del cargo en la longevidad de los mandatarios y descubrió que, al contrario de lo que se podría pensar, la mayoría de los presidentes estadounidenses vivieron más que sus contemporáneos.
Partiendo de la premisa de que los gobernantes envejecen el doble que el resto de ciudadanos (quitando dos días de vida por cada día en el cargo) comparó lo que deberían haber vivido, teniendo en cuenta su edad y el año en que en el que asumieron el cargo, con lo que realmente vivieron.
El resultado fue que 23 de los 34 presidentes que murieron por causas naturales vivieron más de que lo que había predicho con su método.
Los cuatro presidentes que fueron asesinados fueron eliminados del estudio: Abraham Lincoln (1861-1865), James Garfield (1881), William McKinley (1897-1901) y John F. Kennedy (1961-1963).
El autor subraya que a pesar de que la “sabiduría popular” apunta a que los mandatarios viven menos por el estrés al que están sometidos, la media de vida de los ocho primeros presidentes de EE.UU. fue de 79,8 años, en una época en la que la esperanza de vida era de 40 años. Ese periodo comprendería desde George Washington (1789-1797) hasta Martin Van Buren (1837-1841).
Según Olshanksy, aunque en el mundo de la biología no hay una forma de medir la edad de un individuo, “sabemos que el estatus económico tiene un poderoso efecto en la longevidad”.
De hecho, apunta, que todos los presidentes que ha tenido el país, menos diez, tenían una educación superior, cierto estatus económico y acceso al cuidado de su salud.
“No nos morimos por tener el pelo gris o arrugas en la piel”, señala Olshansky, “lo que estamos viendo en el presidente Obama no es diferente de lo que vemos en muchos otros hombres de su edad en Estados Unidos o en cualquier parte”.