Argentina recuerda guerra de 1982 en Malvinas en medio de tensión con Londres
La conmemoración reivindicativa de la soberanía en las Malvinas (Falklands), en la que históricamente coinciden todos los partidos políticos argentinos, comenzará hoy por la noche con una "marcha de antorchas" por el centro de Buenos Aires.
Argentina conmemorará este lunes el trigésimo aniversario de la guerra con el Reino Unido en las Malvinas, en medio de tensiones con Londres por el antiguo litigio de soberanía de las islas, situadas en el océano Atlántico, frente a las costas suramericanas.
La conmemoración reivindicativa de la soberanía en las Malvinas (Falklands), en la que históricamente coinciden todos los partidos políticos argentinos, comenzará hoy por la noche con una “marcha de antorchas” por el centro de Buenos Aires.
La marcha dará paso a una vigilia frente al “Monumento a los caídos”, que se levanta en la Plaza San Martín, en el norte de la ciudad, en honor a los 649 muertos argentinos en el conflicto con los británicos, y habrá actos similares en otras grandes ciudades.
Una caravana de veteranos de la guerra que partió hace semanas de la localidad de La Quiaca, en el extremo norte del país y fronteriza con Bolivia, concluirá el lunes un recorrido de 5.000 kilómetros con su llegada a la ciudad Ushuaia, donde la presidenta argentina, Cristina Fernández, encabezará el acto central de recordación.
Acompañada por altos cargos de su gobierno, Fernández inaugurará un cenotafio con una “llama eterna” para recordar a los caídos en la guerra en la Plaza Islas Malvinas, de Ushuaia, la ciudad más austral del mundo y capital de la provincia de Tierra del Fuego, cuya jurisdicción abarca al archipiélago en disputa con el Reino Unido.
Al calor de la ofensiva diplomática desplegada en los últimos años por Argentina, la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) pedirá el lunes a las ONU que “promueva el diálogo” entre argentinos y británicos para dirimir la soberanía de las islas, negociación a la que Reino Unido se opone tajantemente.
La guerra de las Malvinas estalló el 2 de abril de 1982, cuando unos 900 soldados argentinos desembarcaron en Puerto Argentino (Port Stanley), la capital de las islas situadas a unos 740 kilómetros al este de las costas suramericanas, y expulsaron a las autoridades británicas.
Los analistas coinciden en que el conflicto sirvió para que el gobierno conservador de Margaret Thatcher recuperara la popularidad entre los británicos mientras que en Argentina se constituyó en el principio del fin de una cruenta dictadura militar (1976-1983).
El 30 de marzo de 1982, cuando naves de guerra argentinas viajaban hacia las Malvinas, el resquebrajado régimen encabezado por el entonces general Leopoldo Galtieri había reprimido con violencia una huelga y una pacífica marcha hacia la Plaza de Mayo, frente a la sede del Gobierno, para reclamar el retorno de la democracia.
El mismo paseo histórico donde Galtieri había sido aclamado en manifestaciones populares fue escenario de grandes disturbios el 14 de junio de 1982, cuando las tropas argentinas se rindieron a las británicas.
Lo que para Argentina -de 40 millones de habitantes- es “la gesta de las Malvinas”, se conmemora en las islas -de unos 3.000 pobladores de origen inglés- como “el día de la invasión”, que dio paso a una guerra que causó la muerte de tres “kelpers” (malvinenses) y 255 soldados británicos.
Argentina reclama que el Reino Unido cumpla una resolución del Comité de Descolonización de las Naciones Unidas (ONU) que en 1965 dictaminó que las Malvinas son un enclave colonial británico e invitó a las partes a negociar la soberanía de las islas tomando en cuenta los intereses de la población, de origen inglés.
En las últimas semanas, argentinos y británicos han elevado el tono de sus acusaciones en un conflicto que data de enero de 1833, cuando tropas inglesas ocuparon las islas y expulsaron a la población argentina.
Argentina ha redoblado las presiones para frenar explotaciones de pesca y petroleras en torno a las Malvinas y ha logrado que los países suramericanos decidieran impedir el ingreso a sus puertos de barcos con bandera de las islas o naves de guerra británicas.
Recientemente el Reino Unido envió a las Malvinas al destructor más moderno de la Marina Real y al príncipe Guillermo para tareas de formación militar.