“Sacó su arma y le disparó a la cabeza”: Niño sirio relata el asesinato de su amigo por parte de soldados
Los testimonio de habitantes de la atacada localidad de Hula, apuntan, a una operación del Ejército sirio en primer lugar y a una posterior posible colaboración de la shabiha, las milicias progubernamentales que siembran el terror desde el inicio de la revuelta hace poco más de un año.
En la organización de derechos humanos Human Rights Watch (HRW) no tiene dudas respecto de los autores de la última matanza que ha azotó a la localidad de Hula, en oeste de Siria en la que el pasado viernes murieron 108 personas, al menos una treintena de ellas niños. Supervivientes de la masacre y activistas antigubernamentales entrevistados por la organización aseguran que el Ejército sirio “bombardeó la zona y después hombres armados vestidos con uniformes militares atacaron casas a las afueras de la ciudad y ejecutaron a familias enteras”, según recogen en un comunicado que han publicado este lunes desde su sede en Nueva York.
Los documentos gráficos que los mismos activistas han colgado de la red y el relato de los observadores de la ONU que el sábado tuvieron acceso al lugar de los hechos, han llevado a la comunidad internacional ha expresar su repulsa ante un ataque del que el régimen de Damasco se desmarca. En la mima línea, el enviado especial de la ONU a Siria Kofi Annan, quien llegó este lunes a Damasco, se mostró horrorizado ante los hechos.
Los testimonios de los supervivientes apuntan, a una operación del Ejército sirio en primer lugar y a una posterior posible colaboración de la shabiha, las milicias progubernamentales que siembran el terror desde el inicio de la revuelta siria hace ahora poco más de un año.
Relatos escalofriantes
El relato de los hechos que ofreció un testigo a HRW sostiene que en torno a las dos de la tarde, soldados de un control militar abrieron fuego para dispersar a los manifestantes. Miembros armados de la oposición atacaron después el checkpoint desde el que había disparado el Ejército. Después los militares respondieron bombardeando con intensidad varios barrios de Hula. Cerca de las seis y media de la tarde, justo cuando los bombardeos cobraban mayor intensidad, hombres armados vestidos con uniformes militares atacaron las viviendas cercanas a la presa de Hula. Se trata de unas ocho casas, pertenecientes todas a una misma familia. Un total de 62 miembros de la familia Abdel Razak habrían muerto en los ataques, según relataron tres supervivientes a HRW.
Un niño de diez años, miembro de la familia, cuenta que vio cómo mataron a su amigo de 13 años: “De repente escuché disparos. Era la primera vez que escuchaba tantos disparos. Mi madre me agarró y me escondió en un pajar. Escuché a los hombres gritar. Escuché a la gente llorar, sobre todo a las mujeres. Miré por la ventana. Miraba a veces, pero tenía miedo de que me vieran. Hombres vestidos como soldados, de verde, con otros colores y zapatos blancos entraron en nuestra casa. Unos minutos después salieron. Después, al otro lado de la calle, vi a mi amigo Shafiq de 13 años que estaba de pie, solo. Un hombre armado vestido de militar le cogió y le puso en la esquina de una casa. Sacó su arma y le disparó en la cabeza”.
Human Rights Watch ha pedido este lunes al Gobierno sirio que permita la entrada de una comisión de investigación internacional para poder esclarecer lo ocurrido. Desde que los opositores sirios decidieran salir a la calle a manifestarse en contra de su régimen, a mediados de marzo de 2011, Damasco ha cerrado a cal y canto el país e impide salvo contadísimas excepciones la entrada de reporteros internacionales e investigadores de derechos humanos.