Grimsson, elegido para quinto mandato como presidente de Islandia
Presidente de Islandia desde 1996, Grimsson se impuso a su mas inmediata rival, la popular periodista Thóra Arnórsdóttir, que alcanzó 33,2% de votos, así como a los otros cuatro candidatos, que juntos sumaron algo mas del 10% de los sufragios.
El veterano político Ólafur Ragnar Grimsson ha sido elegido para un quinto mandato consecutivo como máxima autoridad de Islandia, según los primeros resultados de las elecciones presidenciales celebradas este sábado en el pequeño país insular del norte del Atlántico.
Grimson obtuvo 52,5% de los votos, según datos oficiales del recuento ofrecidos por la televisión pública islandesa RUV una hora después del cierre de los colegios electorales a las 22,00 horas locales (22,00 GMT).
Presidente de Islandia desde 1996, Grimsson se impuso a su mas inmediata rival, la popular periodista Thóra Arnórsdóttir, que alcanzó 33,2% de votos, así como a los otros cuatro candidatos, que juntos sumaron algo mas del 10% de los sufragios.
El viejo y nuevo presidente consiguió al final de la campaña dar la vuelta a unos sondeos que le eran desfavorables y que apostaban claramente por la joven madre de seis hijos, con su imagen de figura renovadora y su apuesta por el poder para las mujeres frente a la cultura masculina que algunos asocian a la crisis financiera.
Aunque se trata de un área ajena a la responsabilidad del presidente, Grímsson logró decantar la campaña electoral a su favor al convertir en asunto principal de la misma el debate sobre el ingreso de Islandia en la Unión Europea, algo muy sensible en un país tradicionalmente “euroescéptico”.
En una hábil maniobra política, se erigió en defensa de los recursos naturales y la independencia de Islandia, amenazados por Bruselas, desoyendo las críticas de sus rivales a que centrar las discusiones en la UE es interferir en el debate parlamentario y rebasar sus competencias de carácter puramente representativo.
Pero el veterano político, de 69 años, alegó que no puede ignorar un tema tan importante, argumento parecido al que le llevó a vetar en 2010 y en 2011 dos leyes del Parlamento para indemnizar a ahorradores extranjeros por la quiebra del banco islandés Icesave.
Su veto propició la convocatoria de dos referendos que rechazaron los acuerdos y le permitieron recuperar popularidad a un presidente que curiosamente se había significado durante años como un defensor de la ola expansiva de los banqueros islandeses.
Que la UE se personase con la parte demandante en el conflicto sobre la banca islandesa no ha ayudado a aumentar el número de sus simpatizantes en Islandia, y ha dejado al Partido Socialdemócrata de la primera ministra, Jóhanna Sigurdardóttir, como única fuerza política que defiende el ingreso.
La crisis del euro y que Bruselas aumente el control económico tampoco entusiasman a los islandeses, en especial al conservador Partido de la Independencia, al que los sondeos pronostican una victoria aplastante en las elecciones legislativas de 2013.
De ahí que Ólafur Ragnar Grímsson se haya ganado el apoyo de sus votantes como opositor a la UE y ha obligado a los otros candidatos a posicionarse sobre la cuestión, incómoda sobre todo para su derrotada rival, Thóra Arnórsdóttir.
Al igual que los otros candidatos, no apoya entrar en la UE, pero tampoco se opone, y su esfuerzo por discutir otros temas, no ha debilitado la imagen de candidata apoyada en la sombra por la primera ministra, una insinuación lanzada por Ólafur Ragnar Grímsson, que la acusa de ser un mero “títere”.
Cuando el nuevo Gobierno de izquierda presentó la solicitud de ingreso en la UE en julio de 2009, Islandia se encontraba inmersa en la mayor crisis de su historia reciente, tras el colapso bancario que había obligado a recibir ayuda del FMI a un país que no podía rescatar unos bancos cuyo tamaño superaba diez veces el del PIB.
Pero Islandia ha logrado revertir la situación poco a poco, pese a los recortes en el gasto público, ayudada por su alto nivel y por una población reducida de en torno 320.000 habitantes.
El paro se situó en mayo en el 5,6%, el índice más bajo en tres años, y entre enero y marzo, el PIB creció 2.4% intertrimestral, un 4,5% más que el año anterior, el nivel más alto en cuatro años, impulsado por el aumento del consumo, las exportaciones y el turismo, atraído por la devaluada corona islandesa.
El Gobierno, que ya ha devuelto una quinta parte de su préstamo al FMI, planea relajar el control de capitales y vender una parte de su paquete en los bancos nacionalizados.
A pesar del alto endeudamiento que Islandia tiene todavía, las perspectivas económicas son positivas, de ahí que el ingreso en la UE ya no parezca una necesidad, menos aún cuando ésta sufre una crisis de proporciones insospechadas.