Correa subraya que Asamblea de la OEA debe tratar “el acceso al mar de Bolivia”
En el marco del encuentro de la Organización de Estados Americanos de Bolivia, el Mnadatario ecuatoriano criticó a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la satanización de los Estados
El presidente de Ecuador, Rafael Correa, criticó hoy a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), a los medios de comunicación “manipuladores”, a las ONGs de los países desarrollados y a quienes “satanizan” a los Estados y la política pública.
A su llegada al encuentro, el Mandatario indicó que “También venimos a hablar de cosas ineludibles, impostergables, como las Malvinas argentinas, como el acceso al mar de Bolivia, como el derecho de los pueblos ancestrales bolivianos a masticar la hoja de coca”, según consigna Cooperativa.
En un discurso ante la 42 Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), en la ciudad boliviana de Cochabamba, Correa dijo que instituciones como ese organismo regional y la CIDH deben “revolucionarse o desaparecer”, para adecuarse a los cambios políticos en la región.
Según el mandatario, los “procesos revolucionarios de Latinoamérica” están “cambiando la relación de poderes en función de las mayorías” para acabar con Estados que calificó de burgueses, aparentes e incluso “de plastilina”.
El discurso de Correa fue anunciado como “sorpresa” por el canciller boliviano, David Choquehuenca, aunque el mandatario anfitrión, Evo Morales, lo invitó públicamente la semana pasada, para que expusiera en la cita de ministros sus quejas sobre el sistema interamericano de derechos humanos.
El gobernante ecuatoriano dijo que la OEA no está al nivel de los nuevos tiempos, que le falta un espacio de toma de decisiones a nivel presidencial y que su burocracia funciona a veces al margen de la realidad continental.
Acusó a la OEA de ineficacia ante situaciones “coloniales” como la de las islas Malvinas, que Argentina reclama al Reino Unido, o el embargo de Estados Unidos a Cuba.
Según Correa, el líder cubano Fidel Castro tuvo razón cuando llamó a la OEA “ministerio de colonias” de Estados Unidos, pero aclaró que no critica al actual secretario, el chileno José Miguel Insulza, sentado a su lado, cuya labor apreció.
Dedicó buena parte de su discurso de una hora a criticar el “oenegecismo”, que definió como organismos influenciados por países hegemónicos y el gran capital, empezando por los “monopolios” de la comunicación.
Acusó a la CIDH de operar como una de esas ONGs y calificó de “aberrante” que su sede esté en Washington, cuando Estados Unidos no ha suscrito la Convención Interamericana de Derechos Humanos.
Según Correa, la CIDH tuvo un valor histórico en la lucha contra las dictaduras militares de Latinoamérica, pero ahora que estos países, según dijo, “están gobernados por demócratas”, se les trata “peor que a los regímenes dictatoriales”.
“En el ámbito de los derechos, se vive la satanización del Estado y la política pública”, por esas oenegés que, agregó, “por más que se definan como sin fines de lucro, tienen muy claros intereses”, algunas financiadas por la derecha para hacer política pública desde el sector privado.
Los mandatarios a veces son “llevados al banquillo por oenegés sin ninguna representatividad”, dijo Correa.
Aseguró que muchos verdaderos problemas de derechos humanos de los pueblos americanos no son tratados por la CIDH, como los latinoamericanos que pierden sus pisos por no poder pagar las hipotecas en España, donde hay “supremacía del capital” sobre los seres humanos.
A los medios de comunicación los acusó de manipular, mentir e injuriar “día a día”,
Según Correa, él y otros mandatarios son acusados de dictadores cuando no se someten “a los negocios de la comunicación”, pero la única dictadura es la de esos medios.
Sobre la Relatoría de libertad de expresión de la CIDH, afirmó que no defiende eso, sino “la libertad de extorsión”, y afirmó que él no es “intolerante” con la prensa, sino con la corrupción, la manipulación y la mentira.
En América Latina “la prensa miente y manipula en nombre de la libertad de expresión”, dijo, y agregó que no son los Gobiernos los que atentan contra ese derecho, sino “la mala prensa”