China gasta 4,6 millones de dólares en baños para atraer turistas cerca Tíbet
Con las nuevas instalaciones sanitarias, las autoridades provinciales esperan eliminar las reticencias de los turistas más "urbanos y tímidos para optar por el aire libre cuando la naturaleza apremia".
El Gobierno de China ha invertido la astronómica cifra de 30 millones de yuanes, alrededor de 4,6 millones de dólares, para construir baños públicos en una provincia próxima al Tíbet y atraer a los turistas a esa zona del país.
Serán 80 las letrinas móviles que el Gobierno chino instalará en puntos estratégicos, aunque variables, de la provincia de Qinghai, en el oeste del país y colindante al Tíbet, informó hoy la agencia oficial Xinhua.
La intención fundamental es atender una de las quejas más comunes entre los visitantes de la región: encontrar un baño “limpio” en medio del altiplano, más frecuentado por manadas de animales que por humanos y con menos de cinco habitantes por kilómetro cuadrado.
Para conseguir satisfacer las necesidades de los más pulcros, las arcas chinas han desembolsado la friolera de 375.000 yuanes (59.400 dólares) por cada retrete, cuya distancia entre ellos será salvable en menos de una hora a pie antes de 2015, según la oficina provincial de turismo.
Aunque se trata de una ruta turística aún poco convencional, se asegura que cada vez es más popular y que más de 14 millones de personas la visitaron en 2011, un tránsito que hizo ganar a la segunda economía del mundo más de 9.200 millones de yuanes (1.450 millones de dólares).
Con las nuevas instalaciones sanitarias, las autoridades provinciales esperan eliminar las reticencias de los turistas más “urbanos y tímidos para optar por el aire libre cuando la naturaleza apremia”, dijo Xu Chaowei, portavoz del buró de turismo mencionado por Xinhua.
La escasez de aseos públicos no es exclusiva de las zonas más remotas del país, que en 2008 y con motivo de la celebración de las Olimpiadas empezó a aumentar el número de servicios comunes también en sus grandes ciudades, como Pekín o Shanghái.
En este caso, la inversión en Qinghai sorprende por las restricciones que Pekín impone a los turistas para la entrada en la región autónoma tibetana, de fácil acceso desde la zona limítrofe gracias a una línea de tren que une a esta provincia con el Techo del Mundo.
La inauguración en 2006 de esta vía disparó el turismo en la región y pasó a la historia como la primera conexión ferroviaria entre la región autónoma y el resto del país.
China asegura que el Tíbet es desde hace siglos parte inseparable de su territorio, mientras que los tibetanos esgrimen que durante mucho tiempo fue virtualmente independiente hasta que las tropas comunistas lo ocuparon en 1951, si bien Pekín considera ese hecho una “liberación” de la “teocracia”.
El Gobierno chino no permite el acceso de periodistas extranjeros al Tíbet -salvo en viajes organizados por las autoridades- y en épocas sensibles ha llegado incluso a parar la entrada de turistas a la región.