Como un padre que perdió a sus hijas en Gaza, pido por el fin del derramamiento de sangre
Palestinos e Israelíes deben trabajar juntos para construir una nueva generación que crea en la humanidad y la libertad.
Izzeldin Abuelaish es Médico palestino, especialista en infertilidad (en Gaza e Israel). En 2009, perdió a tres de sus hijas durante un ataque aéreo sobre Gaza. Actualmente enseña en la Universidad de Toronto y es un activista por la paz. Fundador y Director de Daughters for Life Foundation, yautor de “I shall not hate: A Gaza Doctor’s Journey to Peace and Human Dignity”, 2010. En español, “No voy a Odiar” (2011, Ediciones Aguilar, y 2014, Editorial Kier, Argentina).
La locura, dijo Einstein, es hacer algo de la misma forma, una y otra vez, y esperar un resultado distinto. Nosotros, palestinos e israelíes, hemos vivido demasiadas guerras y el resultado es siempre el mismo: más muertes, más heridas terribles, más derramamiento de sangre, más resentimiento y más odio. ¿Qué podríamos esperar como resultado de cualquier guerra?
El conflicto reciente ha llevado a la muerte de 260 personas, sobre 1600 gravemente heridas, más de 2300 ataques aéreos Israelíes, más de 1300 cohetes lanzados desde Gaza, y al menos 600 hogares e instituciones demolidas y destruidas. Los niños de ambos lados están traumatizados y todos los aspectos de la vida cotidiana están paralizados. Los palestinos se encuentran bajo ataque y millones de Israelíes deben esconderse en refugios antiaéreos. Pero las consecuencias de la guerra llegan mucho más lejos de lo que podemos ver en las noticias. Lo que no vemos es al menos diez veces peor que lo que atestiguamos y ambas partes están sufriendo. Después del asesinato de mis tres hijas en enero de 2009, llegué a la conclusión de que sólo si sus muertes eran un último sacrificio en el camino a la paz entre palestinos e israelíes, entonces podría yo, tal vez, aceptar el duelo. Me prometí entonces que continuaría luchando con mis únicos medios disponibles: sabiduría, coraje, palabras fuertes y acciones significativas.
He aprendido de la Guerra que hirió a mi familia irreparablemente, que todos nosotros (palestinos e israelíes) tomamos posturas defensivas para justificar nuestros actos. Esto se origina en el temor y en la experiencia del pasado. Seremos capaces de escribir una historia distinta sólo cuando comencemos a hacernos responsables y a reconciliarnos con nuevas formas de pensar.
El conflicto resulta del temor, la desconfianza y la sospecha, y necesitamos demoler las barreras que hemos levantado en nuestras conciencias porque nada cambiará hasta que cambiemos lo que habita nuestros corazones, nuestras mentes y nuestras almas.
Entiendo, íntimamente, el significado del sufrimiento insoportable, de la pérdida, de la falta de seguridad y de vivir con terror. Y entiendo y solidarizo con el sufrimiento de israelíes que han perdido a sus seres queridos y han sido forzados a vivir con miedo. Pero ¿cuál es entonces la forma en que palestinos e israelíes podamos regresar a la esperanza y a la vida? Necesitamos sanar a nuestra gente y cerrar la herida, y no por etapas o de formas que dejen abierta una parte de ella.
Nada es imposible, pero necesitamos actuar antes de que sea demasiado tarde e irreversible. Palestinos e israelíes hemos sentido rabia por demasiado tiempo pero necesitamos preguntarnos qué ha conseguido esa rabia. Para todos nosotros, y para otros, ha traído sólo destrucción e injusticia. Cuando la guerra termine, y espero sea muy pronto, la victoria será celebrada pero, en realidad, todos somos perdedores.
¿Qué clase de victoria deja niños huérfanos o mutilados, y lesiones al alma que nunca sanarán? Como un padre desconsolado que perdió a sus tres hijas amadas, puedo sentir el sufrimiento de todos pero quiero pedir por el fin de todo derramamiento de sangre.
Éste es un momento en la historia que debe ser capturado. La esperanza y la futura seguridad y libertad de Israel están vinculadas a la seguridad, protección, libertad y futuro de los Palestinos. Como los niños siameses, el daño infligido sobre uno tiene impacto inevitable sobre el otro.
Para ambos pueblos, lo más valiente es acoger la dignidad, gracia y fortaleza del otro. No tenemos más alternativa que trabajar juntos para sanar nuestras heridas, lavar nuestras lágrimas y, mientras aprendemos las lecciones del pasado, mirar hacia adelante. George Orwell dijo que mientras más se aleja una sociedad de la verdad, mayor será su odio hacia quienes la declaran. La sangre de todos nosotros tiene el mismo color, y la vida de todos es igualmente preciosa. No existe causa que justifique el asesinato, la amenaza o la intimidación de seres humanos.
Intentemos construir una nueva generación que crea en fortalecer la civilización humana como un proyecto compartido y en que las cosas más sagradas en el universo son la humanidad y la libertad.
Publicado originalmente en The Guardian, viernes 18 de julio 2014, http://www.theguardian.com/commentisfree/2014/jul/18/father-children-gaza-bloodshed-palestinians-israelis. Traducción autorizada por el Dr. Izzeldin Abuelaish a Vinka Jackson y para El Dínamo.