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8 de Abril de 2013

La amistad de Thatcher y Pinochet: “Usted trajo la democracia de regreso a Chile”

Cuando ex el dictador chileno fue detenido en Reino Unido en 1998, la ex Primera ministra rompió 9 años de silencio para protagonizar una apasionada defensa de alguien a quien consideraba su amigo. El apoyo de Chile a Reino Unido en la guerra de Las Malvinas no fue olvidado por ella.

Por Redacción
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Fue el 6 de octubre de 1998, cuando una oxidada  Dama de hierro reaparecía ante la opinión pública del mundo, tras 9 de años de ausencia, para protagonizar una apasionada defensa de su viejo amigo el ex dictador, general en retiro y a la sazón senador vitalicio, Augusto Pinochet, quien había sido detenido en Reino Unido. 

A través de una carta publicada en el diario británico The Times, la política conservadora prácticamente no dejó títere con cabeza: arremetió contra los gobiernos español y británico y habló del “secuestro” de Pinochet, consigna El País.

De los laboristas dijo que eran “un descrédito y una deshonra para Gran Bretaña”, de España, que ejercía un “escandaloso acoso contra Gibraltar y trata a nuestros aliados chilenos con desprecio”, del juez Garzón, que estaba asesorado por “un grupo de marxistas”.

Tampoco estuvo ausente la referencia a la guerra de Las Malvinas y el apoyo de Chile al Reino Unido, “Tengo más razones que la mayoría para recordar que Chile fue un buen amigo de este país durante la guerra de las Malvinas”, señalaba y luego agregó que “en esa época era presidente de Chile el general Pinochet. Su intervención hizo posible que la guerra fuera más corta y que se salvaran muchas vidas de ciudadanos británicos”.

“En Chile se cometían efectivamente abusos contra los derechos humanos por las dos partes enfrentadas políticamente. Sin embargo, la población chilena, a través de la elección de sucesivos gobiernos democráticos, determinó cómo arreglar sus cuentas con el pasado”, apuntó en su carta a la prensa.

“Esencial en este proceso fue el rango que se acordó conceder al general Augusto Pinochet [senador vitalicio con pasaporte diplomático], y no corresponde ni a España, ni a Gran Bretaña, ni a ninguna otra nación interferir en lo que es un asunto interno de Chile”, publica El Mundo.

“En el proceso de transición de Chile hacia la democracia han tenido que hacerse equilibrios delicados, en los que estamos interfiriendo, con el riesgo que esto conlleva”, opinó la ex premier.

Y termina la carta subrayando  que “el general Pinochet debe ser autorizado a volver a su país sin dilación. La próxima semana, Gran Bretaña recibirá a un líder democráticamente elegido de un país que invadió ilegalmente el territorio británico [Menem], hecho que causó la muerte a 250 británicos. Sería vergonzoso pedir la reconciliación en este caso, mientras mantenemos bajo arresto a alquien que, durante el mismo conflicto, hizo tanto por salvar las vidas de los ciudadanos británicos”.

Este fue el tono que marcó su activa campaña a favor del ex dictador chileno, en la que poco a nada importó a Margaret Thatcher el respeto a la independencia judicial. No dudó en visitar a Pinochet en su residencia de las afueras de Londres, acompañada -sin pudor- de un enorme despliegue de cámaras de televisión. Cámaras que reflejaron momentos memorables, como aquel en que Thatcher agradecía a Pinochet haber devuelto la democracia a Chile, con un la frase de “estoy muy consciente que usted trajo la democracia de regreso a Chile” y luego añadía que “usted le dio a Chile una constitución, la puso en vigencia, sostuvo elecciones libres, y de acuerdo con el resultado entregó el mando del gobierno”.

Como respuesta, Pinochet afirmaba que es un honor tenerla aquí, en esta sencilla casa”.

Algunas cosas unían a la mujer que gobernó con mano dura Gran Bretaña durante once años, y al hombre que derrocó a un gobierno constitucional e instauró el terror en Chile. La Dama de hierro no se cansó de recordar, durante la estada de Pinochet en Londres, la “enorme deuda” que tenía su país con Chile. Pero ambos compartían también otras aficciones: su desmedida entusiasmo por el ultraliberalismo económico, y su poca simpatía por España.

Asimismo, la Thatcher  escribió en dos ocasiones al premier de la época, el laborista Tony Blair, para exigir la liberación de Pinochet.

Su relación fue apasionada hasta el final. Cuando por fin el viejo dictador consiguió abandonar suelo británico, la septuagenaria Thatcher hizo retrasar la salida del avión, con el fin de llegar a tiempo a la despedida. En el viaje de regreso a Santiago, a Pinochet le acompañó el último obsequio de su gran amiga: un plato de cerámica y plata diseñado para celebrar la victoria de sir Francis Drake sobre la flota española en 1588.

En la carta que acompañaba al regalo, lady Thatcher escribió: “Su retorno a Chile ha asegurado que los intentos españoles de imponer un colonialismo judicial han sido rechazados”.

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