Bachelet: “La primavera árabe ha generado un modelo para el resto del mundo”
En una entrevista con Efe, la exmandataria de Chile elogió las revueltas en el mundo árabe como "una fuerza joven que irrumpe en escena no ligada a las instituciones ni a las organizaciones políticas tradicionales, pero con un gran clamor por la libertad, la justicia social y la democracia".
La directora ejecutiva de ONU Mujeres, la expresidenta chilena Michelle Bachelet, considera que la primavera árabe ha generado “un modelo para el resto del mundo”, pese a que también ha evidenciado la dificultad de las mujeres para acceder a puestos de responsabilidad.
En una entrevista con Efe, la exmandataria de Chile elogió las revueltas en el mundo árabe como “una fuerza joven que irrumpe en escena no ligada a las instituciones ni a las organizaciones políticas tradicionales, pero con un gran clamor por la libertad, la justicia social y la democracia”.
Para Bachelet, esas peculiaridades hacen de la llamada primavera árabe algo único, que genera un modelo para el resto del mundo incluido el desarrollado, con bajos niveles de crecimiento y altos niveles de desempleo juvenil “que cuestiona el sistema económico y político”.
Aunque reconoció que es un proceso que aún no ha terminado y cuya forma final se desconoce, la chilena enfatizó que su valor reside en el hecho de que es una dinámica interna, propia de cada país, que trata de encontrar sus respuestas.
Para Bachelet, los procesos en Túnez, Egipto y Libia han sido distintos, pero existe una gran oportunidad histórica para que todos ellos puedan avanzar en sus aspiraciones, entre ellas los derechos garantizados para hombres y mujeres.
Respecto a estas últimas, señaló que el nuevo panorama ha evidenciado que las mujeres “todavía tienen tremendos obstáculos para acceder a cambios de representación o a puestos de toma de decisión en el mundo”.
“La única manera en que esto no sea así es a través de medidas especiales transitorias, como asegurarnos de que hayan cuotas o leyes de paridad”, y citó el ejemplo de Túnez, donde 49 mujeres fueron elegidas para el Parlamento, aproximadamente un 23 por ciento de los escaños.
La directora del órgano de la ONU para las mujeres agregó que hubiera deseado que esa representación fuese del 30 por ciento, “lo que haría una diferencia real”, pero pese a ello elogió las “listas cremallera” para favorecer a la mujer.
Interrogada por la paupérrima representación femenina en la Cámara Baja del Parlamento egipcio, que se calcula que rondará el 2 por ciento a la espera de resultados finales, Bachelet alegó que “son los propios egipcios quienes deberán evaluar las razones” sobre este fenómeno.
Sin embargo, calificó de “extraordinariamente malo” el dato, ya que, a su juicio, “la democracia no es solo el derecho a elegir, sino también el derecho a ser elegido”.
La que fuera presidenta de su país de 2006 a 2010 y desde entonces responsable de ONU Mujeres mostró su esperanza en que esta situación cambie tras el afianzamiento de los nuevos partidos surgidos tras las revueltas.
“La igualdad de derechos de hombres y mujeres es el objetivo último de la democracia”, sentenció.
Por ello, explicó que su organismo “ha apoyado todo este tiempo a Egipto, Túnez y Libia, donde esperamos abrir pronto una oficina de mujeres para sostenerlas en sus prioridades”.
A ese efecto, se ha abierto un fondo para los países árabes de cuatro millones de dólares, que espera que pueda aumentar en un futuro.
Bachelet se mostró preocupada por la situación en Siria y deseó que se encuentre pronto una solución para poner fin a la violencia y reconocer los derechos de los ciudadanos.
Aunque no descartó que la crisis siria pueda influir sobre toda la región, expresó su confianza en “la capacidad de los seres humanos, y en este caso del mundo árabe, para evitar una desestabilización de ese tipo”.
Finalmente, la chilena reveló que la experiencia de su país le enseñó que la democracia es “un proceso que se puede ir perfeccionando gradualmente, pero hay algunos elementos que se deben tomar desde el comienzo, como una Constitución que garantice una paz verdadera”.
“Es un proceso que tiene grandes dificultades y para el que no hay recetas”, remachó Bachelet.