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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Malvados buitres

Resolver esta negociación con los llamados “fondos buitres”, esos malvados “chupasangre”, será determinante para no perder contacto con un mundo interconectado en lo económico, en lo social, en lo tecnológico. Es más, una decisión adecuada puede hacer pasar a La Argentina de una amenaza terminal a una oportunidad única.

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Guillermo Bilancio es Profesor de Dirección General en la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez. Consultor en Política Empresarial.

El mundial de fútbol, curiosamente, no es lo único que mantiene la atención de los argentinos.

La crisis de la deuda, el fallo de la corte de Estados Unidos sobre los holdouts, son parte de la preocupación, es un tema que está al mismo nivel que si Messi puede resolver los problemas en la cancha. Claro que con consecuencias futuras muy diferentes a un resultado deportivo.

En fútbol siempre La Argentina tuvo alguna esperanza de salvar lo insalvable, desde Diego con su viveza para hacer un gol con la mano hasta su pericia inigualable para hacer el mejor gol de un mundial,  hasta la suerte de aquel poste en el que se quedaron las ganas de Holanda en la final del ¨78. Lo cierto es que siempre alguna circunstancia o talento individual han resuelto situaciones conflictivos.

Los vaivenes económicos de La Argentina, especialmente la de los últimos 20 años, han dejado de manifiesto que no existe un Messi, ni un Di María, y menos un Diego para descansar en el talento individual, dejando todo al azar que significa el precio de los comodities. La soja es como aquel poste que salvó aquel lejano mundial…

La Argentina nunca tuvo un equipo unido, sino que siempre alcanzó resultados a partir de la reunión de individualidades capaces. Reunión, nunca unión.

Pero esta nueva realidad desnuda que frente a la problemática de la deuda y su tratamiento, nos faltó Diego…

Ni viveza para sortear una situación que pudo haberse evitado, ni pericia para resolver profesionalmente el conflicto.

La impotencia del gobierno de CFK para encontrar soluciones se manifiesta en la reacción de la propia Presidenta, que supone que descalificando a los acreedores voraces puede resolver lo que no se hace con palabras sino con decisiones y hechos.

Podemos estar de acuerdo con la voracidad de estos acreedores oportunistas, pero hay que coincidir en que ninguna de las partes involucradas es Caperucita Roja…El gobierno de CFK debe reconocer, como decía la célebre frase de Diego, que “se le escapó la tortuga”.

Justamente a este gobierno que cree que todo comienza desde el kirschnerismo: La salud pública, la educación pública, la lucha por los derechos humanos. Nada de esto comenzó con el modelo K, que tiene sólo 11 años en el poder (11años!!), que tampoco tiene responsabilidad única en la deuda, aunque sí total responsabilidad por su negociación a partir de 2003.

La Argentina si no hace bien lo que debe hacer puede comprometer su futuro una vez más.

Resolver esta negociación con los llamados “fondos buitres”, esos malvados “chupasangre”, será determinante para no perder contacto con un mundo interconectado en lo económico, en lo social, en lo tecnológico. Es más, una decisión adecuada puede hacer pasar a La Argentina de una amenaza terminal a una oportunidad única.

Una oportunidad de volver a los mercados, a endeudarse positivamente. Pero ese acceso a los mercados, a financiarse, sólo sirve si existe un proyecto país y una adecuada administración del endeudamiento.

Endeudarse para una fiesta de cumpleaños es sólo una satisfacción de corto plazo que hipoteca un futuro. Ese fue el uso del endeudamiento en estos años. Gasto sin productividad. Endeudarse para infraestructura y para invertir en competitividad es afianzar una idea de futuro. Y este gobierno K no tuvo idea. Sólo relato con culpas hacia todos los sectores que suponen maniatar la acción del gobierno. Como si la selección de fútbol se quejara que sus rivales no le permiten hacer goles.

La Argentina tiene una oportunidad. Pero para ello, debe suceder algo hasta hoy poco factible: Que la política argentina entienda el concepto de unión y no de reunión. Porque no hay tiempo para sostener diferencias.

Reunir a los mejores y unirlos tras un sueño país. Parece lejano. Alguna vez, en el fútbol, en el básquet, en el hockey, en el rugby, La Argentina lo hizo. Con otros intérpretes.

Todo depende de quién lidera y de su voluntad. Veremos si puede.

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