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17 de Enero de 2012

Dialogos del capitán de Costa Concordia con autoridad portuaria lo incriminan directamente

Las conversaciones telefónicas que mantuvo el capitán del Costa Concordia y la capitanía portuaria de Livorno, evidencian irregularidades; Francesco Schettino incluso finge estar en la nave naufragada cuando ya la había abandonado.

Por Redacción
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La policía italiana ya tiene en sus manos importantes pruebas que permite despejar la responsabilidad de Francesco Schettino, comandante de la nave que encalló frente a la costa de la isla de Giglio.  Las conversaciones telefónicas que mantuvo el capitán del crucero Costa Concordia y la capitanía portuaria de Livorno, evidencian un conjunto de irregularidades cometidas por Schettino, quien incluso finge estar en la nave cuando ya la había abandonado.

Ya en la primera llamada  que recibió el capitán a las 21:49, cuando la quilla del crucero impactó contra los escollos de la costa de Giglio, lo que abrió una brecha en el casco [obra viva] de la nave, Schettino no reconoce la gravedad del accidente:Concordia, ¿todo bien”, pregunta la capitanía del puerto Livorno. “Positivo” fue la respuesta desde la nave.

Seis minutos después la capitanía portuaria llama de nuevo. “Concordia, les estamos preguntando si todo está bien”. “Sólo un problema técnico”, replica el capitán, mientras el barco acababa de encallar sobre el fondo marino.

Más tarde el enojo del comandante de capitanía en Livorno, Gregorio Maria De Falco, estalla, al enterarse por medio de testigos, que Francesco Schettino, ya estaba en tierra. “Quizás usted se ha salvado del mar, pero yo se la haré pasar muy mal. Asegúreme que está subiendo a bordo”.

“Comandante, por favor…”, trata de interceder Schettino. “No”, interrumpe De Falco. “Vaya a bordo. Asegúreme que está subiendo a bordo”. “Yo estoy con la guardia de socorro, estoy aquí, no he ido a ningún lado”. “Pero qué está haciendo”, le increpa el comandante de la capitanía portuaria. “Estoy aquí para coordinar el socorro”, responde Schettino. “Qué está coordinando”, le grita De Falco. “Vaya a bordo. (…) “Suba a bordo. Usted ha declarado en abandono de la nave. Ahora mando yo. ¡Suba a bordo, ¿está claro?!”, exige De Falco. Me llama desde allí, está mi socorrista allí, a proa. Hay ya cadáveres. “¿Cuántos?”, pregunta Schettino. “No lo sé, uno al menos” estalla el oficial. ¡Me lo tiene que decir usted, Cristo!”, grita. “Pero ¿se da cuenta de que aquí está oscuro y nos vemos nada”. El oficial ya está fuera de sí: “Y qué quiere, ¿volver a casa?, Schettino? Está oscuro, ¿y quiere volver a casa?“, ironiza. “Suba por la proa de la nave con la escalerilla de cuerdas, dígame qué se puede hacer, cuántas personas hay, y qué necesitan”.

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